Necesaria
y oportuna
reflexión antes de entrar en materia.
Estamos
en septiembre de 2016, fecha fatal para los mexicanos dado que las
“burbujas” gobernantes nacional y estatal han hundido con sus
dichos y sus actos a nuestro ser patrio. Es hora de que aquellos que
han saboteado a la patria reconozcan –a su pesar– el rol de Díaz
como estadista. A ver si este texto sirve para algo en el sentido que
fincamos nuestro nacionalismo en el estudio de la Historia con
mayúsculas. Es el único escudo eficaz que tenemos contra los
depredadores de Oaxaca y de México.
Portada del libro que citamos.
Hace
un año (julio 2, 2015) leí este texto durante la presentación del
magnífico libro hecho sobre Porfirio Díaz con motivo del centenario
de su fallecimiento. Tal libro fue coordinado por los historiadores
del Instituto de Investigaciones en Humanidades, Dr. Carlos Sánchez
Silva y Maestro Francisco José Ruiz Cervantes y desde el principio
contó con el sensible interés del Lic. Eduardo Martínez Helmes,
entonces rector. Me tocó diseñarlo, imprimirlo y encuadernarlo... y
quizás por ello recibí la invitación a hacer comentarios que no
publiqué de inmediato aquí, como es mi costumbre, porque
Humanidades me solicitó reservara la primicia del mismo para su
revista del mismo nombre, cosa que me halaga mucho, sobre todo ahora
que ya está circulando. Sin embargo en esta ocasión y dado el
desolado panorama social que enfrentamos, sólo publicaré
parcialmente el texto escogiendo aquellos párrafos que me parecen
más pertinentes. Además es un tema inédito y de muy necesaria
revisión seria, como lo es conocer el significado y las razones
históricas de las medallas que presumía el general Díaz en su
casaca militar. No todas las que cubren su pecho, solo las que ganó
como soldado de la patria. Quedan en mi tintero las demás, las
diplomáticas y las escalafonarias, pero se contarán en otra ocasión
para no hacer tedioso este texto.
Sólo
hubo en todo el país dos publicaciones dignas de alabanza editorial
con motivo de la efeméride. Una de ellas Porfirio Díaz. De
soldado de la patria a estadista, 1830-1915, cuya portada abre
esta entrada. Por sus contenidos editoriales y de diseño gráfico,
se volvió de inmediato un libro de colección, y más gracias al
reducido tiraje del mismo: 500 ejemplares. Tome nota el lector que
este texto no se incluyó en tan bello libro pues lo escribí cuando
ya estaba impreso. El otro tomo es el titulado Porfirio Díaz. Su
vida y su tiempo. La guerra (1830–1867) que escribió y
publicó en Debate el historiador Carlos Tello Díaz, primero
de una trilogía prometida. Aun está en librerías y es una lectura
obligada para recuperar la Historia nacional.
Va
pues mi texto adaptado al formato de este blog:
Invitación que circuló. Vista de la misma extendida, primera y última páginas.
Páginas interiores de la invitación...
LAS
MEDALLAS DE DON PORFIRIO DÍAZ,
UN BOSQUE DESCONOCIDO
...Lo
que sigue [recuérdese que eliminé el texto que le antecedía] son
lecturas personales que fueron brotándome conforme trabajaba en las
imágenes incluidas [Porfirio Díaz. De soldado de la patria a
estadista, 1830-1915]. Es la ventaja que tiene ilustrar libros de
esta profundidad. Las fotos antiguas de Oaxaca siempre desafían mi
imaginación y me han obligado a hacerme preguntas que tardo mucho
tiempo en resolver si consigo una buena pista. Este es el caso.
Metido
en las labores del diseño dos imágenes me cautivaron y motivaron mi
más minuciosa observación. La primera es el retrato ecuestre que
usamos en las invitaciones para la presentación del libro, de la que
ya dijimos bastante [solo pongo la foto]. La segunda es acerca de
tantas medallas que aparecen en sus retratos y de las que todos
hablan, pero nadie describe, absolutamente nadie. Yo me pregunté
¿qué discurso expresaría para la mentalidad de las sociedades de
su tiempo? La que sigue es también mi lectura personal que en algún
momento deberé profundizar.
