domingo, 26 de octubre de 2025

Con las uñas llenas de tinta. Política e imprenta en el México decimonónico, por Corinna Zeltsman

Editores: Grano de sal + Instituto Mora. México 2024


Comentarios por Claudio H. Sánchez-Islas


Ha menguado el México contemporáneo al paso que ha menguado su prensa. Una pregunta que deberíamos hacernos es quién ha disminuido su poder y prestigio antes: El Estado nacional o los editores de prensa impresa. Otras preguntas también cabe hacernos ante el desarrollo del tema que plantea de manera tan extensa como profunda la Dra. Zeltsman, refiriéndose al siglo XIX en su libro, cuya portada es la siguiente:



Yo hago este análisis en el XXI, en el momento en que la prensa impresa desaparece del foro público: ¿Cómo se reinventará la “opinión pública” con una prensa en el borde de la “Galaxia de Gutenberg”? Es difícil pensar que no lo vaya a hacer en esta era tecnológicamente distinta, pero quizás incompresible aun como vehículo de la praxis periodística, es decir, de la verdad objetiva de los hechos... y en el choque visceralizado de las ideologías a los cuales responden.

El libro Con las uñas llenas de tinta. Política e imprenta en el México decimonónico, estudia el fenómeno mexicano en aquel siglo en que pasó de ser una hoja volante (José María Bustamante,1812) a un periódico de varias páginas, con suplementos y con una diversidad temática editorial muy interesante (Rafael Spíndola, 1896). Como lo señala Zeltsman, la prensa pasa de “artesanal” a una “profesional” e “industrial” a fines del siglo XIX. En ese siglo de más dudas ideológicas que certezas pragmáticas, me parece, hicimos la guerra de Independencia de España, pagando una alta cuota de sangre hasta obtenerla; se tuvo dos imperios protocolarios pero inclinados al carnaval. Pienso que en realidad hubo varios semi–imperios más, de facto, intermitentes como una fiebre, cambiantes como mil máscaras, tragicómicos: el de Antonio López de Santa Anna, un caudillo y bufón que se benefició de la inaudita desinformación profesional de “la prensa” de su tiempo. La marquesa Calderón de la Barca recuerda que la Ciudad de México circulaba desde las cocinas domésticas hasta los elegantes salones de Palacio Nacional, lo que hoy llamamos “radio pasillo”, es decir chismes, versiones de segundas o terceras manos, cuentos chinos y un alud de conspiradores parlanchines. Enseguida a Santa Anna, por sus “méritos”, lo echaron a un lado otros fanatizados que dominaban la retórica del liberalismo y las modernidades ideológicas (afrancesados), aunque en los hechos tan sectarios como siempre. Los temas a debatir sobre las páginas de la prensa era: la libertad de prensa, libertad de credos, libertad de comercio, constituciones y muchos lemas que solo existían en el papel. Benito Juárez y Porfirio Díaz, ambos a la cabeza de sus propios incondicionales alimentaron una prensa muy activa, plural y radicalizada y hacia el final del siglo muy profesionalizada, siguiendo al modelo yanqui. Quizás fueron los primeros gobernantes que vieron el valor y peligros de la prensa impresa y circulante. La usarían a su favor a la que estuviera decididamente a su lado y harían hasta lo imposible por la desaparición de imprentas y periodistas incómodos, críticos o sarcásticos.

Gracias a la explosiva irrupción de la prensa impresa desde todas las ideologías en conflicto en ese trágico siglo, sabemos qué difícil fue para el estado hallar “estadistas”; por eso le costaría otra enorme cuota de sangre llegar a ser un verdadero Estado nacional, a causa de que no sabía bien a bien ni qué era la libertad ni cómo debían ejercerla los periodistas y cómo administrarla los editores de los periódicos. En parte porque era frecuente que el tipógrafo fuera un articulista, y también un editor; en parte porque el que escribía usaba de su libertad de pensamiento con toda su fuerza, con todas sus vísceras; en parte también porque tuvo que aprender a escribir y leer entre líneas, para evitar las interpretaciones que se hacían desde los cuerpos gobernantes dominantes: el estado y sus jueces, el ejército y sus caudillos y el clero y sus excomuniones. Era una época en que se nos fueron más de diez años en luchas y tropiezos para romper la dependencia de la corona española, sus leyes y los conflictos internos, muchos de ellos con su misma prensa. Una vez roto el lazo “pero no el nudo” con el ya menguado reino de España, comenzó la decadencia local generalizada. España, cosa digna de un estudio comparativo, vivía una situación muy similar ante su prensa. La independencia de México fue como romperle el palo mayor y el timón a su vieja nave. Podíamos no hacer caso a los sacudones ideológicos hispanos, pero teníamos suficiente con los empellones y zancadillas que las élites locales se ponían unos a los otros. Fue sumamente difícil para ellos concebir un Estado moderno, uno de libertades liberales deveras y no tuteladas por prejuicios y ritos mitad esotéricos mitad ilustrados, como los de las masonerías, sustento intelectual del choque de pensamiento entre la clase letrada decimonónica, dividida. La masa, analfabeta y monolingüe, siguió manteniendo en la expresión redonda de los sentimientos virreinales sus credos y su concepción del trabajo, la vida y la justicia tanto en éste como en el más allá.

