En San Francisco Ixhuatán, municipio de Juchitán, se presentó la novela más reciente del escritor oriundo de esas tierras calurosas: Manuel Matus Manzo.
Su portada es la siguiente:
Su costo es de $150.00 y se consigue con el autor, al mail: manuel_matus19@hotmail.com
El título tiene un vocablo raro: bayunqueras ¿Qué significa?
La gente de la región llamaba así a las mujeres que subían al ferrocarril en una estación para llegar a la siguiente y mientras tanto vendían entre sus pasajeros su pequeñas producciones agrícolas, de pesquería y artesanales. Daban un servicio invaluable pues movían la economía con el ritmo del tren de ida y el de vuelta, además de que escuchaban o contaban las cosas de su alma y otros asuntos más banales para hacer más ameno el viaje y los negocios.
POSDATA: Mi amigo el profesor José Cisneros, me comentó después de que subí esta entrada, que tuvo unas tías que eran bayunqueras, pero que el viaje no era solo hasta los pueblos vecinos, ¡sino hasta la ciudad de México! Ellas lo hacían regularmente pues de eso vivían. Ya me imagino las aventuras que han de haber vivido entonces, con el comercio a larguísima distancia, como ha caracterizado a los zapotecas desde tiempos prehispánicos.
POSDATA: Mi amigo el profesor José Cisneros, me comentó después de que subí esta entrada, que tuvo unas tías que eran bayunqueras, pero que el viaje no era solo hasta los pueblos vecinos, ¡sino hasta la ciudad de México! Ellas lo hacían regularmente pues de eso vivían. Ya me imagino las aventuras que han de haber vivido entonces, con el comercio a larguísima distancia, como ha caracterizado a los zapotecas desde tiempos prehispánicos.
Cualquiera pudiera tener la tentación de llamar "bayunqueros" a los vendedores del Metro de la CDMX, pero no, porque éstos son una mafia, en cambio las bayunqueras eran madres de familia, hijas y productoras directas. No he escuchado antes tal palabreja, pero el diccionario de la RAE la asocia con un despectivo usado en Centroamérica. En el Istmo de Tehuantepec tal arcaísmo designaba el oficio femenino de comerciar a bordo del tren, beneficiándose de una clientela encerrada y contagiada de compañerismo a causa del trayecto, el clima y la lejanía de todo confort. Así pues, el tren era también la vía de las novedades que llegaban a los pueblos, se escuchaban, se "arreglaban" y se volvían a soltar sobre los rieles, para que corrieran con sus propios "pies" para un lado o para el otro, quién sabe con qué consecuencias.
El caso es que estamos a fines de la revolución mexicana y hierve la zona de alzamientos y bandoleros. Hasta allá es enviado para sosegarla el personaje central: Lázaro Cárdenas, entonces mocetón, y es el tren de las bayunqueras el eje de su vida y "milagros" en esa etapa de su vida. ¿A qué fue realmente Cárdenas al Istmo de Tehuantepec? Eso sin contar que se enamora de una bella paisana y le deja un hijo en el vientre... En la Mixteca (rumbos de Juxtlahuaca) escuché leyenda similar de un enamoradizo general Cárdenas... Pero "tenorios" aparte, el discípulo de Calles debió haber sido mandado allá con una misión muy concreta y muy secreta. Es una pregunta sin respuesta clara hasta la fecha, lo que aprovecha Matus para convertirla en novela.
El escritor Matus ha retomado lo que se dice aun, lo que se quedó grabado en la memoria del pueblo, el rumor, el chisme y las sospechas nunca despejadas del robo del siglo en la región istmeña: todo el oro de la famosa Juana Cata, que fue sacado del Istmo precisamente en alguno de esos trenes... eso es lo que se sigue escuchando por ahí.
Este libro es, por supuesto, una novela. El texto de su contraportada es el siguiente:
“El
Tren Dorado se fue bañado en oro, así decidió Lázaro acabar con
odios, asaltos, muertos, levantamientos y demás formas de sangres y
fantasmas. Lo hizo fundir y bañarlo sobre el tren más dorado. La
chapa hizo parecer una joya entera. Un tren de oro que se fue con el
sol de la tarde y que una mujer no quiso tomar.