El
retrato de don Porfirio que empleamos para cerrar la edición parece
una imagen del Otoño del Patriarca... por
usar un título literario. Fue tomada del acervo de la
Fundación Bustamante Vasconcelos. El doctor Carlos Sánchez la
eligió para despedir al lector. Su terquedad me intrigó aún más
porque yo había sugerido la foto de la abandonada estación “Oaxaca”
del tren...
Retrato donde podemos observar las medallas grandes, todas extranjeras, que el Gral. Díaz usaba según lo requiriera el protocolo, pero las que nunca faltaban eran las mexicanas, que están allí, pero las aprenderá a ver el lector en la siguiente foto...
Pero
volvamos al enigma buscado donde el pelo y bigote canos, el fulgor de
la plata, el oro y los esmaltes más el tono dorado del fondo
acentúan el aislamiento del personaje, aun cuando pareciera estar en
la gloria. El cuadro fue pintado por José Inés Tovilla y adornó el
libro que le mandó hacer como homenaje a sus 80 años el también
general Bernardo Reyes. La impresión litográfica se hizo en
Barcelona –1910– y es de verdad muy fina para la época. La
realizó José Ballescá, el mismo que hizo la primera edición de
México a través de los siglos, magna obra bibliográfica del
porfirismo.
Estamos
en 1910 y Díaz es el hombre más condecorado del Continente. Cada
placa, cada medalla, cada collar se refieren a un mérito. Con las
Fiestas del Centenario próximas recibiría más homenajes de
naciones realmente lejanas –en todos sentidos: China y Persia, por
ejemplo– y sin embargo, al ver este retrato de poder elegido por
Reyes, quien en ese momento se consideraba su sucesor natural, nos
lleva a hacernos esta pregunta: ¿A quién mira don Porfirio? Carlos
Tello Díaz, autor del primer capítulo de nuestro libro, cuenta que
para entonces la sordera le martirizaba (El exilio. Retrato de
familia). Pero no es por eso por lo que elegí comentar esta
obra, sino por la curiosidad de entender, si me fuera posible, qué
era todo ese ajuar barroco de joyas en su pecho. Cuando escolar
escuchaba nombrarlas con güasa como “corcholatas”, otros decían
que se vestía de “ferretería”... pero entonces nadie sabía
leer esa constelación simbólica que ahora podría estar más cerca
de la anécdota que de la historia. Tampoco lo sabemos hoy... Quizás
sean minucias, pero se las comparto y ustedes decidirán qué tanto
lo son...
Las medallas por méritos guerreros ocupaban el lugar de honor o preeminencia...
Están encerradas en un recuadro azul para su más fácil ubicación.
Recurrí
a dos amigos en busca de pistas, el heraldista Jesús Ávila Pajarito
http://mexicoheraldico.blogspot.mx/
y el experto en falerística, palabra que recién aprendí al
escribir este texto, doctor Ricardo Trillanes Sánchez, cuyo blog
puede consultarse en
http://www.condecoraciones.galeon.com/cvitae2495841.html
La
falerística se ocupa del estudio de las medallas y
condecoraciones. Así, con sus orientaciones, pude empezar a despejar
el bosque de medallas de don Porfirio y ver uno que otro
árbol...
El recién ascendido general Díaz mostraba entonces
cuatro medallas ganadas durante la Guerra de Reforma...
Este óleo pertenece a don Pablo Gómez Ortigoza.
Aquí sí se distinguen las medallas mexicanas en el lugar de preeminencia...
Abajo, otras condecoraciones extranjeras.
Vista al detalle de la casaca militar de don Porfirio Díaz.
La foto fue originalmente en blanco y negro y se coloreó a mano.
Recurrí
a otra foto de nuestro personaje que se incluyó en el libro para
poder ver más claro “el bosque”, aunque careciera de color real,
pues es una pieza acuareleada a mano. Las medallas chiquitas y
escuetas que forman una línea a la altura del corazón las portaba
siempre. Aparecen desde sus retratos tempranos. Son las que ganó en
combate. De derecha a izquierda está su premio por la victoria del 2
de abril. Se llama Medalla de Puebla. El listón es rojo
cruzado con una diagonal blanca. Le corona el gorro frigio y al
reverso tiene la siguiente inscripción: Asaltó la Plaza de
Puebla venciendo a los traidores a la Patria, 2 de abril de 1867.