Es aquí donde el libro que reseñamos brilla mejor, a fuerza de excavar tan profundo. Hoy pareciera que el Estado nacional sigue considerándose más un padrastro corrector que un padre formador de la patria. Un Júpiter que un Jesús. Un estado que desconfía del todo de sus propios ciudadanos, de modo que le escamotea por todos los medios posibles que las expresiones y análisis de la prensa florezcan en favor del estado de libertades que se requiere para dar el paso hacia el frente. Al contrario, al igual que hace dos siglos, estamos en la minoría de edad no de la prensa, sino de la élite gobernante, republicana, constitucional, democrática, en bancarrota y demás yerbas que se le agreguen. Resultan el mismo pozole que nos cocinan desde hace doscientos años. ¿Por qué? Si no fuera por una parte de la prensa impresa, que analiza “el menú del día”, seguiríamos inapetentes ante la modernidad, la productividad y la solución política de muchos males menores.

En el siglo XIX la tecnología de los tipos de plomo, la tinta a base de hollín y ceras, el papel económico, la censura omnipresente, la precariedad económica y el analfabetismo de las masas, determinaban quiénes escribían y quiénes leían la prensa: las élites que de un modo u otro incidían en el rumbo de la formación y ejercicio del “Estado nacional”. Hoy ¿qué ha cambiado? Casi nada, excepto que ya las uñas de los que imprimen periódicos salen casi limpias de su turno, y en breve, ya ni siquiera habrá eso. En el Oaxaca presente solo se imprime el Diario El Imparcial. Cuando yo me retiré del periodismo (1987) cada mañana salían no menos de ocho diarios distintos, otro tanto de semanarios y revistas.

Pese a la extinción del formato impreso y voceado en la calle y kioskos, persisten los problema de libertad de prensa, de responsabilidad ética del reportero, así como de la criminalización contra periodistas, articulistas y editores, de modificaciones “a modo” a las leyes relativas, concretamente para disuadir el ejercicio de una prensa libre y crítica. Es decir, seguimos estando muy parecidos a los acontecimientos del siglo XIX. El cuatachismo entre grupos de poder y grupos periodísticos continúa, así como el contratismo de compadres y “chayotaje” selectivo. Se acelera la aparición y desaparición de periódicos de tal o cual signo político, como en el siglo antepasado. Frente a esa realidad un tanto volcánica, circulan en los de mayor circulación nacional los mejores artículos de fondo, extraordinarias caricaturas, fotografías oportunísimas, notas documentadas, con evidencias, etc, pero éstas a veces no las genera el periodista profesional, sino el artesanal, el ciudadano que es testigo fortuito de hechos y los sube a sus redes sociales, que se convierten así en periodismo auxiliar de imágenes, datos y sucedidos. En la prensa de provincia no quedó sino el editor rico y poderoso y el reportero y el articulista abandonados a su suerte. Esto se acentuó mucho en el siglo XX, en la época del alemanismo priísta, pero, cosa digna de estudio, se ha ahondado bajo los gobiernos “de izquierda”. ¿Por qué?

La lectura del libro de la investigadora de la Universidad de Princeton equivalió para mí a romper el espejismo empañado de “actualidad”. Me lo convirtió en el lente de aumento del siglo XIX donde las correlaciones entre la prensa y los gobernantes de entonces definieron lo que hoy somos como sociedad, pude advertir la perspectiva con una nitidez que otros libros de la misma temática que he leído no me habían permitido reflexionar tan a fondo, ni ver las curvas tan peraltadas de viaje histórico tan trágico como poco útil para una nación latinoamericana que busca estar entre las desarrolladas.

Mientras esté en funciones un neo-totalitarismo que crea que gobernará bien si antes elimina al cuarto poder, o lo ningunea compulsivamente, está condenado a remar en círculos con un solo remo. No saldrá jamás del estancamiento general. Es una lección que comprendí con otros datos, nombres, fechas y circunstancias al leer el libro Con las uñas llenas de tinta. Acabamos pareciéndonos, o padeciéndonos, tanto al venerable siglo XIX… pero no hizo sino preguntarme con más intensidad: ¿Cuándo empezará a tener un rumbo positivo la correlación prensa–poder político–sociedad del siglo XXI?

Si vemos el presente tecnológico, es obligada la desaparición de la prensa impresa en papel, pero eso no significa la desaparición del periodismo profesional, sino que supone su evolución conforme el paradigma del internet y la IA amoldan los comportamientos del lector, las necesidades expresivas del periodista de hoy y las tentaciones manipuladoras de las élites con poder, sean las constitucionales o las fácticas, pues el internet y la IA están a la disposición de uno y otros.

El pseudo periodismo de las “redes sociales”, por su novedoso formato y su versatilidad, no ha mejorado al oficio ni sus fines; solo ha agrandado el “vecindario” donde suena y resuena, sin deveras marcar ningún rumbo, porque su finalidad es la trivialización de toda clase de rumbo, porque la manipulación de lo que se sube sigue siendo una de las herramientas más obsesivamente empleadas desde los poderes mismos, el constitucional y el fáctico. Aunque no se diga con claridad en otros libros, el rol de la prensa que refleja los hechos acaecidos, suele en el enfoque o en el análisis moldear una opinión pública que irá decidiendo sus destinos, pero esa toma de conciencia individual no suele reflejarse homogéneamente en el colectivo, a causa de uno de los valores del liberalismo: el peso de las mayorías y la representatividad de las minorías, cuando son aceptadas; el funcionamiento objetivo de las instituciones republicanas tanto en los frentes educativos, como en los asistenciales, los alimentarios, los culturales, los económicos, los del ocio, etc. En suma, la labor de goteo de la prensa puede influir en un sentido o en otro, pero no está eximida de apasionamientos y yerros. En cambio la masa que se nutre solamente de las “redes sociales”, sus extremismos no la conducen al yerro, por su anonimato, sino a la distorsión de la realidad común al cuerpo social o a su anecdotario, de manera pungente y sarcástica, pero con resultados inocuos, puramente recreativos y peligrosamente “auto-anarquistas”, simplemente porque sí. Es el kínder de barrio a donde los adultos suelen ir a “vivir” sus mejores horas del día.