Tres
meses después de la partida de Lázaro, habría de nacer un niño a
más de doce leguas de Jerónimo Santo, en un alba a media luna,
siendo un sábado de agosto, bajo una leve llovizna, con una semana
de constante duración. La madre era Benita. Benita supo mantener
hasta ahora el secreto con amor y disciplina, tal como lo había
jurado frente a la Cofradía, y sin revelar el nombre del padre desde
aquella noche que la despidieron de Jerónimo y la embarcaron en una
carreta. Como las aves, Benita y su niño otra mañana emprendieron
el vuelo, hacia un lugar que nadie supo entonces.
Queda
dicho eso ahora, porque después Lázaro fue un hombre disparado por
la gloria y las estrellas, tiradas aquí por el viento que él las
supo recoger en su solapa. Nada más por eso debe ser bueno no dejar
en el olvido que algo hizo aquí, y ni cerca que fuera por bienestar
mío, a nada aspiro después de los años que haber muerto, sobre
todo morir en aquel tren amarillo, sin que nunca hubiera de orar,
hasta que un día mis polvos fueran llevados por el viento.”
Pero no le demos más vueltas y dejemos que una alumna del autor, María Fernanda Silva Bante, oriunda de esas tierras, sea quien nos obsequie la reseña que leyó en Ixhuatán en la presentación de "El tren de las bayunqueras" el pasado 21 de marzo de 2017.
Le cedo, pues, el espacio. CS.
El
Istmo o la tierra de la ensoñación
“Pensó
estar en un lugar de sueños: el ferrocarril, las mujeres, los seres
desnudos en la noche, su mismo sonambulismo, su razón de escribir en
su cuaderno.”
Por María Fernanda Silva Bante
Internarse
en las tierras míticas del Istmo de Tehuantepec, es como ingresar a
un relato fantástico, en donde personajes y seres extra-ordinarios
conviven en una cotidianidad envidiable. Lo mejor viene cuando estas
dos visiones se conjuntan para materializarse y volverse libro.
El
tren de las bayunqueras,
del escritor ixhuateco Manuel Matus Manzo, es la narración del
esplendor istmeño. Si tuviera que nombrar a esta novela, la llamaría
fantástica por la forma en la que se presentan los siguientes
aspectos: el espacio, el ambiente y los personajes.
Jerónimo
Santo es el escenario de la mayoría de las acciones de los
personajes: es el lugar al que el protagonista, Lázaro -que bien
puede estar inspirado en el Lázaro Cardenas real y sus andanzas en
el Istmo de Tehuantepec-, es enviado para calmar los últimos brotes
de rebeldes que aún quedaban después de la Revolución, así como
el cumplir con la búsqueda de un tesoro. Antes de su llegada, había
escuchado rumores de estas tierras extrañas, sobretodo uno acerca de
mujeres que embrujan a los hombres. Es el hogar de los amores de
Lázaro, de personajes que se vuelven nahuales y de la estación que
albergará al tren amarillo, el tren del General.
¿Quién
nos narra esta historia? A través del diario que dejó el general
Lázaro, su más fiel lector, el soldado Teodoro o “Todó”,
cuenta lo sucedido. Haciendo homenaje al papel de la memoria, el
narrador rompe con el orden de la historia, iendo y viniendo de una
escena a otra, logrando que el lector se impregne de extrañeza por
los cambios abruptos en la narración. El tiempo está a merced del
capricho de Todó, pues la fragmentación de la trama permitirá al
lector conocer el pasado del protagonista, y a la escena siguiente
observar sus caminatas nocturnas, en donde la somnolencia y la
inconciencia lo harán descubrir el misticismo de la tierra en la que
se encuentra.
Desde
el inicio de la novela se observa el desfile de personajes que se
combinarán con el ambiente misterioso. “No podía ver, digamos,
los cuerpos completos, bajo las enaguas los pies apenas se dejaban
ver, caminaban por sobre el aire”, las bayunqueras son lo primero
que captaron sus ojos al llegar a la estación de Jerónimo Santo. A
partir de ese momento, las mujeres adquirirán un papel protagónico;
su misión: predecir y ayudar a forjar el destino del protagonista.
