lunes, 26 de agosto de 2024

Historia del Rock en Oaxaca, década de 1960

Se presentó en los primeros días de agosto de 2024 en la biblioteca Henestrosa el libro “Radiografía del rock en Oaxaca. Primera parte: los Setentas”, escrito por Gamaliel Robles y editado por El Archivo Sonoro de Oaxaca, a través de Editorial Rapsodia, pero salido de los talleres de Carteles Editores. Su portada es la siguiente: 


Es un proyecto grande el que trae Robles entre manos. Está ya avanzado el tomo 2, que abarcará la siguiente década. El panorama, dice el autor, constará de al menos 4 tomos semejantes en características. El que acaba de publicar podemos considerarlo un libro grande. Mide 22.5x33.5 cm, ancho por alto, 80 páginas interiores, impresas a blanco y negro, más sus forros. Contiene una vasta información textual y decenas de fotografías de la época, de muy buen tamaño, con los personajes de entonces, jóvenes rebeldes que asumían el ritmo musical del rock ando roll como el sentido que sus adolescencias requerían en ese momento: velocidad, destreza, contracultura, reto y aprovechamiento de la electrónica entre los instrumentos musicales y los reproductores de discos. Todo un fenómeno de modernidad asumida como vanguardia de un estilo de vida citadino, si bien provinciano, que se esforzaba por estar al día en el fenómeno musical que les hacía felices, ya fuera escuchándola, bailándola o intentando aprender a tocarla y/o a componerla. 
Los Cuatro Soles. El primero a la izquierda es José Antonio De Givez Pineda.


El amor adolescente, el primer enamoramiento en la vida de cualquiera, en la Ciudad de Oaxaca, solo tenía un ritmo indicado para poder expresarse: rock and roll. Era como aprender otro lengua codificada y todos anhelábamos desenvolvernos con desparpajo en ella. Adiós, lindos boleros de Los Panchos… Bienvenidos los regaños de papá y mamá, que nos entraban por una oreja y salían por la otra. El rock ha sido un fenómeno reseñado localmente desde el anecdotario, desestructuradamente. Ni siquiera sociológicamente se le ha investigado. Esta vez Gamaliel Robles hace lo que más le interesa y sabe hacer: meterse a los archivos, entrevistar a los protagonistas –los que aun viven–, buscar en la hemerografía, recrear el contexto, divulgar fotos que solo existían en archivos personales, dar a conocer discos de vinil, notas, memorias, etc. Así, pues, salen a la luz nombres y apellidos, apodos, rostros, nombres de bandas, lugares, temas musicales, evoluciones de los mismos grupos, gustos y demandas de la clientela, pues aquí no se trata de solo amateurismo, sino de agrupaciones que se dedicaron profesionalmente al rock en la ciudad de Oaxaca, donde lo ejercieron. Decir el vocablo rock and roll puede decirlo todo y no decirnos nada. En realidad han habido distintos tipos y ritmos del rock. Sin duda, Oaxaca siguió los caminos iluminados por otros con poderosa influencia a través de los medios impresos, fílmicos, de tv y de grabaciones, y especialmente la radio. Todos eran satélites de la batuta que se movía con originalidad y rupturismo entre los jóvenes norteamericanos y los ingleses, pues debieron pasar décadas antes de que alguien se atreviera a componer rock en lenguas nacionales distintas al inglés. Fue gracias a esta manifestación musical apartada de “los buenos modales” que se escribiría en ese tiempo ampliamente de la “pérdida de valores familiares”, de “ruptura generacional” de “cisma cultural” y de “apocalipsis contracultural”. 
The Kidnappers


