sábado, 26 de noviembre de 2011

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN OAXACA. NUEVAS PERSPECTIVAS

Un día soleado como el de este noviembre, pero de 1812, el rollizo e inteligente Presbítero y Capitán General José María Morelos y Pavón, se levantó muy temprano a tomarse una taza de chocolate con pan resobado de El Marquesado... Mirando la gran plaza que hoy es el zócalo de Oaxaca, donde pernoctó su tropa, debió haber meditado entre trago y bocado, la primera gran victoria que los Insurgentes obtuvieron en el Sur humillando a la Corona española. Morelos les había arrebatado algo así como medio Pemex: la eficasísima máquina novohispana de hacer dinero aceitada por la exportación de la grana cochinilla hacia Europa. Quizás el ejército de malcomidos y mal adiestrados revolucionarios lo que buscaba era hacerse de fondos para sostener la causa y Oaxaca era sitio indicado debido al gran flujo de efectivo que significaba la exportación monopolizada de ese colorante con que se teñían los mantos de las casas reales europeas, incluyendo las casacas del ejército napoleónico.

Pero no se trata aquí de exponer mis opiniones sino de celebrar bibliográficamente la aparición de un excelente libro cuya portada es la siguiente:


Como podrá apreciar el lector, se trata de otro acierto más de nuestra Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, a través de la iniciativa del Director de su Instituto de Investigaciones en Humanidades (IIHUABJO), el historiador Carlos Sánchez Silva.

Este libro de formato 15.5x23 cm, de 240 páginas, está a la venta ya en la misma sede del IIHUABJO, en Av. Independencia 901, y tiene de interesante al menos dos cosas:

a)Su oportuna aparición, pues a partir de ahora inician de esta manera editorial los festejos universitarios por el Bicentenario de la Toma de Oaxaca por Morelos, y
b)La puesta al servicio del lector de NUEVAS PERSPECTIVAS sobre el particular.

Se sabe que en Oaxaca hay dos modos de observar a la Historia, una es como lo exige el mito y la tradición, más conocida como la "historia oficial", que es útil en tanto soporte el manoseo de los gobernantes en turno; ...y el otro modo es como la moderna historiografía lo exige: volviendo a leer lo que ya se conoce, volviendo a observar los detalles, volviendo a atar cabos, volviendo a plantearse hipótesis y volviendo a asombrarse con lo que se descubre, aunque desbanque mitos y leyendas ya arraigadas. Este libro va en este sentido.

Por si eso no fuera suficiente, la nómina de historiadores de distintas Universidades y nacionalidades le revelará al lector el calibre de este libro que echa por tierra, de manera definitiva, muchos mitos escolares y "tesis grandilocuentes" de la aburrida retórica de nuestros políticos locales. 

Pasemos al índice del libro, que es el siguiente, sólo a manera de aperitivo intelectual:


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
La Guerra de Independencia en Oaxaca
Nuevas perspectivas ~9
Carlos Sánchez Silva

La experiencia insurgente de Oaxaca ~17
Ana Carolina Ibarra

La Iglesia de Oaxaca en tiempo de la Independencia:
El obispo Bergosa y Jordán
~39
Manuel Esparza

Los cabildos civil y eclesiástico de la ciudad de Oaxaca
ante la invasión insurgente, 1812~1814
~63
Carlos Sánchez Silva

Cambio político y cultura constitucional
en Oaxaca, 1814~1822 ~83
Silke Hensel

Los pueblos mixtecos en la Guerra de Independencia ~103
Francisco López Bárcenas

Los efectos de la insurgencia sobre la propiedad
en la Mixteca ~125
Margarita Menegus Bornemann

Las fortificaciones de Yanhuitlán
durante la Guerra de Independencia ~137
Alejandra González Leyva

El impacto de la constitución gaditana
en los pueblos chocholtecos de Oaxaca
~149
J. Edgar Mendoza García

Problemas generales y coyunturas internas:
Una visión del sexenio absolutista desde Villa Alta (Oaxaca) ~171
Luis Alberto Arrioja Díaz Viruell

Actores sociales en el proceso de independencia
en la región de Tehuantepec, Oaxaca ~197
Laura Olivia Machuca Gallegos

Fuentes utilizadas ~227

Nadie mejor que Carlos Sánchez Silva para explicar los orígenes, intenciones y alcances de esta edición, por lo que enseguida reproducimos su Presentación. Por favor preste atención el lector al epígrafe que utilizó..., pero antes una foto clásica debida a la cámara del viajero y fotógrafo alemán Teobert Maler...



Herr Maler subió con su pesada cámara de cajón a la torre sur de nuestra catedral, niveló su tripie y fabricó su placa, seguramente de albúmina, la colocó en el chasís del respaldo y debió haberla expuesto por varios segundos. El resultado es esta toma del zócalo de Oaxaca que conoció Morelos...

Al fondo, se mira el palacio de gobierno y a la derecha la imponente mole pétrea del Colegio de los Jesuitas y el templo de la Compañía –ideólogos del movimiento pro independencia– y justo enfrente de él, los portales en dos plantas que fueron la casa del Generalísimo durante unas cuantas semanas. Esta foto de Herr Teobert es de 1867, es decir, varias décadas después de la guerra de Independencia. Llaman la atención los laureles sembrados, uno de ellos frente a lo que hoy es el Bar Jardín y que recientemente "se cayó" como consecuencia de la cursilería de Ulises Ruiz y su piara de cortesanos, como un pseudo virrey de apellido Melcozha o algo así, ya casi lo olvidé...

 Otro arbolito que apenas despunta es el que aparece en primer plano, ligeramente hacia la derecha. Se trata del que actualmente da sombra a las escoletas dominicales y serenatas de la Banda de Música del Estado. Bella foto histórica la reproducimos porque también se usó en la edición, aunque como elemento del diseño. Pertenece a la fototeca de la Casa de la Ciudad, junto con otras más del mismo autor, todas muy emblemáticas del Oaxaca decimonónico.

Y ahora dejemos este espacio para el texto de Sánchez Silva.



La Guerra de Independencia en Oaxaca
Nuevas perspectivas


Carlos Sánchez Silva
Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO


Por primera vez los oaxaqueños,
después de largos siglos de paz,
iban a experimentar los azares de la guerra.

José Antonio Gay, Historia de Oaxaca.


Todo indica que entre más tiempo pasa de las fechas claves, 1810-1821 y 1910-1920, en la constitución de nuestro país como nación “libre e independiente”, el interés público y privado va disminuyendo de manera considerable. La evidencia más cercana la experimentamos el pasado año de 2010, cuando se conmemoró de una manera bastante gris y deslucida, por decir lo menos, los centenarios del inicio de la Guerra de Independencia y de la Revolución Mexicana. Como contraejemplo, baste comparar los eventos que el gobierno del general don Porfirio Díaz realizó en 1910 para homenajear las llamadas “fiestas del centenario” y se corroborará mi afirmación. Con un espectáculo de “circo y luces”, que nada tiene que ver con una realidad lacerante de un país cada vez más empobrecido y que se está cayendo en pedazos, tanto a nivel nacional como local, poco hay que destacar y, mucho menos, recordar con motivo de las conmemoraciones del 2010 de las fechas príncipes del calendario cívico mexicano.
Afortunadamente, y ante el desinterés casi generalizado de las instituciones gubernamentales, la academia, gracias a la unión de esfuerzos comunes, se encuentra realizando una serie de trabajos para reflexionar sobre la importancia de los centenarios en la conformación del México de hoy. Muestra de ello es esta Colección 2010, que bajo la batuta de la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, diversas instituciones del país venimos llevando a cabo desde el 2008.
La premisa de la cual parte la citada Colección 2010 es que este año debe servir de momento de arranque para una profunda reflexión sobre el pasado, presente y futuro de nuestro país. Así, mientras “oficialmente” los centenarios ya se terminaron el 31 de diciembre de 2010, para la academia los resultados apenas comienzan. Máxime si se toma en cuenta que la historia de un país se construye con diferentes tiempos y ritmos locales, desfases que le dan identidad y singularidad a las diferentes partes que conforman la República Mexicana. En suma, que mientras para unos celebrar los centenarios de 1810 o 1910 fue clave, para otros no. Tal es el caso de Oaxaca en ambas fechas.

El caso de la Guerra de Independencia en Oaxaca

Hasta fechas recientes la historiografía, con contadas excepciones, había soslayado la participación de la Intendencia de Oaxaca dentro de la Guerra de Independencia. El hecho más memorable es que Morelos y sus huestes insurgentes habían tomado la ciudad de Oaxaca y gobernado sus destinos entre fines de 1812 y principios de 1814, pero fuera de ello, se suponía que esta Intendencia tuvo poco que ver con un proceso que se manifestó principalmente en el centro y centro-occidente del virreinato novohispano. Los diez ensayos que se incluyen en este libro dan un panorama mucho más complejo de lo que fue la Guerra de Independencia en diferentes ámbitos de la accidentada geografía oaxaqueña.
El libro abre con el trabajo de Ana Carolina Ibarra, titulado “La experiencia insurgente en Oaxaca”, el cual resume lo que significó este movimiento desde 1808 no sólo para los oaxaqueños de la época sino lo que la experiencia del gobierno insurgente en esta Intendencia aportó a la misma Guerra de Independencia. En sus propias palabras:

Todavía hay mucho que seguir indagando para valorar la importancia y el aporte oaxaqueño para el proyecto insurgente. Indudablemente, fueron casi quince meses de una experiencia extraordinariamente singular en el contexto de la guerra. La ciudad de la grana cochinilla no sólo ofreció la posibilidad de convertir las granas en fusiles, como alguna vez lo soñó Morelos, sino de crear un gobierno americano a partir de las corporaciones instituidas, de impulsar la opinión pública en ciernes y de dotar a la insurgencia de una base de legitimidad en un momento crítico.

