El siglo de la Revolución mexicana dejó los rasgos de su violenta gestación con distintas profundidades. Sin embargo hay una "utopía" de redención que se fue poniendo en práctica región por región con distintos protagonistas, a diferentes velocidades y con disímbolas consecuencias. Visto este siglo desde el segundo escalón del siglo que le sucedió, resulta interesante observar los contrastes con que se encontró y el saldo de luces y sombras que nos heredó.
Esto hace tan interesante, original e intensa esta "re-vuelta" hacia esos momentos que nos presentan los investigadores Daniela Traffano y Salvador Sigüenza Orozco, pertenecientes al CIESAS Pacífico Sur con sede en esta capital de Oaxaca.
Interesante porque parece que en estos momentos a nadie le interesa la gesta de la revolución mexicana. Original porque convocan a sus pares a re-visitar región por región para tener el panorama completo de las 8. E intensa porque el uso intensivo y extensivo de fotografías inéditas de cada una de las regiones hace que esta colección literalmente palpite viva, pues sus protagonistas tienen rostro, visten de tal o cual manera, trabajan en tal o cual clima y miran a la cámara a veces desde el fondo silencioso de su desolación y a veces con la sonrisa de la justicia social conseguida.
El Oaxaca de hoy ha olvidado su pasado reciente. Eso es seguro. Pero el uso de muchas fotografías en estos 8 volúmenes se vuelven argumentos redondos en pos de tener una visión serena de nuestro pasado.
La colección está impresa en blanco y negro. Usamos papel couché para interiores para conseguir la mejor definición de las imágenes. La encuadernación es "a la rústica", es decir pegados con pasta blanda, sin solapas, aunque sí cosidos con hilo. El formato mide 20x20 cm. El diseño gráfico se debe a Judith Romero y la impresión a Carteles Editores. Se hizo una edición especial que consiste en una caja contenedora muy bonita que reúne los 8 volúmenes. Para que el público interesado pueda conocer de qué se trata más en detalle este proyecto editorial presentaremos en esta primera entrega 2 regiones: Mixteca y Papaloapan.
Abundaremos con más fotos en la siguiente, pero antes dejemos que sus coordinadores nos expresen los alcances y motivos de esta colección novedosa, pero para abrir boca, va la portada de la Mixteca:
La
serie Imágenes
de una identidad,
financiada por la convocatoria 2010
del Fondo mixto CONACYT-Gobierno
del estado de Oaxaca, tiene como objetivo dar a conocer, de manera
general, las consecuencias que en Oaxaca tuvo el proceso de la
Revolución Mexicana y el establecimiento del estado mexicano; en
ella se abordan la vida pública y las políticas sociales que, a
partir de la Constitución de 1917,
se encaminaron a la atención de la población oaxaqueña,
particularmente los pueblos indígenas y negros de la entidad. El
periodo que se abarca es 1917-1970,
medio siglo de transformaciones y persistencias que permiten
comprender, en parte, la complejidad del Oaxaca del siglo XX.
La
propuesta pretende divulgar información fotográfica inédita o poco
difundida, debidamente contextualizada a partir de la experiencia de
investigación desarrollada por los participantes en el proyecto. El
material se presenta en una perspectiva que permite comprender
la intervención de los pueblos en los procesos generados durante y
después de la Revolución, para que la población actual tenga a su
alcance elementos visuales que contribuyan a reflexionar sobre la
identidad y las culturas locales, así como a considerar la
diversidad étnica como un valor histórico de los oaxaqueños. Se
pone énfasis en el conocimiento de la historia regional y en la
presencia de los pueblos indígenas y negros en la historia de Oaxaca
durante la primera mitad del siglo XX.
La publicación pretende apoyar, de manera especial, el trabajo
realizado por profesores, alumnos, promotores y gestores culturales,
sobre todo para la enseñanza de la historia y la valoración de las
culturas locales.
Este
conjunto de libros es un esfuerzo coordinado desde el Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
(CIESAS)
Unidad Pacífico Sur, que contó con la colaboración de colegas de
las unidades DF
y Peninsular y la participación de investigadores de la Universidad
Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO)
y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los autores tienen una considerable trayectoria en el estudio y
análisis de los procesos históricos, culturales y antropológicos
de Oaxaca, han realizado labores de investigación en diversos
acervos del estado y de la ciudad de México, para contribuir con
información certera y confiable al conocimiento de la historia de la
entidad.