Algo no estaba bien en la sociedad, en los babyboomers, que hacía que mediante unos cuantos instrumentos y ya no con bombas atómicas, se hiciera estallar a las sociedades en mil pedazos. En efecto, no hubo una transición tersa, sino escandalosa, provocadora, y a veces simplemente adolescente, que no tenía más fin que divertirse. Pero a los padres de familia de aquella generación parecía más bien que el diablo se les había metido en casa y todo comenzó a cambiar, no solo la música y la manera de danzarla, sino la indumentaria, la facha, el vocabulario, las actitudes crispadas y desde luego, una cierta violencia asociada al despertar adolescente. Nada que ver con la que sufrimos ahora. Aquellos adolescentes “rebeldes sin causa”, son hoy canosos viejitos empolvados. ¿Aprendieron algo de su juventud en su momento? No lo sé. Ellos tendrían que declararlo. Por supuesto, no faltaba el amor, pero no ya como una balada de “Los Tres Diamantes”, sino como una descarga eléctrica en las orejas. Aquella polvareda que se levantó en todo el mundo occidental, es decir, de este lado de la “cortina de hierro”. Los países del bloque sometidos al sovietismo también señalaban al rock como evidencia de la descomposición social del mundo capitalista y no como expresión de una vanguardia musical, hecha con arte, con innovación, con un horizonte de creatividad y vitalidad que lo inundaba todo, pues la sociedad estaba cambiando a una velocidad jamás antes vista. Fue una década de sueños enormes, pero también de catástrofes y tragedias imborrables, un parto, podría decirse, pero no fue el rock ni el síntoma ni la enfermedad, sino la medicina para millones de jóvenes que estaban viendo el amanecer en “technicolor”. 
El Gruhpo con César Costa en el Club de Leones.


Era una sociedad que inventaba los transistores, la estereofonía, un sonido completamente nuevo bajo el sol: el de la guitarras y los pequeños órganos eléctricos –electrónicos–, que se propuso llegar y plantar su pie hasta en la Luna, y no resignarse solo a cantarle por las noches a aquella mancha de plata en el cielo, así fuera inspiradamente, en nombre de una ilusión sentimental. En el libro el lector que tenga entre 60 y 70 años leerá estos nombres que le resultarán lejanos, pero no ajenos: The Kidnapper’s Los Zippers The Rocker’s El Grupho Los Beethovens Los Happy Hunters Los Why y otros más. Personajes citadinos como Herón Flores, Jorge Flores, Jacobo Aragón Torres, Miguel y Armando Álvarez Figueroa, también les devolverán un poco del aire de aquellos tiempos. Pero hay un persona que me sorprendió: Antonio de Gyvés, un protagonista que siendo istmeño hizo carrera profesional en la Ciudad de México, en los 1950’s, no solo grabando canciones, sino haciendo cabaret y participando en películas con su grupo “Los Cuatro Soles”. Le he buscado en YouTube. Hallé estos dos links de De Gyvés (hoy lo escribimos Gives). https://www.youtube.com/watch?v=cZp0oyvgQIM 
https://www.youtube.com/watch?v=lLpTCrWkLGo (Mi mujer y el rock’n’roll) 
Los Beethoven's


De los grupos locales no hallé nada. Quizás porque no se tuvieron cámaras más allá de las fotográficas. Quizás apenas grabaron discos o casettes. Como sea, algunos nombres comenzaron a sonar en mi cabeza cuando fui a la secundaria. El libro de Gamaliel Robles me abrió una puerta hacia una época, una generación que ahora, si formaran un grupo deberían llamarse “The Inapamer’s”, como dice Samael Hernández socarronamente de quienes ya usamos bastón para caminar. Gamaliel halló sin duda una gota congelada de la “eterna juventud”. Si quieres conocer lo que tus abuelos te esconden, es mejor que corras a leer este libro y, una vez hecho, les “saques la sopa” de cómo se la pasaban en el “Bum-Bum”, 

El Bum Bum


en el “Memphis a go-go”, en el “Palmeras a go-go”, en la populachera pista de baile Marisol o aquella otra donde se rugía mejor, con corbata obligatoria: el “Club de Leones”. 



El libro puede conseguirse en las presentaciones que hará Gamaliel Robles en distintas partes del estado, o bien, quizás lo convenzamos de que nos deje uno en Carteles Editores. En todo caso, se vale preguntar antes en Carteles Editores y/o a la nueva librería que en unos días más abriremos: klovisazul@gmail.com

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