La prensa profesional del presente es en cambio un imán para mentes diversas, por lo general preparadas académicamente, todas pertenecientes a una élite estudiada. Un periódico está compuesto por especialistas de secciones, así sean las frivolidades del espectáculo o las notas de sociales. Pero cada día más su fuente primaria de información son las redes sociales, no las fuentes clásicas, las oficiales, básicamente porque estas se han cerrado a todo tipo de escrutinio. Entonces ¿cómo se irá formando una opinión pública de ahora en adelante?

Los capítulos del libro que reseñamos son los siguientes, a los que he añadido solo uno de los varios subcapítulos que analiza, los que más me han interesado:

1.Introducción. La reconsideración de la libertad de imprenta y la cultura política por medio de la producción de impresos.

2.La política de la lealtad. La reforma de la imprenta y la reforma del imperio.

3.La responsabilidad a juicio. El panfleto de Gutiérrez Estrada: la publicación de materiales políticamente sensibles.

4.El escándalo de la venta: Misterios de la Inquisición. El debate de los límites de la autoridad religiosa.

5.El negocio de construir una nación. El patrocinio de la imprenta en medio de los bandazos en tiempos de la Reforma (1853-1863). La política de imprenta de Maximiliano y la Imprenta del Gabinete (1863-1867).

6.Los obreros del pensamiento. Un espécimen de tipos como tratado: el drama político de México escrito desde abajo.

7.La criminalización de la imprenta. La prensa como “cuerpo del delito”: ¿prueba o iconoclasia?


EL CASO OAXACA

He pensado si puede ser útil para la historia del periodismo local escribir lo que me tocó vivir de las relaciones prensa–poder–sociedad de los años que fui reportero, fotorreportero y director en Carteles del Sur: 1975-1987, fundado por mi padre en 1965.

Una vez que he leído el bien diseñado libro de la Dra. Corinna Zeltsman he hallado tantas similitudes y correspondencias entre la prensa impresa, los editores, los periodistas y el público de entonces con el que me tocó vivir. Sí, el tiempo pasa lento. O no pasa. O pasa en círculos. Eso es lo que me ha intrigado desde que terminé su lectura. Pero parece que un proyecto de esa envergadura es tarea harto compleja y de tiempo completo, que ya no tengo. La prensa local de antes, después y ahora clona los contenidos facciosos de la prensa de la Ciudad de México porque aunque la realidad local se comportara un tanto distinta, las facciones de allá y las de aquí prácticamente eran las mismas. Las elites “nacionales” se nutrieron en buena medida del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, así como de los seminarios eclesiásticos de diversos estados del país, pero donde estaba el núcleo de la intelectualidad era en las logias masónicas y éstas, como hoy el internet, acaparaban a la “opinión pública”, la que ofrecía su “versión de los hechos” y su análisis de las consecuencias. La realidad podría ser lo de menos. No faltaba un caudillo que nos dictara cómo era y punto. Pero antes que nada el cabecilla ponía en duda la honestidad de la prensa contrincante y aun les destruía sus máquinas, cuando no atentaba contra sus vidas, fuera con juicios amañados, con multas impagables o con destierros y/o entierros. No es algo exclusivo de México, pero sí de América Latina, hasta hoy en día.

En la época en que ejercí, el gobierno era vertical, de partido apabullante, que respondía como una sombra el más mínimo movimiento desde arriba hacia abajo. Ello generó lugares comunes y soluciones de manual. También una concordia elemental y automática alrededor del presidente, quien en realidad era un emperador de facto, pues elegía a su sucesor, retiraba a sus malquerientes y pasaba por alto a los disidentes, saliendo “lavado y planchado” ante la historia. Eso creyeron, sí. Se reprodujo una sociedad que respondía a esos estímulos previsibles con similares respuestas de manual. La realidad era un guión ya escrito que había que seguir. Pero había dos vías para expresarla. Una de ellas era pragmática; la otra, idealista. Pesaba mucho más esta última en el ánimo de la prensa porque permitía un margen de permisibilidad acotado por los “usos y costumbres” forjados a lo largo de lustros de priismo. Era una rendija que permitía hacer breves correcciones, pero no cambios de rumbo. Mucho menos de personajes, ya que eso se decidía desde arriba. Había que desarrollar cualidades argumentativas y de estilo para lograr expresarse lo más duro posible sin despojarse de los guantes de terciopelo a la hora de escribir, denunciar, exigir, sugerir, etc. Los límites no eran muy anchos pero sí funcionales porque el Estado no apartaba ojos ni oídos a lo que aparecía en la prensa y en consecuencia actuaba en un sentido definitorio, fuera en público o en privado.

Pero ocurría que políticos del mismo clan, pero deseosos de hacerse del predominio del poder, financiaban desde debajo de la mesa una prensa a su servicio, de modo que fuera su vocero, su escalera y su garrote contra la prensa de sus “enemigos”. Había una tercera opción, una prensa pueblerinamente anárquica a la que se le conoció como “periódico de combate”, o “de ataque”, según el opinante. Era camaleónica, porque se daba muchas veces el caso cínico que expresaba su hacedor: “Mi periódico no se vende, pero yo, el director, sí”. Es decir, plumas de alquiler que se inclinaran hacia donde fluía la canonjía, el chayote, la promesa, o la exculpación de “cuentas por pagar”.