Manuel Esparza, por su parte, discurre en su ensayo sobre el papel de la iglesia y lo ejemplifica con el comportamiento del obispo Antonio Bergosa y Jordán. Esparza lo sigue paso a paso desde su arribo a Oaxaca y echa por tierra la idea que algunos autores han querido construir de él como ejemplo de caridad cristiana. Después de su minucioso análisis, donde vemos a Bergosa y Jordán ser un fiel servidor del Rey, aliado del virrey Félix María Calleja, victimario “espiritual” de Hidalgo y Morelos, el autor concluye sobre este polémico personaje:

[Bergosa y Jordán es] otro ejemplo más de un obispo regalista, con una concepción medieval del honor personal, nada cristiana; honor al que hay que apuntalar con precedencias públicas, con rentas dignas de su investidura, con sedes episcopales acordes a su ilustre carrera, con renuncias a puestos inferiores así dejara en la orfandad a los que él voluntariamente aceptó para ser guía [léase los indios de Oaxaca] en sus necesidades espirituales.

El artículo de mi autoría, titulado “Los cabildos civil y eclesiástico de la ciudad de Oaxaca ante la invasión insurgente, 1812-1814”, va entretejiendo el comportamiento contradictorio de estas instituciones en el periodo que arranca con la crisis imperial de 1808 y termina en 1814 con la reconquista realista por conducto del brigadier Melchor Álvarez Thomas. El autor concluye que:

el periodo 1808-1814 fue decisivo para que, por un lado, las fuerzas insurgentes definieran su lucha por la “independencia absoluta” de la “Madre Patria” y, por el otro, la élite tradicional oaxaqueña tomara cartas en el asunto y se preparara con la finalidad de que una vez lograda la independencia de España, retomaran los hilos del poder y siguiera controlando de una manera “revestida” los destinos de la antigua intendencia de Oaxaca, ahora convertido en el flamante “Estado Libre y Soberano de Oaxaca”.

Bajo el nombre de “Cambio político y cultura constitucional en Oaxaca, 1814-1822”, Silke Hensel analiza el impacto que la “modernidad política” y la “cultura constitucional” trajo para los oaxaqueños en la transición del Antiguo Régimen al México republicano. Lejos de concluir que fue absoluto, la autora desmenuza los componentes “simbólicos” y “reales” del cambio y las permanencias en este periodo. Lo relevante del texto de la doctora Hensel es que más allá de la dimensión normativa, ella incorpora a su análisis el orden simbólico en la realidad oaxaqueña. Con la precisión de que: “Las constituciones sólo pueden cumplir su función principal –a saber: la legitimación e integración de la entidad política y sus instituciones– si sus reglas normativas y el sentido central de su contenido son aceptados y practicados en la realidad social; es decir, si se lleva a cabo un diálogo entre gobernantes y ciudadanos sobre los valores fundamentales y los patrones de conducta”. Enfoque que le permite concluir que el impacto de la Constitución de Cádiz en tierras oaxaqueñas, derivado de sus formas de gobierno indígena, fue más variado de lo que distintos académicos han considerado.1

El libro prosigue con el análisis del impacto de la guerra de Independencia en una de las zonas más activas durante el periodo 1810-1821: la Mixteca oaxaqueña, por conducto de cuatro trabajos que nos muestran diversas facetas de esta revolución. Abre esta sección el ensayo de Francisco López Bárcenas, cuyo cometido central es realizar un largo recuento sobre la participación indígena en la Mixteca en este movimiento social durante el periodo que va desde los inicios en 1811 hasta la consumación en 1821. Este trabajo sirve de telón de fondo para que Margarita Menegus ponga énfasis en los efectos del movimiento insurgente sobre la propiedad tradicional en la Mixteca Baja y el papel desafortunado en este largo proceso de los terrazgueros. Con una serie de casos, la autora concluye que “…debemos tomar con pinzas las proclamas de los insurgentes, ya que fueron apropiadas por los pueblos a su conveniencia, pero como vemos con estos ejemplos, frecuentemente fueron revocados los derechos que se abrogaron los pueblos durante los años de la insurgencia. Terminada la contienda los derechos de los caciques a sus tierras fueron restituidos en la gran mayoría de los casos”. Lo que a largo plazo significó para la Mixteca Baja, a contracorriente de lo que ha sostenido otros autores para otras regiones de Oaxaca, la constitución a fines del siglo XIX de “… una burguesía local que se hizo de las tierras de los antiguos cacicazgos y de las tierras que intentaron comprar los terrazgueros”.


El trabajo de Alejandra González Leyva es un recuento minucioso del origen del Convento de Yanhuitlán y cómo la misma Guerra de Independencia incidió tanto en su uso como en los cambios que sus ocupantes, ya fueran realistas o insurgentes, le imprimieron a la edificación original. Al final, la autora muestra que inclusive hasta los momentos previos a la consumación de la independencia en 1821, este recinto fue teatro de ocupaciones y alteraciones. Hoy día:

En el conjunto conventual de Yanhuitlán, las improntas de los espacios usados durante la guerra de Independencia fueron borradas por otras guerras, por el tiempo, por los arreglos que mandaron a hacer los funcionarios porfirianos y por los procesos de conservación de los siglos XX y XXI. De la fortificación realista de San Fernando tampoco queda nada, sólo quizá el formato de la planta del atrio rehecho en 1882.2

Cierra esta sección el trabajo de Edgar Mendoza sobre el impacto del constitucionalismo gaditano sobre los pueblos chocholtecos. El trabajo del doctor Mendoza es un fino análisis sobre la influencia que la constitución de Cádiz tuvo sobre el sistema de gobierno municipal y sus contribuciones en la división política y administrativa de la entidad, con especial énfasis en la organización política de los pueblos chocholtecos y su incidencia en el México republicano. Al final, una de las contribuciones centrales de este trabajo es poner claridad sobre el verdadero impacto gaditano sobre los pueblos de indios: “A mi juicio, la constitución gaditana de 1812 no fue el factor decisivo en la organización de la modernidad política sobre el gobierno local de los pueblos. Por el contrario, en el caso de Oaxaca y quizá de otras entidades como el Estado de México, la constitución de Cádiz tuvo un éxito relativo porque previamente existía una organización política y económica; la república de indios del periodo colonial”. Para rematar su argumentación con una propuesta de largo plazo que explica que el proceso de fragmentación político-administrativa en Oaxaca se puede rastrear en las composiciones de tierras que llevaron a cabo las cabeceras y sus sujetos desde fines del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII. “Dicho de otro modo, no fue la constitución gaditana la que llevó a la revolución territorial, pues en Oaxaca, fue la constitución estatal de 1825 la que coadyuvó a la fragmentación de cabeceras y sujetos”.
De la zona mixteca y chocholteca, nuestro viaje continúa en la Sierra Norte, con el trabajo de Luis Alberto Arrioja, titulado “Problemas generales y coyunturas internas: Una visión del sexenio absolutista desde Villa Alta (Oaxaca)”, que como su mismo título lo indica es un primer esfuerzo metodológico por relacionar “…si las coyunturas particulares tienen una resonancia amplia o si los problemas generales poseen repercusiones individuales que lleguen a ser trascendentes”. Al final, ¿cuál es el aporte central del trabajo de Arrioja? Que el retorno absolutista en 1814 no fue suficiente para restituir el Antiguo Régimen en los dominios españoles y que en esta imposibilidad de restaurar el pasado tuvieron que ver tanto las políticas imperiales como las coyunturas por las que atravesaban los pueblos de Villa Alta. El resultado de todo ello incidió directamente sobre los pueblos de indios: respaldo de algunos pueblos a la lucha insurgente con el objeto de reivindicar viejas rencillas con la cabecera de San Ildefonso de Villa Alta y el asedio permanente a estos pueblos; agravación de la crisis textil como efecto de las mismas movilizaciones armadas; reacción de los pueblos ante las medidas absolutistas: restauración y extensión de impuestos, y el restablecimiento del repartimiento forzoso de mercancías y, finalmente, en el ámbito político, se vislumbran fuertes disputas internas que provocaron, en algunos casos, que la nobleza fuera relegada de su poder tradicional y, en otros, el ascenso de los macehuales al poder político de sus pueblos.

Nuestro recorrido termina en el Istmo de Tehuantepec con el trabajo de Laura Machuca sobre la activa participación de diversos actores sociales en la Guerra de Independencia en esta región oaxaqueña. De entrada, la autora nos precisa que a diferencia de otras zonas novohispanas, en su área de estudio estuvieron involucrados tanto los miembros de la élite y las clases medias, así como los más diversos estratos sociales y étnicos. Acorde con este enfoque, la autora con lujo de detalles pasa revista al comportamiento político militar de esta variada gama de actores de “carne y hueso” en esta gesta revolucionaria: jefes realistas, indios y mestizos insurgentes, mulatos y negros insurgentes, curas insurgentes, criollos insurgentes, autoridades virreinales insurgentes. Sin embargo, la doctora Machuca no se queda en proporcionarnos un catálogo de sus personajes sino que explica las razones sociales, políticas y étnicas que cada uno de estos grupos de actores sociales tuvo para luchar por una u otra causa durante la Guerra de Independencia en el Istmo de Tehuantepec.

Finalmente, quisiera agradecer a este grupo de académicos que desinteresadamente colaboraron en este libro colectivo. Al final del camino, será el asiduo lector quien valorará si el esfuerzo despejó sus inquietudes sobre la “verdadera” participación de la Intendencia de Oaxaca en la Guerra de Independencia.