La
obra está integrada por ocho libros, que cubren las regiones de
Oaxaca: Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan, Sierra Norte,
Sierra Sur y Valles Centrales. La decisión de tomar como punto de
referencia las regiones reconocidas en la actual división
administrativa del Estado, responde a la necesidad de desarrollar el
proyecto de una forma ágil y sencilla; sin embargo y como los
autores lo demuestran, la sociedad oaxaqueña del siglo veinte es una
sociedad móvil y dinámica, con fuertes flujos migratorios,
situación que matiza el regionalismo utilizado actualmente en la
administración pública. Es importante señalar que las historias
que se narran se basaron principalmente en fuentes institucionales,
en documentos de carácter antropológico y en trabajos realizados
por investigadores de las ciencias sociales, además de recurrir a
textos escritos por narradores y cronistas locales.
Cada
libro se integra por dos elementos, uno textual y el otro visual. En
el primer caso los autores elaboraron un escrito en el que
recuperaron los procesos históricos regionales más importantes,
tomando en cuenta elementos sociales, culturales, educativos, entre
los que se abordan temas de salud, escuelas, caminos, abasto y
proyectos productivos. El otro elemento importante son las
fotografías, todas en blanco y negro, que permiten apreciar cambios
y permanencias mediante un elemento visual con fuerte sentido
didáctico; el origen de las mismas es diverso, algunas provienen de
acervos institucionales en las ciudades de México y Oaxaca, varias
más se recopilaron con coleccionistas y fotógrafos particulares en
diferentes regiones del estado.
El
libro Mixteca
fue escrito por J. Edgar Mendoza García, historiador del CIESAS
Unidad DF.
La lectura del mismo permite considerar la importancia del comercio
para algunas poblaciones de la región así como el impacto de las
políticas públicas (escuelas, caminos) en la migración de la
población. Las imágenes que acompañan este texto provienen del
Sistema Nacional de Fototecas, del Archivo Histórico de la
Secretaría de Educación Pública, la Comisión Nacional para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el Archivo Histórico del Agua
y la Fundación Cultural Bustamante Vasconcelos.
Por
último queremos agradecer a las personas que con mucha generosidad
nos facilitaron sus materiales fotográficos, a las Instituciones
públicas y privadas que nos dieron acceso a sus acervos y al
personal administrativo del Fondo Mixto y del CIESAS
Pacífico Sur por su disponibilidad y precisión en la conducción
administrativa de todo el proyecto.
Oaxaca
de Juárez, verano de 2011.
Daniela
Traffano
Salvador
Sigüenza Orozco
CIESAS
Pacífico Sur
UN BOTÓN DE MUESTRA
El lector que ingrese a estos títulos podrá tener acceso a textos como el que sigue, de Fernando Benítez, periodista de lectura obligada para conocer aquél Oaxaca que narró en sus libros "Los indios de México", ediciones ERA, fáciles de conseguir en librerías. Digo que de lectura obligada porque era de los reporteros de antes, que a diferencia de los de ahora que sólo publican el "boletín" que les dan, Benítez era de los que salía a reportear a los pueblos más remotos, a las regiones más lejanas, pluma y libreta en mano. El siguiente episodio pertenece a este tomo de la Mixteca:
En el país de las
nubes.
El
escritor Fernando Benítez escribió: “Los mixtecos fueron los
artífices de una de las grandes culturas mesoamericanas. Su
historia, la más extensa y minuciosa llegada a nuestro conocimiento,
revela tanta fuerza y sentido creativo que era muy tentador
utilizarla para hacer ver la diferencia entre el esplendor de los
mixtecos muertos y la miseria de los mixtecos vivos”. El siguientes
es un breve extracto de su texto En el país de las nubes,
publicado hace casi medio siglo.