Siempre el mayor peso de la prensa provinciana radicó en la nota política. El lector oaxaqueño tenía una predilección en mis tiempos: leer entre líneas lo que se informaba de fuentes oficiales, fuesen estas gubernativas, universitarias, empresariales, culturales, etc. Ese “leer entre líneas” de vena popular ya había alcanzado su mayor grado de sofisticación, creatividad y gracia con Cantinflas, un personaje inequívocamente “pueblo”. Pero si éste la hizo un arte mayor, el resto de la población de provincia la hizo morralla del día. La jerga que le permitía ser “políticamente correcto”, u “oportunistamente audaz”. Como fuera, era difícil hallarlo fuera de la jugada que estaba en ciernes, coronándose o viniéndose abajo –la jugada– él recuperaba el punto medio exacto y se alistaba a la siguiente vuelta de la fortuna. Cambiaba de “chaqueta”. Fácil. Era parte del escalafón saber cuándo aplaudir, cuando ponerse de pie y aplaudir o cuando “reprobar” a hechos y personajes incómodos del momento. Curioso modo de autosobrevivencia socioeconómica en un mundo que, sin embargo, evolucionaba bajo leyes que escapaban aun de las habilidosas manos de la presidencia de la república, que para ello tenía un omnipresente y poderoso ministerio especial: el de gobernación, que nos recordaba que “en este país no se mueve la hoja de un árbol sin que lo sepa el señor presidente, bla, bla, bla”.

Por ello digo que el libro Con las uñas llenas de tinta me indica que la prensa que conocí fue así, porque así fueron sus antecedentes rastreables desde el siglo XIX, esta vez por una académica multipremiada: “Murdo J. Macleod”, de la Southern Historical Association y el premio “Howard F. Cline, por el mejor libro en ciencias sociales). Es imparcial, por ser norteamericana (Universidad de Duke y profesora en Princeton). Es descendiente de tipógrafos, además. Sabe que en Estados Unidos la prensa no pudo ser tan diferente, creo, de la nuestra en el siglo XIX, si bien más tecnologizada.

Baste por el momento esta conclusión que ata los hilos entre el periodismo y el dueño del medio de información, que no son lo mismo. Uno busca la verdad de los hechos, el otro, el negocio y muchas más de las veces de lo que imaginamos, busca el poder político apalancado con su propio medio de difusión. Eso ni siquiera las redes sociales norteamericanas lo han cambiado. Se han cuadrado a ambos intereses. Es interesante leer análisis de esta seriedad, pues nos ofrece verdades que a veces no quisiéramos saber, pero que constan con tinta y papel. Dejaron una marca visible “bajo las uñas”.

El libro fue traducidopor Mario Zamudio Vega y tuvo la revisión técnica de Marina Garone Gravier, quien ha sido una asidua estudiosa de la imprenta mexicana, con una extensa lista de libros publicados. Puede conseguirse en librerías o directamente en el catálogo de www.granodesal.com


lunes, 13 de octubre de 2025

Susana Wald: Espejo de papel

 La artista plástica Susana Wald, nacida en Hungría, pero radicada en Oaxaca desde hace décadas, nos cuenta su biografía. Un interesante relato del siglo XX observado, vivido y transformado por una mujer adelantada a su época. Es un relato fascinante, escrito con una prosa llana, ilustrado con algunas fotos y, eso sí, llena de nombres y referencias del mundo del arte y la cultura sudamericanos y canadienses con quienes le tocó convivir tiempos de miel y épocas difíciles. Desde luego habla del traslado de su residencia a Oaxaca, junto con su compañero de aventuras surrealistas Ludwig Zeller. Este libro lo presentaremos al público en breve, pero ya lo pondremos en circulación en varias librerías esta semana. Por lo pronto en Carteles Editores ya está a la venta, en Colón 605. Más informes en klovisebooks@gmail.com

Su portada es la siguiente:

Enseguida publicamos el Preámbulo, para conocerlo mejor.

Preámbulo


Uso el título de “Espejo de papel” porque siento que antes de hacerme ver y entender por otros, estoy tratando de fijar sobre papel lo que soy y lo que he vivido. Este espejo es también un intento de verme a mí misma.


Vivimos en un tiempo en que la cultura es universal. Migraciones, matrimonios, mudanzas, huidas, catástrofes naturales o causadas por humanos, hacen surgir historias como la mía.


Mi lengua materna es el húngaro, escribo esto en castellano y con citas sacadas del castellano, inglés, húngaro o francés, hago relatos de mi vida en Hungría, Argentina, Chile, Canadá y en México, donde vivo.


Las lenguas que hablo, son sólo parte de mi esencia interior. Lo que me caracteriza y lo que ha caracterizado mi destino es que nací en una familia judía. Los judíos somos un grupo humano disperso que durante milenios se ve en constante mudanza de lugar en lugar. Por eso se da en mi familia que somos multilingües. En todas nuestras vidas hemos debido adaptarnos a culturas de los lugares donde nos tocó vagar adonde tuvimos que aprender insertarnos en las más diversas sociedades. Lo judío puede ser y casi siempre es, un rasgo cultural, una identidad nacional que durante muchos siglos no tuvo espacio geográfico propio. Eso me ha enseñado que la identidad no tiene que ver con el lugar en que se nace es algo mucho más etéreo.