1 Al respecto, consúltese Carlos Sánchez Silva “‘No todo empezó en Cádiz’: simbiosis política en Oaxaca entre Colonia y República” en Signos Históricos # 19, México, enero-junio de 2008, “Viejas y nuevas prácticas políticas en Oaxaca: del constitucionalismo gaditano al México republicano” en Silke Hensel (coord.), Constitución, poder y representación. Dimensiones simbólicas del cambio político en la época de la independencia mexicana, Frankfurt/Madrid, Iberoamericana-Vervuert-Bonilla Artigas, 2011, y Hensel, “¿Cambios políticos mediante nuevos procedimientos? Las elecciones en Oaxaca en la época de la Independencia” en Signos Históricos # 20, México, julio-diciembre de 2009.

2 De los diez trabajos que componen este libro colectivo, éste es el único que había aparecido publicado anteriormente en Alejandra González Leyva (coord.), El convento de Yanhuitlán y sus capillas de visita. Construcción y arte en el país de las nubes, México, Facultad de Filosofía y Letras, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, UNAM, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2009, pp. 205-213. Se vuelve a publicar este texto debido a la importancia que reviste para la Guerra de Independencia en Yanhuitlán.

EL INDIO MIXTECO QUE CONOCIÓ A MORELOS

Como verán, el libro resulta indispensable para entender el Oaxaca de hoy y por extensión el país que pretendieron diseñar nuestros ancestros.

Para cerrar agregaremos la foto de Morelos que se "atribuye a un indio mixteco" –equivale a decir "anónimo"– y se supone la pintó tomando directamente del natural, es decir, haciéndolo posar, al mismísimo Siervo de la Nación mientras estuvo en Oaxaca.



Tratemos de ver más de cerca a nuestro Libertador. El artista –el conocido apenas como "indio mixteco"– pudo haber sido un hombre que simpatizó con la Causa y tenía conocimientos del retrato académico del Hombre de Poder, ya que usó todas su habilidades para presentarnos a este caudillo como lo que realmente aspiraba a ser don José María. No sería extraño que él mismo hubiera promovido la factura de este retrato. Peter Guardino, de quien ya hemos hablado antes en este blog a causa de su libro "El tiempo de la libertad. La cultura política popular en Oaxaca 1750-1850", da razón de un censo de pintores que trabajaban en esta ciudad de Oaxaca en esa época y menciona que había al menos 35... Muchos de ellos debieron haber pintado obispos, santos, santas y otras imágenes del gusto popular que tenían demanda.

Pero volviendo a los "contenidos políticos" del retrato de Morelos hay que mencionar que el uniforme que porta es de Capitán General, el mismo que usaban en España y en la Nueva España, ostentando el color rojo que le asocia al César. Toda su ornamentación es de oro, pues se trata de un general victorioso. Le adornan, siempre en oro, un collar del que pende una cruz de gran tamaño, sin embargo no es una condecoración por méritos en campaña, aunque así parezca ser a primera vista. En el retrato cortesano de los reyes españoles esta cadena sostenía al "toisón de oro" (una zalea de cordero), ese emblema hasta hoy limitado a los de verdadera sangre azul que suelen seguirse entregando unos a otros... El actual rey español Juan Carlos, la porta en ocasiones de gran pompa... Morelos quita ese símbolo de la pureza de sangre y hace que el pintor coloque allí una gran cruz de oro y piedras preciosas, brillantes o rubíes al parecer, que recuerda a la que portan los obispos. En lugar de la zalea del cordero de los Austrias y Hasburgos, Morelos porta en el pecho el símbolo del rey de reyes: Cristo... Parece ser que al "indio mixteco" no se le escapó ningún detalle a la hora de "honrar" al religioso y militar que tenía enfrente.

Una banda cruza su pecho y desciende hasta la gran empuñadura de su espada, la cual no es posible ver con claridad ya que la oculta su tocado militar, aunque se adivina una imagen de un sol de oro en ella. El bicornio militar, también rematado en oro, ya es más francés que español y le timbra una escarapela exquisita, tocada con plumas. Es el tocado clásico del combatiente popular heredero de la Revolución francesa... Lo que llama su atención son sus colores: azul celeste y blanco, es decir, los colores de la Virgen María... En sus Sentimientos de la Nación, Morelos impone su credo y devoción marianas.




Este mismo código de color caracteriza unas guirnaldas que ondean –victoriosas– por encima de la cabeza de nuestro retratado, enfatizando que se halla bajo la protección nada más y nada menos que de la Purísima Concepción, la Madre de Cristo, en su advocación más mexicana: la Virgen de Guadalupe... así es que el esbozo de un escudo nacional –recuérdese que la Bandera nacional tal como hoy la conocemos aún no existía– ocupa el lugar central mostrándonos ya al águila parada sobre un nopal, luchando por devorarse a una escuálida serpiente.
Le rodean a este proto-escudo nacional las rocallas clásica del barroco, y le guardan a los costados 4 banderas rendidas: una blanca y otra azul con blanco a la izquierda y otra roja y una negra (quizás verde muy oscuro) a la derecha.



Las altísimas solapas que cubren casi hasta la mitad de la oreja del patriota, quizás revelen que el uniforme es más fruto de la imaginación del artista que una casaca real de Jefe Supremo de los Ejércitos... Sin embargo forman un marco que enfatiza un rostro poderoso y decidido, aún preocupado, si nos fijamos en el ceño fruncido. Nariz poderosa, mentón duro, cejas pobladas y ojos grandes que se posan en el observador, más una tez definitivamente morena, de mestizo, acentúan las facciones de un caudillo político y militar que posa como una figura regia, de tres cuartos, soberana, que tiene conciencia  clara de la necesidad de que se realice un cambio de orden social a fondo. Así pues, el "indio mixteco" pudo entender el carácter del michoacano mientras posaba para él y atendía los asuntos del nuevo estado mexicano que estaba naciendo en el fragor de la lucha armada. Lo que materializó de Morelos el "artista" fue su figura de "auctoritas", a la que el paño oscuro que envuelve su cabeza le da un aura misionera. En absoluto vemos a un hombre dubitativo o demasiado cauteloso, sino a alguien joven y lleno de vigor entregado a la causa. Es el ideal del retrato del hombre de poder, por supuesto, pero para que haya sido pintado por alguien a quien se le ha minimizado como "indio mixteco", una vista más cautelosa resulta intrigante y amena. 

Para acenturar lo que los historiadores del arte llaman su "potestas" –potestad– es decir su poder dentro de un mundo temporal, terrenal, el "indio mixteco" hace que Morelos tome con decidido gesto de la mano derecha, la del poder, el bastón de mando ornamentado de oro sobre cedro. Junto con la Cruz, símbolo de un reino eterno, que no es de este mundo, aparece el puño de Morelos con el símbolo del poder temporal, de este mundo, a la altura de su corazón. Este retrato, dentro de toda su aparente "ingenuidad", resulta así todo un discurso político, una proclama ideológica que merece un pebetero de oro, un sostén de la llama perpetua del deber y el homenaje. Este pebetero aparece colgado justo debajo del escudo con el águila parada sobre el nopal...

Sugiere Carlos Sánchez Silva que este retrato se traiga a Oaxaca y se exhiba aquí, como pieza central del homenaje que le debemos a tan ilustre mártir de la Independencia Nacional. Existen otros dos retratos en el cabildo de Oaxaca, el primero que Morelos declaró independiente. Uno de ellos de perfil, que adorna el respaldo de la "silla de Morelos", su "trono" en la Ciudad de Oaxaca, aunque se hizo varios años después de que el Generalísimo tomara por las armas la ciudad de Oaxaca, un 25 de noviembre de 1812. De la misma forma, otros retratos que se conocen de él fueron pintados décadas después de que hubiera sido fusilado. Quizás el más famoso –y popular– sea el que lo muestra de pie, muy heroico, que lo mandó hacer Maximiliano de Hasburgo durante su breve Imperio. Es el "clásico" que adorna los salones de clases.

Este retrato al óleo pertenece al Museo Nacional de Historia y puede verse en el antiguo Castillo de Chapultepec. Pertenece al INAH.

En la coedición que coordinó el director del IIHUABJO aparecen estos logotipos:UABJO, UNAM, IPN, UAM, BUAP, CIESAS, Universidad y El Colegio de Sonora; Secretaría de Cultura y El Colegio de Michoacán; El Colegio de Chihuahua, El Colegio de San Luis, El Colegio de Jalisco, Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, SHCP, UAM-Aztcapotzalco.






 

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA INDUSTRIA TEXTIL DURANTE LA REFORMA Y EL PORFIRIATO EN OAXACA

Una interesantísima obra se suma a los libros recientemente publicados que tienen como tema a Oaxaca y su esquiva "modernidad".
Aunque no salió de nuestras prensas, es importante reseñarlo por el valor de sus hipótesis y análisis. Su portada es la siguiente:


La autora es Griselle J. Velasco Rodríguez y lo edita el Instituto Politécnico Nacional bajo el ISBN 978-607-414-238-9. Es un volumen impreso a una sola tinta, cuenta con 484 páginas y su tamaño es el conocido popularmente como "carta". La edición, "a la rústica", fue de 1000 ejemplares impresos en la ciudad de México. Ya está a la venta en las librerías del Poli, pero como en este estado no tiene ninguna, el lector interesado deberá hacer su pedido directamente con la autora, cuyo mail es: grisellevelasco@yahoo.com.mx 

Este es su índice:

Capítulo I.
La estructura social, económica y política de Oaxaca y su transición al capitalismo. (1821-1910)

Una de las hipótesis que plantea en este Capítulo la autora y que yo escojo para agregar aquí, un tanto arbitrariamente –quizás– pero con el ánimo de ofrecerle mayor información al lector de este blog  dice así: "Formación de la oligarquía industrial textil en Oaxaca. Se describe el contexto socio-político en el que se dio la conversión de importantes comerciantes-mineros "oaxaqueños" en los primeros empresarios de la industria textil, y el surgimiento de una cuasi burguesía, cuyo ejemplo alentaría nuevas inversiones en la entidad. Pasado el tiempo, estos industriales se transformarán en prestadores de servicios públicos, dueños de la compañía eléctrica de Oaxaca, dirigentes de la banca, participantes en la política con puestos públicos, encargados del tesoro público estatal, permisionarios del transporte público y encargados de otras muchas encomiendas sociales"... 