Medalla de Puebla, ganada "Venciendo a los traidores a la patria"...
Obsérvese
la cuarta, a partir de la derecha, y mírese que ocupa el lugar
central de todas las distinciones. Es la Medalla de Oaxaca,
creada en 1868 para premiar a los combatientes de las siguientes
batallas: Juchitán, 5 de septiembre de 1866; Miahuatlán, 3 de
octubre de 1866 y La Carbonera, 13 del mismo mes y año. Le distingue
el águila mexicana explayada en el borde superior, y dos
inscripciones. Al frente dice: Defendió la independencia
nacional. Oaxaca y al reverso: Venciendo al enemigo extranjero
y al traidor a su patria.
Medalla de Oaxaca...
Las dos más estimadas condecoraciones del General Díaz ocupaban no solo el lugar de preeminencia, pues la de Oaxaca estaba siempre al centro de esa posición de honor... Al buen entendedor, pocas palabras.
Las
placas abajo de ellas son distinciones de carácter diplomático o
escalafonario, extranjeras la mayor parte.
Con
estos elementos puedo por fin entender el curioso discurso falerístico de la guerrera de don Porfirio. Arriba están los
símbolos del soldado de la patria. Abajo, los del estadista. La
correspondencia con el título del libro es perfecta.
CONCLUSIÓN
Investigado
por profesionales de la historia, este libro [Porfirio
Díaz. De soldado de la patria a estadista, 1830-1915]
atrapará al lector porque tiene una enorme cantidad de
datos aportados por otras fuentes de información de las que no se
disponía antaño. Tiene amenidad y estilo; opiniones y puntos de
vista argumentados que arrojan luz y aportan nitidez al personaje y a
su tiempo; tiene crítica y reconocimiento, extensión y detalle de
la patria entera, a partir de su eje temático que es don Porfirio
Díaz Mori. Todo visto en conjunto y en sintonía con un ciclo de 100
años que se cumple hoy, me parece que son la prueba de que el pasado
dota de sentido al presente porque aclara la mente y embeleza al
espíritu, afirma la rebeldía pero pule la ecuanimidad. Con razón
se habla de atender, escuchar y entender el juicio de la
Historia. La claridad y profundidad de esta obra
bibliográfica de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca,
permítaseme el símil, la equiparo a contemplar uno de los paisajes
de José María Velasco: es clara, es emocionante, es profunda... es
México.
Por todo
ello este libro atrapará al lector. La primera lectura la hará, no
me cabe duda, con la curiosidad del que está ávido de certezas,
novedades y sorpresas. La segunda lectura, si se es oaxaqueño, es
probable que la tenga que hacer con el corazón.
Claudio
Sánchez Islas.
Paraninfo
de la UABJO.
Oaxaca,
Oax., 2 de julio de 2015.
Te quedo nuy bonito tu estudio pero el titulo yo pienso que no es MAS BIEN SERIAN CONDECORACIONES las medallas de Don Porfirio Diaz son como 16 aprox son chicas digamos de 2 a 4 cms y dos medallas grandes una de 1909 hecha por tiffani & co, y otra de 1896 como de 7 cms o un poquito mas estas son medallas
ResponderEliminarGracias por la observación. La tendré en cuenta.
ResponderEliminarYo tengo una de las medallas y es chica
EliminarPodrían compartirnos una imagen de ella, por ambas caras?
ResponderEliminarYo quisiera saber donde podré encontrar referencia de 2 medallas de oro. 1 del asedio de Ulúa y tiene 3 años 1823,1824 y 1825.otra igual de oro de 1867 y dice la patria agradecida de un lado y del otro vencio en Querétaro 1867.
ResponderEliminarLe sugiero checar con esta fuente: http://sonumex.blogspot.com/
ResponderEliminarHola, sabria donde puedo adquirir este libro?
ResponderEliminarEste libro está agotado casi desde su aparición, en 2015. Sé que es caro en el mercado de segunda mano. Quizás don Raúl Valdovinos, librero profesional, lo pueda tener: 5532030048...
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