Con alguna suerte (¡tiene que ser mucha!) puede quedar como testimonio de mi paso por el planeta mi obra plástica y la literaria que he logrado hacer. Hay sin embargo asuntos menos tangibles de toda vida, asuntos que tienen que ver con el diario vivir, con el morir y con lo que yo llamo "avatares". Esos asuntos pueden ser de algún interés a los que me han conocido y pienso que pueden incluso interesar a otros.

Como anciana cuando escribo estas líneas, estoy consciente del hecho de que para muchos de mis lectores considerar estos textos puede ser una experiencia similar a la que he podido tener yo cuando leía, por ejemplo, detalles de la vida del poeta húngaro Atilla József (1905-1937). Muy interesante, incluso cercana a la experiencia de mis padres, pero anterior a la mía. Este gran poeta húngaro se suicidó en el año en que he nacido. Incluso existe contacto con él porque la estación en que se lanzó frente a un tren que lo mató es el mismo al que luego, siendo niña, me tocó llegar cuando íbamos de vacaciones de verano. Recuerdo que he presenciado cómo los adultos bajaban la voz al percibir mi presencia mientras hablaban de ese suicidio.

Si consideramos a una generación como un periodo de veinticinco años, me separan más de dos de la de la mayoría de mis lectores. Ruego por tanto que tengan paciencia al leer lo que sigue.



viernes, 19 de septiembre de 2025

In memorian Luis Rodrigo Álvarez

 Carteles Editores 

se conduele del fallecimiento del destacado investigador

Antropólogo Luis Rodrigo Álvarez

Acaecida el pasado el pasado 15 de septiembre de 2025 en su domicilio.

Autor de los libros Geografía General del Estado de Oaxaca e

Historia General del Estado de Oaxaca

editados por esta casa editorial.

 Divulgó las riquezas naturales y culturales de nuestra tierra, con profunda generosidad y rigor académicos.

Descanse en paz.

Oaxaca, Oax. 16 de septiembre de 2025

miércoles, 20 de agosto de 2025

Historia y geografía de Oaxaca. Edición de un clásico para la enseñanza escolar

 Otra edición clásica es la de los autores: Arellanes, De la Cruz, Romero, Sánchez Ruiz, Martínez y López: Historia y geografía de Oaxaca, cuya portada es ésta.

Viene profusamente ilustrada, incluye el Cuaderno de trabajo y ahora con encuadernación de doble arillo metálico, para mayor practicidad en el uso en las aulas o casas.



Libro Patrimonio Natural y Cultural de Oaxaca para principiantes

Presentamos con encuadernación de arillo metálico, que le permite girar las páginas 360 grados, nuestra edición del ya clásico libro, que usan muchos en su enseñanza escolar y lleva muchísimas imágenes que ilustran al alumno:



Para información de sus índices:

 patrimonio cultural y  https://librosdeoaxaca.blogspot.com/2014/07/patrimonio-natural-y-cultural-de-oaxaca.html


martes, 12 de agosto de 2025

RÉQUIEM POR EL REPORTERO ISMAEL SANMARTÍN

  • No escapaba ningún tema a su atención. 
  • Aquí entrevista al músico Manuel Bustamante Gris,
  • famoso por sus animados bailongos populares.
  • .


  • Por Claudio Sánchez Islas
  • Oaxaca, 12 de agosto de 2025.

  • Le recuerdo libreta y pluma en mano en el zócalo, en los años 1970’s, cuando Oaxaca se sacudía como con fiebre alta a consecuencia de una de tantas crisis políticas. También fue una época de modernización de los talleres con que se diseñaban e imprimían los diarios. Era algo mayor de edad que yo, delgado, moreno, melenudo y prognato, pero mostraba nervio y olfato de sabueso reportero. Él mismo se apartaba de los “sangre–de–atole” que pululaban en el oficio periodístico, si bien era frecuente que publicara información que los demás dejábamos pasar por alto, empleando una técnica sorpresiva, mitad subjetiva mitad objetiva, hija de los ecos del “nuevo periodismo” que ya se había asomado en la prensa norteamericana al menos una década antes, y que en la Ciudad de México ya causaba furor. Ismael iba varios kilómetros adelante de un novato, como yo lo era. El secreto que empleaba estaba en el hilo narrativo que tejía, que es a lo que aquí le llamábamos “el ángulo de la noticia”. El modo de desenrollarla y mostrar sus caras ocultas, su textura inasible, su aroma grato o fétido de la “novedad” reporteada.
  • Entrevistando en la fuente "Aeropuerto" al político Kitus Iturribarría

  • Como un púgil en ascenso –“peso mosca”, supongo– su fuerza estaba en el resorte de sus piernas para perseguir y acorralar al entrevistado o para rodear el tema de su investigación. Amén de eso, su cintura era bastante flexible, de modo que esquivaba los lugares comunes, la rutina y lo convencional. Bailaba como una mariposa pero picaba como una avispa sobre las páginas de papel periódico. Casius Clay ya lo había hecho una docena de veces a lo largo de su carrera en el ring, ganado fama y dólares, lo cual era su objetivo. Ismael no tuvo “ese objetivo” en mente nunca. Practicaba a diario porque cada exclusiva que ganaba, cada nota que acertaba en el blanco, cada párrafo que trascendía en los corrillos y nos irritaba a los que no podíamos, le hacía superarse del modesto origen sociofamiliar del que emergía. Porque además, por su buen nivel de reportero estaba obligado a recomenzar de nuevo día tras día tras la búsqueda de noticias, el dato verificado, la declaración terminante, en un grado superior al del periódico de ayer.
  • Estábamos en un Oaxaca hundido en una fuerte disputa entre el régimen y sus propios defectos, ambiciosos y burradas, que le tenían zozobrando casi de manera permanente. Ismael, sin embargo, no era rijoso como sus jefes. Tampoco era prepotente como sus colegas de similar rango. No tuvo por lengua una lija del 100 ni embestía como toro de lidia burriciego a la hora de recabar la información. Fue un reportero idealista ortodoxo.
  • Libreta en mano con el pintor Rufino Tamayo