Capítulo II.
Lo modernización de la industria textil en Oaxaca.

Esta es su hipótesis: "La modernización de la industria textil, el caso de las fábricas textiles en Oaxaca. Es un breve repaso de los esfuerzos gubernamentales para implantar la industria textil en México.  Se contextualiza la situación de la industria textil decimonónica, observando los factores naturales, políticos, económicos y sociales que permitieron el establecimiento de las plantas textiles en Oaxaca. Se analiza sucintamente la producción y la comercialización de la producción textil fabril, tomando en cuenta la infraestructura, el proceso textil moderno y la función de los trabajadores, muchos de ellos campesinos convertidos en obreros, quienes tuvieron que aprender los procesos productivos realizados en las fábricas..."

Capítulo III.
Fin del porfiriato, declinación de las fábricas.

Esta es su tesis: "Es un análisis del impacto de la guerra revolucionaria sobre la industria en general y la textil en particular. Se contextualizan las causas de la Revolución, la importante participación de la clase media y obrera en el movimiento precursor, las rebeliones populares, los alzamientos de la facción política porfiriana y de sus pueblos, la sublevación de los pueblos oaxaqueños, movimientos todos que, insertos en otros movimientos de otros estados de la República, ayudarán a la caída del régimen de Porfirio Díaz. Después de este capítulo se agrega un epílogo cuyo propósito es dar cuenta del fin del primer periodo o fase de la industria textil en Oaxaca, que se inicia en 1924 y que desaparece definitivamente hasta 1989"...

Epílogo.

El subtítulo del libro ayuda a comprender mejor el enfoque de esta tesis doctoral que deja el claustro universitario para alcanzar al público mayor: "Capitalismo y modernización en Oaxaca".

El prólogo lo escribió el Doctor en Economía Anselmo Arellanes Meixueiro, autor de muchos otros libros, y en una parte de su texto anotó esto: 
"En este libro se muestra con todo detalle el origen, desarrollo y decadencia de las tres únicas fábricas de hilados y tejidos que existieron en la entidad. Los gobernantes ven con buenos ojos la creación de dichas factorías, y no es para menos, pues con ellas les parece entrar por la puerta grande a la modernidad, es ir de un pasado de atraso a otro superior y entrar de lleno a la civilización, justamente cuando los movimientos sociales parecen concluir"... 

Más adelante agrega esta reflexión: 

"Finalmente desaparecen las tres fábricas textiles. La modernidad concebida por los gobernantes e inversionistas resulta efímera ante los antiguos telares de madera que por cientos operan en el siglo XXI produciendo diversas prendas de uso común y para el turismo; en buena parte de la entidad y más en las comunidades indígenas, miles de mujeres aún tejen con el prehispánico telar de cintura"... "Por todo lo expuesto, es un excelente trabajo de historia regional que, debido a su información inédita, es un referente indispensable para los estudiosos de la sociedad actual".

Griselle Velasco no es nueva en este negocio de escribir y vender sus propios libros. Es hija de otro fabuloso cronista y acucioso historiador, don Carlitos Velasco Pérez, ya fallecido, quien se especializó en estudiar todo lo referente a Benito Juárez y su esposa, doña Margarita. Uno de sus libros que alcanzó ocho o nueve ediciones fue "El Coloso de Guelatao". Don Carlos fue profesor y oriundo de Atepec, Ixtlán, y tuve la fortuna de conocerlo y escuchar sus aventuras dichas con tanta gracia que eran un deleite. Antes que amigo mío lo fue de mi padre, antiguo fundador de Carteles, Néstor Sánchez H. quien nació en Xía, precisamente en la comunidad donde una de las tres grandes empresas textiles marcaron el ritmo de aquella modernidad decimonónica. Xía (Río de Piedras o Río de Jícaras son sus traducciones) estuvo ubicada en la lejana Sierra Juárez, a unos cuantos kilómetros de Guelatao. Por cierto, la destrucción de aquella planta textil por el vengador ejército revolucionario carrancista –los "carranclanes" como les llamó otro paisano: Vasconcelos–  hizo que los padres de don Néstor, que era un nene, emigraran hacia la ciudad de Oaxaca, pues destruida la fuente de empleo la desgracia colectiva se llevó a cientos de trabajadores serranos a la ruina... El mismo pueblo de Xía se borró de la faz de la tierra... Hoy es una suerte de Comala rulfiano... Supe desde niño cómo desapareció la fábrica y casi enseguida el pueblo, pero nunca supe cómo había nacido y este libro de Griselle publica una enorme cantidad de datos que me han deslumbrado. Uno de los más amenos es seguir los árboles genealógicos de los Grandison (escoceses), los Trinker (austriacos), los Womat (norteamericanos), familias que emparentaron con Félix y Porfirio Diaz, con los más industriosos (trabajadores y ricos) españoles como los Zorrilla, Trápaga, Sáenz y con los caciques serranos: Hernández y Meixueiro... Muy interesante libro, me gustó... y eso que aún no acabo de leerlo.

Así pues que la vena intelectual y de gente letrada se continúa a través de Griselle, quien nos ofrece esta importante aportación ahora que Oaxaca vuelve a plantearse el mismo viejo reto ¿cómo modernizarse?...
Por cierto está claro que las élites "modernas" que dirigen la "maniobra" no tienen ni idea... Les ofrecemos una: leer la historia, para no tropezar por enésima vez con la misma piedra. Aquí está este libro ya a las órdenes de los nuevos "capitanes"... Muy oportuna su aparición y la celebramos. Felicidades, Grisell.




martes, 1 de noviembre de 2011

Rodolfo Nieto, Cuaderno de Dibujo. 1957-1970.

Rodolfo Nieto Labastida (1936-1985)

Pintor tan magistral que es nombre obligado cuando se trata de analizar el tema de las artes plásticas mexicanas del siglo XX. Nacido en la ciudad de Oaxaca, ganó con sus obras fama y fortuna en París, en los lejanos años sesentas del siglo pasado. Si bien su vida tuvo rasgos dramáticos, aún se sigue estudiando su expresión plástica.

He cometido una omisión que ahora corrijo en esta entrada, antecedida de mis más sentidas disculpas a Manuel García. Hizo él la fotografía de la obra del maestro Nieto incluida en este libro. Manuel García –galerista, fotógrafo, impresor– es también miembro fundador de la Asociación Civil de los Amigos del MUPO. Gracias a su fino y paciente trabajo para reproducir hasta los más pequeños poros de los papeles sobre los que dibujó Nieto, es que este libro pudo alcanzar la buena fidelidad y nitidez de que gozan sus páginas.


El libro que ahora presentamos en este blog ayudará mucho en el estudio de una de sus facetas menos conocidas: la de dibujante.

Su portada es la siguiente:


...tiene un aire de época. A través del diseño gráfico le dimos la apariencia de un viejo cuaderno de dibujo, para enfatizar la antigua pertenencia al Maestro Nieto. El lector deberá sentir que lo que tiene en sus manos es, en efecto, el cuaderno que perteneció al artista, donde él fue haciendo sus apuntes... y donde metió las cartas personales que le envió desde París a su adorada madre, doña Josefina Labastida Herrera, así como algunas postales en blanco y negro de la ciudad de Oaxaca y sus habitantes, que conservó porque le mantenían viva su relación con el lugar donde nació, pasó su infancia y definió su vocación como artista.

Para los efectos de este blog dedicado a los libros que publicamos, debemos decir que no solamente lo diseñamos, imprimimos y encuadernamos, sino que además hicimos el papel marmoleado que le adorna en portada. Se trata de un papel que se pinta a mano con una técnica muy antigua y ya casi extinguida. Lo decidimos así porque el mismo Rodolfo Nieto hizo los papeles marmoleados en París (en colaboración con su esposa) que luego utilizaría para sus "collages"... El artista tenía gran predilección por el papel como un material que aporta su "carácter" a la obra plástica que conserva en su superficie. Nos esmeramos en que la reproducción en offset revelara la naturaleza de cada papel que empleó el Maestro Nieto. El lector-observador podrá ver esos detalles, además de las formas, los temas, el color y las técnicas empleadas. Todo ello hace tan íntimo este libro... y a lo vez tan intenso.

La encuadernación recuerda el estilo "holandés" en la portada, aunque se trata de papel impreso pues debieron abaratarse los costos de producción. La "piel" del lomo y las esquinas la "avejentamos" y la teñimos para que reforzara esta idea del diseño de hacer una libreta antigua... Desde luego no debe olvidarse que con fotografías... Las guardas también imitan al papel "manila", aquel con el que forrábamos nuestros bellos libros de texto gratuitos...

Con este mismo papel resolvimos envolverlo y atarlo con un mecate oscuro. Así es como lo recibirá el lector, con esta misteriosa sensación que nos da hallarnos con un objeto que se conservó por mucho tiempo por ahí, quizás escondido o abandonado en algún rincón de la biblioteca paterna o en algún puesto de la Lagunilla... Toda su apariencia nos dice que se trata de un objeto único que ha estado esperándonos por años... Aunque todo es parte del diseño gráfico concebido para crear una atmósfera idónea al proyecto.