El profesor Ramón.1
El profesor Ramón
Hernández, Director del Centro, en cierto modo, representa la
culminación del proceso que inician estos muchachos. Él es un indio
pequeñito y vivaracho, a quien salvó, como a otros tantos, la
escuela rural. Hombre de 43 años, su vida ilustra las diferencias
que median entre las condiciones actuales de la Mixteca y las que
existían hace un cuarto de siglo. Entonces no había ninguna
posibilidad de que fueran maestros 150 jóvenes mixtecos. Las
comunidades indias eran mucho más cerradas y miserables. En las
noches, cuando la sombría casa porfiriana del Centro se vaciaba de
alumnos, me fue contando poco a poco su vida:
Yo soy –principió
diciendo- de Tlacotepec, Tijí en mixteco, que significa a
medio cerro o lugar puesto en alto. De allí se divisan Ticúa y la
cumbre de Chalcatongo, al sur, y Huendío y San Miguel de Achutla al
norte. Nací en un jacal de zacate y varas, muy cercano a la casa del
Ayuntamiento, y soy el menor de trece hermanos. No conocí a siete de
ellos que fueron muriendo por el agua, la viruela, el sarampión y el
tifo, es decir por todas las enfermedades de la Mixteca. Una hermana
murió de parto y un hermano, de un reumatismo crónico.
Mi padre era cantor de
la iglesia y desapareció cuando yo no cumplía los ocho años.
Todavía lo recuerdo. Tenía bigotes y usaba un sombrerote faldón.
Terminado en punta, huaraches, calzones y camisa de algodón, tejidos
por mi madre. Ella vendía guajes –un tenate pinto con guajes- en
Chalcatongo, Tlaxiaco, Molinos, San Mateo Peñasco, Magdalena
Peñasco, San Miguel Achutla y ganaba 50 centavos o un peso cuando
mejor nos iba. A veces cambiábamos guajes por tortillas, sal, dos o
tres chiles y hacíamos un día de viaje de ida y otro día en el
viaje de regreso.
Mi madre también tejía
fajas para Pinotepa o Jamiltepec, hacía flores de papel y aprendió
a cocinar. Fue la cocinera de un cura y asistía a gente venida de
fuera. A mí, por lo menos, me tocaban los huesos. Ella sólo hablaba
mixteco; mi padre sabía unas palabras de español y unos cuantos
latinajos porque era cantor de la iglesia.
La gente piensa que tiene
su propio idioma y dice: “Es el idioma que nos dejaron nuestros
padres, y debemos conservarlo y hacerlo más hermoso.” Jugando y
trabajando aprendimos el mixteco. Es una lengua muy expresiva; un
simple cambio de tono le da a la palabra un significado diferente.
1
Fernando Benítez, Los indios de México, tomo 1, pp. 383-385
[1966].
El investigador que tuvo bajo su cargo realizar esta región es el Doctor en Historia por el COLMEX J. Edgar Mendoza García, una pluma muy acreditada en la historia de Oaxaca y recientemente en la de su tierra natal: los chochos de Coixtlahuaca-Nativitas-Monte Verde. Ya hablaremos de un libro suyo también de reciente edición titulado "Municipios, cofradías y tierras comunales. Los pueblos chocholtecos de Oaxaca en el siglo XIX", editado por el Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO y otros coeditores.
Pasemos ahora a la región del Papaloapan, colindante con Veracruz. Su portada es la siguiente:
Para quien crea que ve visiones le ayudaremos a entender esta imagen tan plástica y a la vez tan surrealista. Se trata de una "panga" de dos pisos que unía ambas orillas del ancho río Papaloapan, tan poderoso e indomable (hoy tan contaminado) que no hubo presupuesto que permitiera construir un puente encima de él hasta el último tercio del siglo XX. Este río era la vena económica que hizo a la región tan próspera en al menos dos ocasiones del siglo XX: la época de la bonanza de la explotación del tabaco (iniciada en el porfiriato en Valle Nacional) y la época del "oro verde" cuando a mediados de siglo pasado se explotó el cultivo del plátano.
Historia contigua es la de la piña de Loma Bonita, pero ésta no se exportó por la vía fluvial del Papaloapan, sino por el ferrocarril.
En la foto de portada vemos exactamente cómo se desenvolvía la economía entonces: la "panga" era al mismo tiempo un medio de transporte de mercancía (vemos sacos de café a bordo), de animales (un caballo se entretiene comiendo en el techo) y de hombres, mujeres y niños. Fueran peones de calzón blanco o comerciantes de saco blanco y sombrero, todo era ir a través del río Papaloapan corriente arriba o corriente abajo. En la orilla se pueden ver los peones preparando la carga que van a mover a través de estas rústicas embarcaciones.
Este texto le tocó escribirlo en particular al Doctor en Sociología Salvador Sigüenza Orozco, promotor de esta colección. La foto de portada no pudo ser mejor elegida. En próxima entrega abundaremos en estas imágenes, pues hacen el caldo gordo de esta serie llamada precisamente "Imágenes de una identidad".
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