  • Lo mejor de su práctica venía no en el primer proceso de observación del estado de cosas, el visible y el que había que extraer leyendo “entre líneas”, sino en el segundo, cuando ya en el escritorio de la sala de redacción, cuando se hallaba solo frente a la máquina de escribir y el papel en blanco y los minutos corriendo dentro de su cabeza porque había que cerrar la edición ya. Él en ese momento se metía en el deber de emplear el mejor estilo posible para decirnos los hechos. No esperaría la regañiza de su superior o la directriz de su director y así se ganaba las primeras planas.
  • Al día siguiente yo leía la prensa de nuestra competencia. Le leía a él con atención y pensaba para mí:
  • “–Ya nos ganó esta nota”…. Fuera en El Fogonazo o en Noticias. Su actitud contrastaba con la mentalidad imperante del periodista de los 1970, que aun guardaba con celo su pertenencia sinuosa a un poder –el cuarto– que le podría rendir cierta ventaja personal, pero no hacerle ganar una picante exclusiva. Narciso Reyes –Chicho– poseía una energía similar. Eran inquietos, eran idealistas, eran temerarios, eran pulidos en el uso del lenguaje. Sabían que había que tener una buena entrevista, por ejemplo, pero que tendrían que aderezarla para obtener todo el perfil del entrevistado, el color del contexto, amén de saber resaltar los puntos de vista trascendentes.
  • Por sus estilos para redactar habían ganado mayor altura en el prestigio del oficio. Supieron cimentar su buena fama macheteando en lecturas de la prensa nacional y seguramente en libros internacionales. No había teoría del periodismo/comunicación, como hoy, así que las salas de redacción eran el taller donde uno se formaba bajo la tutela de alguien con más horas de vuelo, pero sin pizarrones de por medio. Se era autodidacta cien por ciento. Eso significaba que no se tuvieran maestros, sino simplemente “máistros media cuchara” que te imponían “su estilo” como el canon incuestionable de reportear y de redactar, que son dos cosas distintas. Por ejemplo los reporteros de radio en aquel tiempo solo preguntaban al vuelo y se transmitía el pedazo de cinta interesante, según su tema, pero no realizaban el esfuerzo más arduo, que es el de la reflexión y diálogo interno al que está obligado el que redacta, corrige, agrega, quita y estructura. Esta tarea requiere de modelos a imitar, que deben ser muy superiores a nuestras fuerzas porque deben servir como un resorte interior que nos muevan a superar lo escrito ayer. Nunca quedábamos conformes del todo, porque en el diarismo cada día es un gramo distinto al anterior, cada segundo pesa más, cada milímetro se convierte en un lejano kilómetro.
  • Abanderado, acompañado del caricaturista Mario Robles

  • No lo supe entonces, pero Ismael lo confesó en el último artículo que escribió y publicó en vida, cuando le solicité que colaborara en un libro en homenaje al Profesor Ventura López Sánchez. Allí menciona Sanmartín que era cliente en busca de libros de periodismo y narrativa en la “Proveedora Escolar”. De esa legendaria librería en los 1970’s, escribió:
  • En uno de esos viajes que hacía de vez en cuando a la librería, en medio de cientos de ejemplares, me encontré con un libro maravilloso, único ejemplar en ese momento, que vino a confirmar mi actividad como reportero: “El enamorado de la Osa Mayor”, libro autobiográfico del polaco Sergiusz Piasecki, quien en realidad –esto lo digo a título personal– es el verdadero origen del que vendría a ser después el “nuevo periodismo”, como lo reconoció tiempo después Ryszard Kapuscinski a la postre uno de los principales maestros y ejemplo para el llamado “boom latinoamericano”.
  • Esto aparece en la página 113 de su artículo titulado “El hombre de Yutanino”, de mi libro “Ventura López Sánchez. El profesor que hacía llover libros y cuadernos sobre Oaxaca” (Carteles Editores y Klovis Azul, 2025, disponible en línea en librosdeoaxaca.blogspot.com).
  • Piasecki (1899–1964) no había sido una “finísima persona”. Todo lo contrario. Toda la energía que empleó para sobrevivir a una juventud descarriada y sin escolaridad, bajo la losa de las guerras de su país, con una condena a muerte que esquivó solo porque una tragedia mayor se cernió sobre Polonia, le hizo ser un observador que dependía de sus sentidos y astucia para salir de todo tipo de embrollos, hasta que se subió al trote sobre el arte de narrar, como si se tratara de un cuaco salvaje al que condujo a matacaballo para lograr exponer la realidad de la experiencia humana, sin afeites, sin acondicionadores, sin organza ni tafetanes. Piasecki se convirtió en su modelo a seguir. No pudo haber escogido mayor.
  • Con los periodistas Manuel Buendía y Arcelia Yañiz, a la derecha.