La edición cataloga el acervo que compró para el Museo de los Pintores Oaxaqueños –MUPO– los "Amigos del Museo de los Pintores Oaxaqueños A.C.", que preside el C.P. Sergio Castro. Mucha de la obra fue exhibida en sus salas en 2009, con notable éxito, gracias a la exposición titulada "Trazos íntimos" que dirigió el Maestro Juan Alcázar, cuando llevó los destinos de este museo ubicado en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca. Hay textos explicativos de esta edición de parte de estos dos personajes –Castro y Alcázar– quienes materializaron el proyecto. También hay otro, bastante analítico, del crítico de arte Juan Carlos Pereda y uno más de quien esto escribe, a quien le tocó hacer la semblanza de Nieto como dibujante. Este texto lo reproducimos al final de esta entrada, ilustrado con algunas obras que contiene este bello libro.

La edición es más bien corta –300 piezas– y estará disponible en librerías como Casa Lamm en Ciudad de México; Proveedora Escolar y Grañén Porrúa, en la ciudad de Oaxaca. Se presentará en la feria del libro de la Verde Antequera el 14 de noviembre de 2011 y tres días más tarde en Casa Lamm.
Sus dimensiones son 28.5 cm de ancho por 22 cm de alto, formato apaisado con 234 pp, impreso a todo color en couché semimate de 200 gr y encuadernado estilo "cartoné". Mi asistente en el diseño fue Richi Sandoval Vásquez. En los créditos institucionales aparecen "Amigos del Museo de los Pintores A.C.", "MUPO", "Conaculta y "Cámara de Diputados. LX Legislatura federal".

EDICIÓN PARA BIBLIÓMANOS
El proyecto editorial exigía un libro que pudiera comercializarse, pero que mantuviera su carácter de catálogo de arte. Que decida el lector si lo conseguimos.

Sin embargo, el entusiasmo que nos provocó la obra catalogada, así como la personalidad de Rodolfo Nieto, su trayectoria, la huella que le dejó en su alma la antigua ciudad de Oaxaca y su fascinación por el papel y por los papeles marmoleados, nos hizo avanzar un par de pasos más allá de nuestro compromiso y decidimos hacer una decena extra de "Libreta de dibujo para bibliómanos", es decir, para gente que adora los libros. Los mismos forman parte de una edición privada, fuera del circuito comercial.

El contenido es el mismo, pero la encuadernación cambió radicalmente porque además les hicimos unas cajas contenedoras llamadas "almejas", para reforzar la idea del libro como un objeto único, e irrepetible, digno de ganarse un lugar como "tesoro bibliográfico" en la biblioteca de su poseedor.


De esta forma, el libro se presenta encuadernado con piel natural teñida y "avejentada" por nosotros, más el papel marmoleado también hecho en casa... Caja y libro riman porque tienen los mismos materiales, con los mismos motivos ornamentales cada uno...

Esta es la caja cerrada


... y esta la caja abierta, ilustrada con un "espirógrafo" del maestro en la "cartera" izquierda, mientras sobre la derecha se ve el tomo sostenido y el cordón que sirve para abrir la caja con comodidad...

Otros libros son los siguientes...


No hay dos iguales...



En algunos se comparte la paleta de color... puesta en papeles hechos a mano...
En esta vista, por ejemplo, se notan los elementos que conforman el diseño gráfico, con las cartas de Nieto enviadas a su mamá...



Es muy importante para nosotros el manejo del color. Aquí puede verse esa rica cromaticidad de los papeles hechos y teñidos a mano con los dibujos que Nieto hizo sobre papeles de matiz azul agua y verdoso... Desde luego no se trata de rivalizar... sino de dialogar con el Maestro.


Los tonos sepias y tierras nos dan también una rica sensación una vez que se han puesto sobre el papel y la piel...


Aquí podemos ver las cartas con sus sobres y las postales que se integraron, todas relativas a la época de su niñez del artista, es decir, el Oaxaca que vio.


Ya todos los 10 libros especiales con sus "almejas" fueron obsequiados por mí a quienes se esmeraron en conseguir esta obra plástica, poco conocida, para el acervo del MUPO y para financiar esta edición que hoy presentamos. Es un modo de agradecerles esa iniciativa y esa buena voluntad.
Por supuesto, me quedé con un par para mi biblioteca...

Y ahora un texto final... el mío.



RODOLFO NIETO, DIBUJANTE
BREVE SEMBLANZA
Nació en el barrio de La Soledad, en una antigua casa que no ha cambiado mucho desde aquel lunes 13 de julio de 1936 cuando lo trajo al mundo doña Josefina Labastida Herrera. El primogénito del médico epidemiólogo Rodolfo Nieto Gris pasó sus primeros años jugando y leyendo historietas y libros distintos a los escolares en ese barrio que fue el apasionado corazón religioso de la ciudad, donde coincidían de manera masiva el fervor popular con el dolor de una Madre sola ante su hijo muerto. Todo ello, sin embargo, no lo convirtió en un feligrés practicante. Únicamente lo hizo un observador más refinado de su entorno. 
Jaime Moreno Villarreal describió así su rutina: A los cinco o seis años cruzaba todos los días frente al taller de un pintor de santos que restauraba yesería y dorados, y se ponía a contemplarlo en su labor.1 La casa natal, que aún está en pie, se ubica en la primera calle de Díaz Ordaz número 103 –sobre la acera oriental– y hace esquina con la avenida Independencia, principal vía que cruza de este a oeste toda la ciudad, pues antaño fue el Camino Nacional y aún antes el Camino Real que llegaba hasta Guatemala, uniéndola con Puebla. Cuando nació el pintor aún conservaba las banquetas de cantera y el arroyo empedrado, con un caño a media calle para desahogar el agua de lluvia. Eso la convirtió en un interesante espacio de juegos para él.

Iglesia de La Soledad


Hacia la década en que nació el niño Rodolfo, el ámbito moral y el ritmo religioso de la vida de la pequeña ciudad de Oaxaca lo marcaba el calendario litúrgico de la basílica de La Soledad, una mole de piedra de impresionante  tamaño, distante de su casa natal unos ochenta metros. Si algo importante tuviera que llegar a la ciudad, necesariamente debería pasar por esa esquina donde vivían los Nieto Labastida. Así que aquella debió haber sido su primer mirador de novedades urbanas, fueran desfiles, procesiones, circos, calendas, funerales o marchas, pues todo atraviesa esa calle todavía en nuestros días. Por esa avenida llegaban todos los que se bajaban del tren y por ella pasaban todos los que tenían que subirse en él. Éxodos y migraciones tomaron esa vía donde estuvo la ermita de san Esteban, levantada allí para detener –con nada más que la fe– las epidemias que pudieran llegar a la ciudad de Antequera, en el siglo XVI.
La vida citadina lo marcó desde pequeño. Se volvió un “animal urbano” que vestía muy atildadamente a la moda, siempre distinguido por el buen gusto y la elección de los colores en su atuendo personal. Sus amigos de infancia y familiares le apodábamos el biche, porque tenía los ojos verdes. Dibujaba muy bien, de manera particular animales. Tenía una facilidad innata. Otra cosa que hacía extraordinariamente bien eran pequeñas figuras de plastilina: aviones, carros, caballos, guajolotes, chivos, de todo… recuerda su primo Ernesto Miranda Barriguete.2 
Su padre fue un médico letrado, inteligente, liberal, bien parecido, que falleció a causa de haberse contagiado en una de las últimas epidemias de tifo que azotaron Oaxaca.3 Su ejercicio profesional lo hizo, a los ojos de su hijo, una sombra en su propia casa y su temprana desaparición enfrió todavía más su sensación de orfandad paterna. Su madre, doña Josefina, provenía por la parte materna de una familia muy antigua apellidada Bonavides, que habían sido propietarios en la Mixteca de “trenes de mulas” -así se le decía a la arriería. Mantuvo con ella una ternura que sólo se nos refleja en los dibujos de sus animales, especialmente sus gatos. En la breve correspondencia que se incluye en este volumen el lector podrá entender esta liga sentimental con quien fue el centro de gravedad de su excéntrica carrera.

Vista de la ciudad en los años cuarentas...


El otro mirador al que tuvo acceso era la prensa nacional que llegaba a aquel hogar de clase media. Su padre, como muchos profesionistas, buscaban estar enterados de los acontecimientos mundiales que comenzaban a tener en ascuas a la opinión pública mundial. En nuestro país las cosas no estaban mejores. Lázaro Cárdenas había asumido la presidencia el 1° de diciembre de 1934 y había dictado cambios dramáticos en favor de las clases populares, lo que le acarreó la animadversión de buena parte de la sociedad que lo ubicaba como peligroso miembro de una conjura internacional de izquierda. La prensa nacional daba razón de todos estos sucesos que tendrían su clímax el 18 de marzo de 1938 cuando decretó la expropiación de las industrias petroleras británica y americana, tras meses de feroces jaloneos. Este clima de expansión militarista del fascismo en el mundo y de inquietud social y política era el que envolvía al país entero. La pequeña ciudad de Oaxaca se enteraba por estos medios: la estación de radio xeax, el telégrafo y la llegada por ferrocarril de publicaciones editadas en la capital de México.
Siete años antes la Verde Antequera había sido semidestruida por un terremoto, el más intenso que hubo en todo ese siglo. No solamente había derruido casas e iglesias sino que había dejado una secuela de pobreza general y limitaciones que estancaron su economía. El temor a terremotos más intensos y sus consecuencias  hizo a cientos de paisanos emigrar paulatinamente hacia la capital del país, más en busca de empleo que de techo. Algunos se transterraron definitivamente, como los Nieto. La mamá doña Josefina, casada en segundas nupcias, y quien sostenía al hogar haciendo trabajos de costura; Rodolfo, el primogénito que años despues la retrataría al carboncillo sobre cartulina, en la que plasmaba el rostro cansado de su madre, de marcadas ojeras pero de mirada profunda y decidida. En este retrato el joven artista dibujó tambien en un segundo plano la máquina de coser, el instrumento con el que doña Josefina sostuvo a sus hijos. Está fechado once meses antes de su partida a París. Dejarían de verse  10 años. Carlos Nieto -escritor- su hermano de padre e Ignacio Saucedo Labastida –medio hermano– también abandonaron Oaxaca en 1946, cuando el médico había ya muerto. No le pudo tocar al joven Nieto la posibilidad de inscribirse en la naciente Escuela de Bellas Artes que construiría el gobernador Eduardo Vasconcelos en 1950, a la vuelta de su casa, en el ex convento de san José, que había sido hasta entonces cuartel de la Policía Montada. Antes de partir hacia la gran metrópolis que era la ciudad de México, Nieto vivió la última parte de su infancia en el barrio de Xochimilco por una corta temporada. Este barrio, que ha sido desde la época novohispana espacio de talleres artesanales de textiles y más tarde de hojalateros, está al norte de la ciudad y hace frontera con el barrio del Carmen Alto, donde 37 años antes había nacido Rufino Tamayo (1899-1991), con quien años después nuestro artista haría una gran amistad en París y se demostrarían admiración mutua por su modo de pintar. Estos tres barrios no están distantes entre sí a más de 10 minutos a pie. 

