Una figura sustancial en ritualidad indígena de Oaxaca es el huehuete. Cumple una serie de funciones en la etiqueta social, específicamente en el cumplimiento de la correcta correspondencia entre la vida moral y los compromisos familiares e individuales definitorios, como la boda y el bautismo. El escenario donde se desenvuelve está predeterminado por la moral católica y sus ritos, más los comportamientos y frases que la costumbre ha ido construyendo a lo largo de décadas, siglos, más bien.
El huehuete es una presencia real en la vida rural y aun se le ve desempeñándose en ciudades pequeñas, como Tlacolula de Matamoros. Este libro es el caso narrado precisamente por un huehuete, que es el autor: don Froylán Pérez López.
No conozco otro libro en que se desvelen tantos detalles acerca de su misión dentro de las ocasiones solemnes en que cada familia se ve envuelta a lo largo de su existencia. Por eso este libro resulta interesante, pues lo que dice está sostenido en la experiencia, en la vivencia, en el cumplimiento del deber que ha venido haciendo el autor.
Su portada es la siguiente:
Introducción
Para abordar un tema es importante conocerlo, o al menos tener datos para conceptuarlo y así explicarlo desde una perspectiva personal, en el punto de la vivencia conceptuada como realidad. Vivir o experimentar algún fenómeno natural o social, combinándolo con los factores del entorno, nos da una apreciación individual o colectiva, que influye en todos nuestros sentidos dejando un aprendizaje significativo. Por lo tanto el nacer y crecer dentro de un núcleo o grupo social determina el comportamiento del ser humano. Expuesto al análisis crítico de quienes tengan en sus manos el presente documento tendrán la oportunidad de sopesar este sencillo trabajo para analizarlo con el afán de mejorarlo en el vivir, para el bien de la sociedad. Así también podrán entender el entorno físico de nuestro valle tlacolulense como legado histórico que reafirma nuestra identidad, conservarlo, preservarlo para disfrute de generaciones venideras.
Este material ahora en tus manos estimado lector, está compuesto de dos partes:
La primera, sustentada por la investigación empírica que se recoge a través de entrevistas realizadas a ancianos de esta localidad; caracterizados por sus conocimientos de las tradiciones y costumbres, en cumplimiento al envío encargado por la jerarquía pastoral de la iglesia católica, quienes interesados en el valor otorgado por la comunidad a las fiestas de bodas, integran un equipo de Agentes de Pastoral donde forma parte el C. Wilfrido López Cruz, quien de manera incondicional me facilitó sus conocimientos, tiempo y paciencia.
Esta etapa comprende la primera mitad del siglo XX, tiempo en que los ancianos entrevistados acumulan sus experiencias, quienes narran el proceso de integración de las familias de esta milenaria sociedad, pasando por el probable noviazgo, acuerdo de padres, pedimento de mano, entrada de yerno, hasta el culmen con el casamiento, en éste con la intervención de ellos, realizando la función de huehuetes.
La segunda se desarrolla en la etapa inicial de la sexta década del siglo XX, hasta la segunda del siglo XXI, y señalada con fecha en que se imprime el presente trabajo, donde el protagonista entrevistado vierte vivencias, ya como Huehuete, señala enfático que a pesar de los cambios sociales, tales como las actividades económicas, abandono del campo, migración, influencia de la escuela, las tradiciones culturales, están en etapa de resistencia, por lo que han mutado conservando su esencia de la cultura zapoteca que se destaca por el alto respeto a los padres, el amor a los abuelos, a familiares y a compadrazgos. El comportamiento de cortesía en los diferentes eventos familiares y sociales, el respeto a la naturaleza y actividades religiosas, usos y costumbres latentes en nuestra genética cultural asimilada por milenios de años de convivencia en esta área geográfica, también denominada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El tema que se aborda es el evento más importante del hombre: el casamiento, debido a que ocupará entre un tercio o un cuarto del tiempo de la vida terrenal y proyecta el resto hacia la convivencia social denominada familia; etapa acreedora de la multiplicación de responsabilidades emocionales, sociales, jurídicas y morales para quienes la integran, especialmente en este siglo XXI donde consolidar una familia dignificando a cada uno de sus integrantes, anteponiendo los cónyuges el bienestar individual de ambos por amor a la familia.