  • Entre Ismael y yo no floreció la amistad en esos años 70’s. Antes de finalizar la década, yo abandoné Oaxaca para irme a la universidad. Fuera del claustro, en los cafés de periodistas y literatos, un gran amigo crítico literario me recomendó, en 1982, comprar un librito de portada insulsa, editado en castellano por la Universidad del Estado de México, es decir, era un tomo marginal que no entró en el circuito de los narradores de moda. Hallarlo no me fue fácil. Se llamaba “La guerra del fútbol”, firmado por el desconocido Ryszard Kapuscinski (1932–2007). Como a Ismael, ese reportero polaco me confirmó en la necesidad de observar bien y redactar mejor, incluso con belleza la miseria humana. Era el primer libro traducido al castellano de él. Al paso de los años vendrían más y dos décadas después, la gran fama como originalísimo reportero corresponsal de diarios impresos en la Varsovia comunista. Fue corresponsal ¡en Africa! Cuando ese continente iniciaba las guerras de independencia y el surgimiento de reyes tribales que mostraban una extraña fascinación por coronarse como… Napoleón Bonaparte. Era una composta fertilísima para un agudo reportero como Kapuscinski, de cuya pluma salían hasta los zumbidos de las moscas y el pujar doloroso de los afiebrados por la malaria.
  • En cuanto volví a Oaxaca, intenté seguí en mis notas y columnas en “Carteles del Sur” al modelo “nuevo periodismo”, que para mí tenía dos pilares: el norteamericano, con Wolf, Capote, Mailer, Talese y otros; y el europeo, con Kapuscinski, Millás, Vicent, Cruz, etcétera. En México: Loubet, Reyes Razo, Poniatowska, Garibay, Monsiváis… Las listas son largas, pero eran el cereal de nuestras mañanas. Nos nutrían de inquietudes, de ideas, de iniciativas. Era muy difícil enseñar a los noveles reporteros que debían desarrollar un estilo personal de reportear y de redactar. Fue entonces que Ismael volvió los ojos hacia mí, por mi estilo personal de redactar y por ciertas notas que yo le publicaba a mi reportero de nota roja, Joselito, del cual se volvió un divertido fan a causa de su candor y sus descripciones un tanto sicalípticas del bajo mundo. Eso me lo confesó Sanmartín mismo, que había memorizado ciertas perlas de la “escatológica antología joselítica”. Este Joselito no habría terminado ni la secundaria, pero no se rajaba a la hora de cubrir su fuente. Al igual que a Roberto Hernández –“el Piñero–, Fink, Ventura y otros, mi deber como su director era meterle mano a sus notas, pues literatos no eran, sin embargo, eran fieros reporteros y había que aprovechar sus valiosos datos.
  • Tras la muerte de mi padre, le pedí a Sanmartín que me dejara publicar una columna política que titulé “Adentro y afuera”, en relación a que yo ya ni estaba dentro del oficio, pero aun así no me sentía fuera de él para siempre. Accedió y mantuvimos una buena colaboración sabatina, hasta que por una maniobra de hombres que vivían dentro de “una burbuja” y de cuyos nombres nadie quiere acordarse, le obligó a atrincherarse –literalmente– en su edificio para mantener la edición de “Noticias” saliendo diariamente, en 2006. Una proeza que solo su temple de veterano reportero y sus sueños de narrador le hicieron posible, aunque pagando todos un costo silencioso a causa de la onda expansiva que nos afectó a todos, incluso a mí, que no pertenecía laboralmente al diario, pero eso no me quitó de ser elegido como blanco de las múltiples represalias de aquellas hienas. Ismael mantuvo firme el pulso en aquella época de convulsión y florecimiento de la corrupción en Oaxaca, ahora no como reportero, sino como director, el más alto nivel al que aspira un reportero. Pero seguramente aquel sacrificio comenzaría a cobrarle el esfuerzo, minando sus fuerzas físicas y deslavando sus afanes de periodista. Era un católico creyente, pero no hipócrita. En el fondo, no deseaba sino servir a Oaxaca, desde su complejo oficio, pero desde luego, la crisis de Noticias en aquel año le dejó algún dolor moral incurable pues cuando le invité a dejar escrito para la historia su experiencia en tan trágicos momentos, para el libro que publicamos titulado “Voces de la transición”, coordinado por Isidoro Yescas y yo en 2010, prefirió que otro de sus reporteros lo hiciera.
  • Periodistas Genaro Altamirano, Claudio Sánchez, Ernesto Reyes e Ismael Sanmartín