El viejo zócalo...



La llegada de publicaciones a través del ferrocarril no era constante ni puntual, pero no había más medios de comunicación disponibles. El periódico y las historietas eran otro miembro cotidiano de aquella familia que los devoraba cada vez que llegaban y el pequeño Rodolfo ya tenía su sección favorita: Tarzán, el rey de los monos. De entre todos los “monitos”, aquel le marcaría de por vida su corazón de dibujante. 


BESTIARIOS
Dos son la razones de estas primeras y a la vez informales lecciones de dibujo que reconoció en Tarzán Rodolfo Nieto. Lo expresó de su puño y letra en un texto que escribió y fechó el 14 de septiembre de 1968, a propósito de su exposición titulada Bestiario, integrada con los dibujos de animales que había hecho en el zoológico de Basilea, Suiza. 
La primera razón de ellas fue dedicarle sus dibujos a Burne Hogarth (1911-1996) y la segunda sostener que hay héroes integrales de cómics que existen realmente fuera de la mente que los imagina. El artista escribió este párrafo:
Burne Hogarth, artista prodigioso
–responsable del “descubrimiento” de la Bande Dessinée–, que hizo saltar de liana en liana, luchar y defender causas justas a Tarzán... (Tarzán, en Oaxaca, en París, en México o Singapur, para unos más, para otros menos, es un héroe de nuestra época). El trazo vigoroso, el dinamismo del dibujo, lo hacen insuperable. Junto a las tiras cómicas de Hogarth, el Tarzán del cine no es más que una imagen achatada.4
Al reconocer Nieto su deuda con el artista pop norteamericano recordó también el Oaxaca de su infancia. En efecto, Hogarth se había hecho cargo de dibujar Tarzán, rey de los monos entre 1937 y 1945 y tras una pausa hasta 1947. Nieto lo recuerda con nitidez como una lectura obligada cuando tenía alrededor de diez años de edad. A Hogarth se le reconoce ahora como un maestro del género: sus imágenes estaban llenas de energía. Los escorzos eran audaces, tan manieristas como las escenas de caza o de guerra de Rubens. Dibujaba el torso de Tarzán y sus animales aliados haciendo espirales tan vigorosas como columnas salomónicas mientras combatían enemigos. Todas sus composiciones estaban repletas de tensión y color. Usaba todos los puntos de vista posibles: vuelo de pájaro, escenas subacuáticas, tomas desde lo alto de las ramas, escenas voladoras entre lianas dentro de la jungla, manadas salvajes corriendo locamente y luchas cuerpo a cuerpo inverosímiles, la fauna y la flora formando diagonales que cruzan cada escena, vistas llenas de contraste lo mismo si son al vivo sol que bajo la luna en algún lugar de la selva... El dibujo era llevado al límite por Hogarth, expresando con enorme vigor barroco para el lector guiones donde la vida del héroe estaba de por medio. Estas tiras llenaban de fantasía e información colorística, gestual y dibujística la mente del pequeño Rodolfo que veía en ellos acercamientos a los rostros de animales bajo múltiples circunstancias. Esta manera de dibujarlos no la olvidaría jamás: los animales se expresan en su propio lenguaje, sus movimientos tienen una gramática cuya música no siempre llegamos a escuchar bien del todo; cuando sus ojos y nuestras miradas se cruzan quedan en ese instante al desnudo los signos que nos unen con la vida y entonces, sólo entonces, la entendemos como un mundo único, maravilloso y lleno de tensa energía. Trato de hacer una pintura antagónica, llena de tensiones; la tensión es la clave de mi pintura, le dijo a Ulises Carrión en una entrevista. 
Además del contenido estético de estas “academias tarzanescas” que ocurrían en la avispada mente del niño Rodolfo, también dejó huella el sentido ético del cómic americano salido de la pluma de su autor, el novelista Edgar Rice Burroughs (1875-1950). Tarzán es un héroe romántico que se sobrepone al infortunio de verse abandonado en la jungla africana. Huérfano y aislado en medio de un ambiente natural donde no puede haber más ley que la del más fuerte, su fin es inminente. Sin embargo, el bebé destinado a morir devorado por las fieras, es criado por Kala, una gorila que le brinda el afecto que no pudo recibir de sus padres biológicos. Hay una ilustración clásica de Tarzán llorando a mares por la muerte de su anciana madre gorila, cuya cabeza sostiene entre sus poderosos brazos. Un árbol de trazos hirsutos como llamas en espiral, sirve de sostén al héroe mientras a lo lejos su manada lo ve con los ojos llenos de dolor doblarse una y otra vez ante el cuerpo oscuro y exánime de su “madre”. 
Nieto siempre sintió ternura por los animales. Hasta el día que exhaló su último aliento no le acompañó otra propiedad personal en su ya vacía habitación que su libro Las florecillas de san Francisco,5 el santo que logró amansar un lobo feroz y ponerlo en paz con los vecinos del pueblo de Gubbio. ¿Qué había hecho el fratello para conseguirlo? Salir de su espacio seguro para buscar a la bestia en su propio territorio, dialogar con ella y al final estrecharse la mano y la pata. Nieto, a través de sus dibujos emprendía aventuras similares saliéndose de su estudio y yéndose a parar a los zoológicos de Chapultepec y de Europa. En este catálogo abundan ejemplos de esta actitud libertadora. En sus dibujos ningún animal permanece en su cautiverio.



Quizás de Tarzán recibió estas primeras lecciones sobre lo nobles que son los animales, cuyos ojos, rostros y actitudes humanizadas nos hacen pensar que aunque ellos no posan para el artista son conscientes de sí mismos y de su situación. En este libro aparecen muchos de ellos dibujados con enorme fluidez, en una sola operación en la que el lápiz no fue despegado del papel. Nieto retrató pacientemente a su gata favorita y mantuvo en sus departamentos, a veces de manera clandestina, gatos a los que daba refugio. Los ojos de sus “bestias” son dignas de observarse con esmerada atención pues en ellos situó Nieto el foco de sus tensiones. 



El amor por los animales debió haberlo aprendido en la casa paterna, pero su modo de mirarlos nos anuncia la presencia de Hogarth –autor del libro Anatomía dinámica– teórico del dibujo y a quien llamaron sus “fans” el “Michelangelo del cómic”...  El cine comercial contemporáneo norteamericano también es deudor de aquella estética y es el vehículo que la comunica a las nuevas generaciones.
Los “mangas” y “animes” japoneses, cómics que compran, leen y coleccionan los adolescentes oaxaqueños en la actualidad, son una parodia  también de las audacias que marcó Hogarth. Los “grafitis” suburbanos y el “taggeting” con los que invaden la ciudad buscan expresar esa misma estética de la tensión, aunque quizás ni cuenta se den y el resultado deje mucho que desear desde el punto de vista del arte.
 Ahora nos queda clara la influencia de los medios masivos de comunicación, pero en la década de los cuarenta pocas mentes lo podían distinguir. Una de ellas fue la de Nieto. El escritor Alberto Blanco lo expresó así en el catálogo de 2005 Dibujos y obra gráfica:
Puedo ver a Rodolfo Nieto dibujando en el zoológico de Basilea manteniendo con su lápiz la antorcha de la pasión encendida. Al ver con detenimiento (...) el formidable dibujo que hizo de un mandril, no puedo dejar de sentir que se trata de un animal, por así decirlo, dibujado desde dentro. (...) Es tal el poder de observación, de compenetración (...) que uno siente que el artista ha sido capaz de absorver mediante un pase chamánico la esencia misma del mandril.6






De las historietas se puede aprender precisamente que son capítulos –quizás insustanciales– que narran una sucesión de acontecimientos de manera lineal, pero enriquecida mil veces por los dibujos que la acompañan y la hacen irresistible a los ojos de cualquiera. Hay allí pues un tema que tiene un principio y un final y en el medio unos episodios que la hacen emocionante, aleccionante o simplemente divertida. El cómic busca esencialmente el entretenimiento infantil y juvenil, pero se nutre de situaciones morales que subyacen en todas las sociedades: la jungla está llena de enemigos, pero también de amigos. Hay seres malévolos, pero hay quienes luchan una y otra vez por derrotarlos. Tarzán es un hombre blanco, hijo de un Lord inglés, que vive en una manada de monos y aprende su lenguaje; crece poderoso –protegido por Kala– y un día mata al egoísta gorila alfa y se queda como el rey de su manada y gracias a que no solamente es fuerte y astuto sino principalmente a que es justo y defiende a los débiles, deviene en el rey de la jungla. Por eso se vuelve el héroe pop que recordaría toda su vida Nieto. Me atrevo a pensar que Nieto veía en el autodidactismo de Tarzán –aprendió a leer y escribir cuando recuperó en la jungla libros extraviados por su padre– un referente para formarse a sí mismo como dibujante, pero siempre construyendo desde el fondo de su propio vocabulario plástico. Con mucha perspicacia José Manuel Springer ha hecho notar en un ensayo dedicado a la obra gráfica de Nieto que sus animales “están surcados, yo diría que tatuados, con formas parecidas a jeroglíficos (espirales y triángulos concéntricos) localizados dentro del contorno de la figura.7
  