La familia es la institución natural más antigua que viene de la mano con la humanidad, por consiguiente ha evolucionado con ésta en las siguientes etapas:
Consanguínea: Cuya característica principal fue la promiscuidad absoluta, el parentesco solo es considerado por la línea materna.
Punalúa: Esposas y esposos de diferentes clanes sin particularizar parejas.
Sindiásmica: Forma de aparejar a las personas sin que vivieran juntas, con la decisión de separarse de cualquier miembro de la pareja.
Patriarcal: Autoridad absoluta del hombre quien contraía matrimonio con varias esposas.
Monógama: familia considerada de la sociedad civilizada entre un hombre y una mujer con cohabitación exclusiva y consanguinidad independiente.
La integración actual de la familia y el simbolismo que le acompañan, elementos tangibles e intangibles que hacen su consolidación como compromiso de los participantes inmersos en la sociedad con legados de la cultura zapoteca, cuya evolución se manifiesta en diálogos consuetudinarios a la pregunta sobre el estado civil de un ciudadano o ciudadana, al responder “casado(a) por la tres leyes, ante Dios, los hombres y por la ley de los hombres”; Indicando que su compromiso lo ha asumido en el plano espiritual con las normas religiosas respectivas a su profesión de fe, la participación armoniosa de ambas familias y en apego a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con el propósito de crear un ambiente propicio para el desarrollo de los seres que integran este núcleo social.
Los preparativos, organización, invitaciones y contratación de los servicios, presencia de la familia, familiares y amigos de ambos contrayentes al matrimonio, el ambiente de alegría, abrazos, regalos, música, alimentos especiales, sonrisas y parabienes construyen la fortaleza del cuerpo, alma y espíritu de cada integrante de la nueva familia que inicia su proyecto de vida fortaleciendo así el compromiso. A modo de ilustración sobre el concepto del compromiso, lo abordo con el rico guisado llamado “higaditos” cuya integración del tomate, miltomate, ajos y cebollas, predomina la carne y los huevos, el primero generalmente era de cerdo, pero en la actualidad ha sido sustituido o combinado por el de pollo, resumiendo: para elaborar el rico platillo de “higaditos” las gallinas ayudaron y el cerdo se comprometió.
Poseedores de una gran herencia cultural construida por más de diez milenios, una de las seis culturas más antiguas del mundo, la de México que incluye a la estirpe zapoteca, en ella existen hombres importantes selectos entre los ancianos, a quienes se les denomina en la lengua materna Bets gul, que traducido al español significa “el Hermano mayor” y Huehuete en la lengua náhuatl. Actualmente es conocido con el segundo nombre, por lo tanto la identificación del presente material es con ese título. En el Huehuete recae la responsabilidad del buen desarrollo del pedimento de mano o casamiento, ya que en cada momento del proceso recalca los consejos a los actores de este importante evento. Por lo tanto el Huehuete es la síntesis de la herencia cultural prehispánica acerca de la cosmovisión de la cultura zapoteca que aunada a los conceptos hispánicos se amalgaman haciéndolo realidad en la vivencia comunitaria, fenómeno denominado: religiosidad popular (RP).
Este sencillo trabajo sale a la luz con el fin de ser un medio de información para las diversas generaciones, como un instrumento portador de nuestra herencia cultural intangible, generada y entregada por nuestros ancestros como COSTUMBRES, que se nos muestran con un conjunto de ritos.
Los ritos sociales toman la máxima importancia por el valor otorgado de generaciones anteriores, con los gestos sinceros desde el recibimiento, atención y agradecimiento de quienes comparten la dignificación merecida a la mujer, su familia e invitados.