Con descripciones que rayan en lo poético, el autor da muestra de la
actividad de estas mujeres: vendedoras que vuelven al tren su
territorio, cofrades y guardianas de los secretos istmeños,
cómplices del general y amantes de todo aquel que esté dispuesto a
amarlas durante su estancia. De esta forma, esta tierra contendrá
los actos amorosos del que Lázaro será presa. Se respira un aire de
erotismo gracias a la presencia de frutas tropicales que ellas mismas
le entregan, como una invitación al goce. La comida se vuelve parte
esencial en la ambientación: bebidas como la taberna, atracones y
banquetes que le permitirán a Lázaro adentrarse a un mundo que está
más allá de la realidad, sin dudar él de ello.
Uno
de los personajes mejor construidos es Juana Cata: “Ella es una
mujer fuera de tiempo y circunstancias. Lázaro no lo sabía. Había
muerto hace siete años… una anciana a la que nadie quería olvidar
por su obra benefactora. Hasta el oro en exceso que iba sobre ella
parecía más viejo… Sin embargo, estaba allí porque quería
conocer al general”, este personaje representa el paso del tiempo
“la madre de estos lugares”, la voz del pueblo que sufrió los
estragos de la Revolución. También es la muestra de la añoranza
por el pasado, la metonimia de lo que ha quedado atrás y no volverá.
Oráculo que predice el destino del general, es una de las que
también le advierte sobre las mujeres.
Otros
personajes presentes, propios de una narración istmeña, son los
taganeros o seres nocturnos que gozarán del cuerpo de la mujer
dormida; la mona Chintacamaya, Charis, Gonzalo de Murga o el poeta
azucarero... hasta el mismo tren que adquiere conciencia para
mostrarnos de lo que ha sido testigo. La combinación de voces del
pasado, presente y alrededores del protagonista cuentan las creencias
de los Binizá
(gente del viento que cayeron de las nubes): las memorias de todo un
pueblo.
De
esta forma todo se resume a una historia sobre la lectura: Ingenio
Santo Domingo como el pueblo que guarda una biblioteca prodigiosa,
Ixhuatán o el pueblo hoja/libro que posee casas con forma de libros
abiertos, mentiras que se cuentan para hablar de experiencias que el
lector encontrará fascinantes. Una tradición mística que no debe
quedar para unos cuantos, una lectura que merece provocar ensoñación
a más lectores, que sin duda quedarían maravillados del poder de la
tradición oral que poseen los habitantes de estas tierras.
Fascinada con el libro, :D
ResponderEliminarCausalmente me encuentro con la referencia de esta novela que ha motivado mucho interés por conocerla, por lo que enseguida trato de contactar al autor para adquirir un ejemplar; además de haber estado ya antes en Ixhuatán conversando con el cronista familiar de don Andrés Henestrosa.
ResponderEliminarManuel, Claudio, donde lo puedo comprar en Oaxaca?
ResponderEliminarTuve una tía abuela bayunquera, Estela Pacheco Mumenthey, hermana de mi abuela Guadalupe, mujer de Nicanor Toledo López.
Tía Estela viajaba desde el Istmo hasta la Ciudad de México y Guadalajara a vender todo tipo de productos istmeños, especialmente joyas de filigrana "bañada de oro", ensartadas en papel de China color solferino. De regreso, volvía con veinte cajas, en promedio, cargadas de ropa, zapatos y joyería de fantasía compradas en esos mismos lugares.
¡Qué tiempos!
Javier Toledo
Buenos días Sr. Toledo. El libro –novela– lo vendemos en nuestra librería de Colón 605, a la vuelta de la Casa de la Cultura. Si usted no vive en la Ciudad de Oaxaca se lo enviamos por Mexpost. Le dejo mi correo para que nos contacte si lo desea, para todos los detalles. klovis44@gmail.com. El precio del ejemplar es $200.00. Gracias
ResponderEliminarNo me gusto esa palabra palabreja. ,hasta hoy se sigue usando
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