Viejos habitantes de esta ciudad me confirman que en efecto, las historietas eran cotidianas en los hogares oaxaqueños en los cuarentas del siglo pasado: Pepín y Chamaco –que eran cómics mexicanos–, La sombra y todas las de Walt Disney eran compradas por las mamás de clase media para entretener a sus hijos. Era una ciudad donde estas tiras se leían a la luz del día o bajo la luz de velas, pues la energía eléctrica que servía a la ciudad fallaba todo el tiempo. Así pues estos “monitos” se leían y releían muchas veces y se intercambiaban entre la palomilla. El artista no pudo ser ajeno a la apariencia del papel económico en que venían impresas sus historietas. Mientras vivió en París, en los sesentas, desarrolló sus collages, a base de papeles pintados a mano que se usan en la encuadernación de libros, así como otras cartulinas de distintas texturas y calibres. Mientras él pintaba, su esposa Martha Guillermoprieto encuadernaba tomos a la manera artesanal antigua con papeles pintados a mano. El papel llegó a ser para él un medio muy dinámico en el que correría su mensaje con tinta, acuarelas, lápices, crayones y rasgaduras, por eso este libro ha buscado reproducir la atmósfera del gusto por el papel que el artista mostró en su trabajo. La siguiente cita escrita por el artista es ilustrativa de esta observación por cada uno de los elementos de una obra plástica: 
Papel Bristol pintado, recortado y ensamblado sobre triplay. El color debe ser terroso, polvoso o cal. El todo, realzado en un contorno violento y grosero; contrastando con la materia muy delicada.8 
Nieto rechazó la educación formal en las artes plásticas. Las líneas y composiciones de Hogarth le habían señalado el camino que quería seguir en el dibujo. Ya es lugar común decir que la base de todo gran artista es que sea un gran dibujante. Este libro nos da los elementos para conocer con mayor detalle esta habilidad innata del Maestro Nieto que por años ni él mismo creyó. En una entrevista que concedió a Ulises Carrión, que éste tituló La pintura como cataclismo, publicada en 1967, Nieto le dice: En el breve tiempo que estuve en La Esmeralda mis maestros me decían que no sabía pintar ni dibujar, por eso durante años pensé que era pésimo dibujante y peor pintor.9



En 1956 Nieto realizó un viaje por Monte Albán, Zaachila, Mitla y el Istmo de Tehuantepec. Le deslumbrarán los colores del trópico y la naturaleza: Comienza a dibujar los animales que allí ve libres por doquier, y que a lo largo de su carrera –ya sea en entornos domésticos, en parques zoológicos o sueltos por la calle– serán compañeros de su soledad y desarraigo.10 Moreno Villarreal agrega este dato: En la pequeña habitación de la Casa de México (en París), donde vivían y comían se hospedaba de contrabando un gatito, el primero de los que acompañarían al matrimonio Nieto en cada uno de sus departamentos parisinos...11






PARADOJAS
En los sesentas del siglo pasado, la vida en el París bohemio era una sofisticada mezcla de literatura y experiencia vital extrema, particularmente para los latinoamericanos refugiados allí. Fue la época de oro del existencialismo francés, filosofía que sostiene que la vida carece de sentido y que cuando se  habla de destino se deja de hablar de la vida misma porque entonces se hace literatura. Las letras se viven. La vida es una corta frase compuesta de un único verbo que, además, carece de límites. La experiencia personal es intransferible, aunque la literatura se esfuerza por comunicarla. Tal es su único valor, si es que tiene alguno. La vida se vive y ya. La existencia de cada uno es una sucesión de “situaciones” y no precisamente coherentes. Nieto visitaba obsesivamente museos y zoológicos. A éstos acudía con más de una libreta para dibujar a los animales en cautiverio que más le intrigaban. Él mismo se describe a sí mismo en esta situación: 
Una jungla de colmillos, de garras, de pezuñas y pestañas, raíces y ramas exasperadas que se entrelazan en estanques torturados. Los años transcurren y el niño [Nieto mismo] es un enamorado del zoológico. Más tarde obstruye empecinadamente los zoológicos importantes de Europa... 12
Usó el pintor el verbo “obstruir” de una manera tan surrealista que esta frase ha llamado la atención de sus biógrafos y críticos. A mí me parece que es literatura exquisitamente cortazariana... 
  
Fruto eternamente maduro de aquella época es la novela Rayuela del escritor del boom latinoamericano Julio Cortázar (1914-1984), mitad argentino mitad francés. 

Este hombre cada mañana se proponía vivir lo que había escrito aquella misma madrugada. Un alma gemela de la suya fue Nieto, sólo que él pintaba en orden lo que su imaginación desordenada le había dictado durante el sueño, la vigilia o el estado de embriaguez. Estaba metido de cabeza el oaxaqueño en desentrañar lo que su amigo Severo Sarduy (1937-1993) le acababa de dar en complejas lecciones:13 la semiología, la disciplina de los signos, los significados y los significantes. No tiene sentido definirlos en este escrito, pero se comprenderá mejor si recordamos la anécdota siguiente que recuperó Moreno Villarreal.
Nieto había leído páginas del manuscrito de Rayuela y otros cuentos ya publicados que escribía su camarada Cortázar, como el titulado Axólotl14 que es una metáfora de la soledad, según sus críticos. Nada más leerlo, se fue al acuario del “Jardin des Plantes” a conocer con sus propios ojos al misterioso ajolote azteca, otro residente solitario en París. 
El primer párrafo del cuento dice así:
Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axólotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axólotl.
En el cuento, un hombre solitario y sin destino, acude aburrido a un acuario donde descubre un pequeño animal de forma fálica y ojos dorados, tan pequeños como cabezas de alfiler. No le halla identidad conocida y lee su ficha: axólotl azteca. Vuelve a mirarlo entonces con más atención y entonces el pequeño anfibio y el visitante cruzan la mirada y sellan sus destinos. Él lo visitará diario y enfocará su mirada en el fondo de los ojos del animal, en los que se irá paulatinamente adentrando hasta que llegue el momento en que él se convertirá –en cuerpo y alma– en el ajolote que se mira a sí mismo a través de la pecera... ¡Qué paradoja!

Al igual que Nieto, docenas de mexicanos que llegaron a París15 y habían leído a Cortázar, se dirigían religiosamente al acuario a repetir este rito fantástico que la semiología ocuparía decenas de páginas para explicarlo con dudosa claridad. Los años sesentas fueron la década en la que las paradojas alcanzaron un brillo como pocas veces. La literatura, pero también la pintura –y Nieto es prueba de ello– se encargaron de expresarlo a su modo. Quien llegaría más lejos que nadie sería Jorge Luis Borges (1899-1986), el fantástico escritor que fue el maestro de las paradojas: ¿Quién escribe este poema, Borges o yo?... anotó en su célebre poema Los Dones.

Trabaron amistad con Nieto a principio de los sesentas muchos escritores, como Octavio Paz (1914-1998) y el mismo Borges. El artista oaxaqueño fue escogido por la editorial Maurice Nadeau para ilustrar el libro Manual de zoología fantástica, del escritor argentino. 


En la obra de Rodolfo Nieto que va de 1960 a 65, la fusión entre el hombre y el animal encuentra como lugar de conformación la cara: personajes con rasgos animales, rostros indecisos entre el hombre y la bestia, y finalmente la fusión interior, cerebral, en una “Zoología mental”16, escribió Moreno Villarreal.

En este libro se reproducen gouaches de Nieto que se titulan Zoología mental (1964), fruto de su trabajo dibujístico cuando había ya asimilado completamente el estilo de vivir cosmopolita de la Ciudad Luz y había ganado la Bienal de París un año antes. De aquella época y aún de antes, proceden obras aquí reunidas como un todo que en esta exposición se revela como mayor que la suma misma de sus partes. En Zoología mental, la paleta cromática utilizada nos revela que su alma se había convertido en París, de tanto mirarlo desde su ventana. Le ocurría lo mismo que al personaje del cuento Axólotl: Desde 1960, la paleta de Nieto había variado ostensiblemente, obedeciendo a la luz de París. Los grises, los azules apagados definían la base de una gama tamizada y un tanto polvosa.17


Los dibujos reunidos en este volumen abarcan desde los años más tempranos hasta 1970. No se trata de verlos como una curva continua y cronológica sino como las “situaciones existenciales” que definió Jean Paul Sartre, el filósofo y escritor francés más influyente durante la época en que Nieto vivió en Europa.

Siguen el criterio curatorial con el que se exhiben reunidos por primera vez. 