El desarrollo de un evento social, con influencia de las costumbres va más allá del momento, significa que cada uno de sus integrantes toman parte activa en el acontecimiento, haciendo uso de lo que saben, porque lo han vivido desde el seno materno, infancia y adolescencia, pues siendo bebés estuvieron con sus padres en las diversas fiestas, defunciones y dejadas de cruz después de los novenarios. Por ejemplo, alguien pregunta: “–¿Ya tienen los cohetes? ¿Quién los quemará? ¿Quién se los entregará? ¿Dónde están?” Si ya los tienen pregunta por alguna otra cosa, por lo regular piensa en los elementos que no los tienen a la vista, pero siendo importantes no deben de faltar: el copal, el brasero, las velas, el mezcal, las copitas, etc. Y en caso de que falten se ofrece para conseguirlos. Si lo tiene lo presta inmediatamente, es decir “son comedidos”, en el entendido que está presto para servir incondicionalmente, aportando su conocimiento cultural para “que nada falte”. Es por eso que los eventos por costumbres “salen bien”, debido a que todos se preocupan por todos y todo, acciones que son de admiración de propios y visitantes.
Por lo tanto la participación individual, poniendo al servicio de la comunidad la experiencia en cuanto al desarrollo de los ritos, intervenciones, rango de ubicación de la presencia de los familiares, amigos, invitados o visitantes, medidas y materiales de aporte para la elaboración de alimentos especiales, o entregas a personalidades, adquiere un valor incalculable que permite al zapoteca realizar su espíritu de convivencia y servicio.
La música es elemento importante en una festividad pues hace vibrar las fibras del subconsciente humano dejando aprendizajes significativos en toda etapa humana, pero sobre todo es determinante para los novios. Los instrumentos musicales han sido utilizados para estos eventos de acuerdo a la época. Desde los silbidos emitidos con la boca, conchas, flautas, el teponaxtli, cántaro, guitarra y los de ejecución en las bandas filarmónicas, se incluye al “tocadiscos” de manivela, con sus agujas múltiples veces intercambiadas al brazo portador del amplificador que, sobre el círculo de carbón y calculando las revoluciones con su manivela, impulsa el experimentado operador, para transmitir las melodías del momento a la bocina cónica colocada en un árbol, o sujeta a una viga del techo de la casa, hasta los equipos actuales de sonido electrónico de alta fidelidad.
Las actitudes humanas cambian durante diversas épocas atendiendo a los factores del entorno. Por ejemplo: recuerdo que los adultos allá por el año de 1960, consideraban que bailar hombre y mujer entrelazando los cuerpos con los brazos, de acuerdo a la música, era lo máximo, y el baile separado, excepto el tradicional Jarabe del Valle era cosa de locos, debido a las contorsiones de los bailarines al compás acelerado de la música de moda, pasando por la tropical y hasta llegar a los ritmos tales como rock and roll, twist, etc.
El Huehuete, también se adapta a las posibilidades económicas y el uso de los instrumentos que utilicen los músicos o ejecutores de los equipos de sonido que se encuentren en esos momentos poniéndose de acuerdo con los directores u operadores.
Los Huehuetes se caracterizaron por ser personas adultas, con una experiencia y sabiduría en su comportamiento como esposo, responsable en el matrimonio, así como en los compromisos que contraían, pues durante los eventos a desarrollar ingerían bebidas embriagantes, pero solamente las protocolarias, ya que su sobriedad era y es determinante para tener un buen fin en los compromisos.
Por esta labor de intercesión es importante reconocer el empeño de los señores: Hilario Antonio, Silvano de los Santos y Porfirio Ramírez Antonio, finados, quienes fungieron como Huehuetes muy conocidos en la ciudad de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca.
Todo lo descrito con anterioridad será abordado para entender el comportamiento social que se observa en las fiestas del Valle tlacolulense y partes de la Sierra donde la cultura zapoteca ha llegado.
Además observaremos detenidamente que la cultura prehispánica tiene su proceso de inculturación de la española.
Froylán Pérez López
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