  • Las salas de redacción no son un spa, agotan intelectual y físicamente porque son un espejo de las relaciones entre los cuatro poderes republicanos –la prensa forma parte de la ecuación– y no puede ser nunca tersa (excepto bajo una dictadura), a causa de ser poderes emanados de las sociedades, que se componen de suyo de puntos de vista contrastados y por ello permanecen en perpetua y sorda crítica entre sí.
  • Me pregunto si Sanmartín dejó escritas sus memorias y reflexiones en forma de libro. Muere en el mismo momento en que una época del periodismo mexicano libre se esfuerza con renovada energía por adaptarse a las nuevas circunstancias ideológicas y tecnológicas. En el “nuevo periodismo” el objetivo era poner al lector en la primera fila de los acontecimientos narrados. Hoy, los políticos han llegado al extremo de ponerse ellos mismos en la primera y única primera fila y desde allí informan sin el intermediario especializado, que es el periodista. No es porque desconozcan la diferencia entre información pública y propaganda, sino porque en el mundo sopla otra vez ese aire, el de las autocracias, el de los “seductores de la patria”. Kapuscinski expuso con riqueza narrativa lo que sucedía en África, con caudillos aldeanos arrebatándose unos a otros el poder, simplemente porque saltaba alguno que se mostraba más fuerte y cruel, pero no porque tuvieran la razón o la mejor parte de ésta. Si una razón política o ideológica no es dialogada con la prensa, es sinrazón, es nube estéril. Eso explica que aquel continente siga patinando en su círculo vicioso, pues pasaron de la independencia nacional a las dictaduras tribales y al empobrecimiento generalizado.
  • Descansa en paz reportero Ismael Sanmartín. Fuiste para mí un colega en el que atisbé brillos tempranos de un amor desbordado por el espinoso oficio de ser un periodista honesto.
  • Con su amada mascota Yarbis, en una foto reciente.
  • Ismael Sanmartín Hernández, Tututepec 1953–Oaxaca 2025.
Nota: las fotos pertenecen a su álbum personal del periodista fallecido, que me facilitó su familia


jueves, 10 de julio de 2025

Ventura López Sánchez: El profesor que hacía llover libros y cuadernos sobre Oaxaca.



Klovis Azul y Carteles Editores se complacen en poner gratuitamente al servicio de los lectores un libro homenaje al Profesor don Ventura Sánchez López, a su esposa, la profesora Emilia y a su obra emblemática en tanto librero: La Feria del Libro en la ciudad de Oaxaca y su Proveedora Escolar.

Reseña especial por Lupita Thomas en Quadratín, copiando este link y poniéndolo en el buscador, 

o bien, leyéndolo líneas más abajo. 

https://oaxaca.quadratin.com.mx/ventura-lopez-el-maestro-que-hacia-llover-libros-en-oaxaca/


Para descargar gratuitamente el archivo de formato ePub (no es pdf) les mostramos 
este camino:
Primero que nada asegúrese de tener previamente descargada la app Google Play Libros (gratuita). 

Copiar este link (en rojo), pegarlo en el buscador, darle enter, y cuando aparezca descargar archivo, púlselo y espere a que lo descargue. Una vez en su dispositivo, lo pica doble vez y abre el archivo ePub. Algunos sistemas operativos lo hacen automáticamente. Otros, manualmente, lo que significa ir a buscarlo a la carpeta de DESCARGAS para pulsarlo dos veces seguidas y listo.

https://drive.google.com/file/d/1l8z61DcXma618FUWw7R-1XVQB4H8gcx_/view?usp=sharing

Nota: en esta versión corrigió un par de errores en la entrevista a Cipriano Rojas, cuando se refiere a Mandela, pero aclara enseguida que se trata de Ernst Mandel, p.132.




Ventura López, el maestro que hacía llover libros en Oaxaca 
14 de julio de 2025.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://oaxaca.quadratin.com.mx/ventura-lopez-el-maestro-que-hacia-llover-libros-en-oaxaca/

Este contenido se encuentra protegido por la ley. Si lo cita, por favor mencione la fuente y haga un enlace a la nota original de donde usted lo ha tomado. Agencia Quadratín. Todos los Derechos Reservados © 2025.OAXACA, Oax. 14 de julio de 2025.– 

El libro Ventura López Sánchez. El profesor que hacía llover libros y cuadernos sobre Oaxaca, coordinado por Claudio H. Sánchez Islas, rinde homenaje a uno de los educadores más entrañables de Oaxaca. Este lunes 14 de julio cumpliría 109 años, pues el escritor Abel Ruiz López recuerda en la página 77 que Ventura López nació el 14 de julio de 1916, día de San Buenaventura, en San Sebastián Yutanino, San Francisco Cahuacuá, Sola de Vega. Con 159 páginas esta obra de descarga gratuita brinda al lector un recorrido por la vida de este docente que revolucionó la enseñanza con pasión, independencia y vocación editorial. Desde las primeras páginas, el prólogo de Claudio Sánchez conecta la historia de la imprenta en la Nueva España con el contexto en el que Ventura ejerció su magisterio, destacando cómo la palabra impresa ha sido siempre un instrumento de transformación. En ese mismo espíritu, el libro muestra cómo López Sánchez convirtió a Oaxaca en una enorme aula sin paredes. El texto narra cómo, a pesar de haber sido excluido del sistema educativo formal, Ventura siguió enseñando desde el comercio, la escritura y la edición de libros. Su pensamiento se volvió incómodo para la burocracia sindical y los liderazgos oficiales, pero encontró respaldo en las y los jóvenes con los que compartió lecturas, saberes y causas. Además de repasar la trayectoria del maestro, el volumen expone las tensiones entre las visiones dogmáticas del magisterio y aquellas que, como la suya, aspiraban a formar ciudadanía crítica y libre. Su figura, afirman los autores, encarnó un tipo de oaxaqueñismo civil que no se alineó con el poder, pero que apostó por la educación como herramienta de futuro. Disponible sin costo para lectores interesados en la historia intelectual de Oaxaca, el libro editado en digital por Carteles Editores invita a reconocer a quienes, desde el margen, escribieron nuevas páginas para la enseñanza. Ventura López fundó la Proveedora Escolar y comenzó lo que hoy es la Feria Internacional del Libro en Oaxaca, uno de los emprendimientos que ha trascendido hasta nuestros días.

El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://oaxaca.quadratin.com.mx/ventura-lopez-el-maestro-que-hacia-llover-libros-en-oaxaca/

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