Es oportuno también citar aquí la visión que de Nieto hizo el escritor Alberto Blanco, quien apuntó el “significante” de zoología hacia otro lado, bastante insólito y paradójico respecto al título de esta serie de dibujos: Sología. Parte de la historia natural que trata de la soledad del ser humano...18

Carlos Nieto, su hermano y poeta, queriendo retratar su esquiva efigie le dibujó con estas líneas, en 1993:
Quién es el que se embarca
ahogado de verdes y de sienas
buscando la orilla letal de tu mirada;
Quién es el que naufraga
abajo de tu corazón
sin hijos y sin nada?19

CARTAS DESDE PARÍS
Hay un rincón del alma humana que sólo se da a conocer a través de las cartas que se escriben al ser más amado –u odiado– desde tierras muy lejanas. 
En el diseño de este libro decidí presentarlo como si se  tratara de la libreta misma de Rodolfo Nieto. La portada recuerda el modo como se fabricaban esas antiguas libretas con pasta dura, encuadernadas “a la holandesa”, es decir con triángulos en las esquinas. El papel imita al “marmoleado” de antes y le da esa atmósfera de cosa vieja. En el lomo y en las esquinas se usará piel reproducida con el sistema offset.
Decidí presentar las cartas con sus sobres y agregarlas al libro, para que el lector tenga la sensación de que está ingresando a un espacio íntimo en el que lee la correspondencia privada del artista. Alguna irá suelta entre las páginas del volumen y las demás en una cartera que hicimos a propósito para ellas. Igual ocurrirá con las postales con las que el lector deberá “tropezar” por sorpresa. Quizás caigan del libro mientras lo hojea por primera vez. Eso será bueno. Si le molesta, las podrá meter en la cartera que estará al final. Estas postales le darán información gráfica del Oaxaca que fue la cuna de Nieto. La idea es que se sienta que son fotos que guardó el mismo artista para observarlas cuando estuviera lejos... Al final colocamos todas las fichas catalográficas, para dejar el volumen sin número de folio consecutivo. No le hará mayor falta. Como espero pueda apreciarlo el lector, los textos analíticos no abren este libro, pues no se trata de lo que opinemos terceros respecto a lo que dibujó el artista. Será Nieto y su obra la primera voz, la primera imagen, la primera silenciosa secuencia. He escogido que la obra se exprese de lleno y por sí misma durante muchas de las páginas que integran este volumen. Después se abren los espacios a la información textual, a los créditos institucionales y personales.
  
Con este volumen se reproducen facsimilarmente cuatro cartas desde París (una sin su sobre original) que me proporcionó Noel Cayetano.20 Todas fueron dirigidas a su madre. Están escritas con la misma pluma fuente. En la primera usó el papel cebolla que tomó del camarote del barco que lo dejó en Amberes. Es muy larga y el hijo redacta sus notas como si estuviera platicando con doña Josefina, escribiéndole preguntas que él mismo se contesta. En esta carta (13-XII-60) la letra es apretada, hecha con toda la dedicación de que es capaz. En cambio, la última carta (18-III-66) de las aquí reproducidas, mostrará los signos de haber sido hecha a las volandas, con letra muy extendida, con mucha ansiedad. Han pasado años y el pintor está metido en sus proyectos. El triunfo y la fama ya le sonríen.
Volviendo a la primera carta describe a la madre ausente lo que ve y cómo lo siente. Es invierno y tiene 24 años: 
La luz del sol es plateada... No he visto mujeres bonitas... París es bello. Las catedrales me vuelven loco. Las gárgolas son fascinantes. Todo es negro y el cielo es gris... Donde vivo es precioso... La universidad es inmensa...
El lector podrá conocer directamente el 
contenido y sentir la temperatura del alma de quien las escribió. Tiene una ortografía impecable, muestra de su educación esmerada. Las frases son cortas. Puntuales y directas sus descripciones. Compara las ciudades de México y París y da razón a su madre de los altos precios de todo.

Cuando ha cumplido un año, en la carta del 6-XII-61, le dice que está aburrido, molesto consigo mismo y de mal humor. Para colmo, ni doña Josefina ni sus hermanos le han escrito una sola línea: 
Mi vida se pierde en el deseo; en ocasiones ni eso me queda [...] Estoy a gusto pero siempre inconforme y odiándome cada vez más, escribe.
Se muestra angustiado porque pasan los meses y sus ingresos de pintor son sólo para sobrevivir:
Por otra parte me siento muy mal por no haber podido enviar nada [de dinero] para ayudar en algo... 
Aunque se ha esforzado visitando galerías, confiesa que es sólo uno de los 150,000 pintores que habitan en París... Pero la fortuna no estaba tan lejos. Poco más tarde la Galerie de France, la más importante en aquella época, le avisa que sí le representará. Entonces Nieto se alegra y le escribe a su madre que la nómina es tan selecta en aquella Galerie que sólo tenía 27 artistas y que él sería el 28 y el más joven de todos y que el otro mexicano que está es Rufino Tamayo: Ahora seremos dos: ambos de Oaxaca.
Está trabajando febrilmente 92 óleos y se ha dedicado a la acuarela y al dibujo, lo que le reconforta bastante. Le avisa a doña Josefina 
que se irá a Oslo, a exponer obra (junto con otro colega y paisano: Francisco Toledo) y le confiesa algo que seguramente le hará feliz: 
Hace 8 meses que no me emborracho ... y un año justo en que no he tomado más allá de cinco copas...
En las otras cartas el lector podrá abrevar por sí mismo en la vida íntima de Nieto. Sus cartas son documentos de primera mano para profundizar en el conocimiento de tan importante pintor. Pero para esta semblanza que sólo busca interesar al lector en su trabajo dibujístico, han sido suficientes estas cuatro, por ello no abundaré sino en el dato de que el artista, quien había casado recientemente con Martha Guillermoprieto, –también estudiante de arte junto con él en La Esmeralda– se van a Europa en un transatlántico de la línea Holland-America Line, partiendo en diciembre de 1960 del puerto de Tampico. 
Agregué vistas de la ciudad de Oaxaca porque fue la primera fuente de imagenes, signos, símbolos, colores y contradicciones de Nieto. Fueron seleccionadas de la fototeca de la Fundación Bustamante Vasconcelos. 


Ellas le ilustrarán al lector acerca del espacio y el tiempo que fueron el primer crisol donde se forjó su dramática alma de artista. El pintor que se autoexilió en París en 1960, volvió a México en 1972. El retorno a Oaxaca le brindará un reencuentro muy significativo con los animales del solar de la infancia.21


Rodolfo Nieto Labastida había completado, quizás, el ciclo del exilio, pero su alma jamás volvió al punto de partida. Murió el 24 de junio de 1985, en el Distrito Federal. Era lunes.
Claudio Sánchez Islas.
Ciudad de Oaxaca.
Las fotos e ilustraciones aquí utilizadas pertenecen al libro...

Agradecimientos:
Agradezco mucho a Noel Cayetano Castro la valiosa información que me proporcionó, las cartas del artista y el contagio de su entusiasmo por conocer y estudiar la obra de Rodolfo Nieto. También agradezco a la Contadora Chelito Bustamante, directora de la Fundación Bustamante Vasconcelos, el acceso a sus archivos y finalmente reconozco que el brillante ensayo de Jaime Moreno Villarreal, publicado en el catálogo Homenaje a Rodolfo Nieto lo he tomado como eje estructural para escribir esta breve semblanza del maestro Rodolfo Nieto, dibujante, pero desde luego, las opiniones, interpretaciones y conclusiones son responsabilidad mía. 

Notas:
1. Jaime Moreno Villarreal. p.21.
2. Entrevista personal con Ernesto Miranda Barriguete, del 7 de julio del 2010, en la ciudad de Oaxaca.
3. Jaime Moreno Villarreal. p.22
4. Rodolfo Nieto. Bestiario. p.2.
5. Jaime Moreno Villarreal. p. 37.
6. Alberto Blanco. p26.
7. Ídem.
8. Jaime Moreno Villarreal. p.33.
9. Alberto Blanco: Rodolfo Nieto. La razón fantástica. en Rodolfo Nieto. Dibujos y obra gráfica, p. 18
“La pintura como cataclismo”. Rodolfo Nieto, entrevista con Ulises Carrión. Mundo Nuevo, num. 11, mayo de 1967, pag. 54.
10. Jaime Moreno Villarreal. p.23.
11. Ídem. p.25.
12. Rodolfo Nieto. Bestiario. p.2.
13. Jaime Moreno Villarreal. p.27.
14. Julio Cortázar. Final del juego, 1956.
15. Jaime Moreno Villarreal. p.26.
16. Ídem. p.27.
17. Ídem. p.25.
18. Alberto Blanco. En Rodolfo Nieto. Bestiario, p. 5.
19. Carlos Nieto. Rodolfo Nieto, febrero 1993,
en: Bestiario. p.12
20. Galerista y curador de la exposición Trazos íntimos de Rodolfo Nieto. Julio 17 a septiembre 12 de 2010 en el Museo de los Pintores Oaxaqueños. Ciudad de Oaxaca.
21. Jaime Moreno Villarreal. p.32.

Fuentes:
- Alberto Blanco. Rodolfo Nieto. La razón fantástica.
En: Rodolfo Nieto. Dibujos y obra gráfica.
Conaculta, INBA y Museo de Arte Moderno.
México, D.F. 2005.
- Alberto Blanco. Manual de sología fantástica de Rodolfo Nieto. 
En: Rodolfo Nieto. Bestiario.
Galería López Quiroga.
México D.F. 1993.
 -Rodolfo Nieto. Bestiario. Planta Alta.
En: Rodolfo Nieto. Bestiario.
Galería López Quiroga.
México D.F. 1993.
- Jaime Moreno Villarreal. Lo que era todo tiene que ser nada.
en: Homenaje a Rodolfo Nieto (1936-1985)
Beatriz McKenzie, edición y supervisión.
Turner Libros, S.A.
Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, A.C.
Monterrey, México. 1995.
- Jorge Alberto Manrique. Artistas en Oaxaca.
En: Hechizo de Oaxaca.
Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey A.C.
Monterrey, N.L. 1991.