La colección de la que empezamos a hablar en entrada anterior, titulada Imágenes de una Identidad, tiene el beneficio de ser una re-visión moderna de nuestro siglo XX. Por primera vez en la historia bibliográfica local se le da el mismo vigor al texto que a las fotografías, creando para el lector un balance rico, emocionante y pleno de significados respecto a la región de que se trate.
En esta entrada comentaremos el tomo de la COSTA, que debemos a la Doctora en Historia Daniela Traffano. En efecto, su apellido suena a italiano porque ella es de Milán, Italia, pero ya es tan oaxaqueña como una nieve de leche quemada con tuna. Recordemos que esta colección que abarca las 8 regiones del estado ha sido coordinado por ella y por Salvador Sigüenza Orozco.
Cargando café en la lancha para llevarlo al barco,
Puerto Escondido Juquila, 1953. FCBV
Lo que en Oaxaca llamamos región de la Costa se compone de tres distritos: Jamiltepec, Juquila y Pochutla, amplios territorios cuyo denominador común es que comparten el fragor de la Sierra Madre Occidental y el mar. En algún libro de Andrés Henestrosa leí una descripción geográfica que se me antoja plagiarla aquí, desde luego no textualmente. El "labio" norte de la Costa se humedece con las neblinas de sus altas montañas mientras el "labio" sur sonríe entre las brisas marinas del profundo océano Pacífico... Este es el escenario telúrico de esta región que todavía hoy es de difícil y agotador acceso y se mantiene esperando una prometida "supercarretera".
Pero esta síntesis excelentemente lograda por Traffano gusta de la información científica y documental (y no de mis comentarios), de los que parte para obsequiarnos esta publicación de 68 páginas impresas en blanco y negro sobre papel couché mate, de tamaño 20x20 cm, diseñada por Judith Romero e impresa y encuadernada por Carteles Editores. Esta colección se presentará al público el 29 de noviembre a las 19 horas en el Centro Cultural San Pablo, en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca.
Camino a Pochutla, ca. 1938. CJAP.
Las imágenes que acompañan a este texto, nos dicen los Coordinadores, provienen del Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública (AHSEP), la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI-FNL), la Fundación Bustamante Vasconcelos (FCBV) y las colecciones de los señores José Álvarez Padilla (CJAP) y Julio Horta Pérez (CFJHP). Los pies de foto que reproduzco en color marrón son exactamente tal como vienen en la publicación. Los demás son mis comentarios personales.
Jamiltepec, ©Anónimo.CDI-FNL.
Como ya dijimos en entrada anterior, estos volúmenes nos narran las dinámicas sociales iniciadas a partir de la caída del régimen de Porfirio Díaz hasta los años setentas del siglo pasado. Las consecuencias que tuvo la Revolución mexicana, tanto en la vida económica, política, cultural y el modo como fueron recibidas por los pueblos indígenas y negros, podríamos entenderlas sin mayor problema, pero es gracias a sus fotografías que entonces se nos presentan multiplicando por mil la información textual recopilada.
Cada imagen tiene tantos detalles que todos hablan y dan sentido a cada documento. Las fotos no fueron hechas por fotógrafos profesionales, por eso algunas son estéticamente modestas y técnicamente simples, pero su elocuencia adquirida por el paso del tiempo y por el hecho de haber sido conservadas en archivos institucionales o personales las hace hoy parte de un discurso lleno de ilusiones de redención, de progreso, de vanguardia. Aquellas fotos hablan para el que quiera escucharlas.
El balance entre los contenidos textual y gráfico, logrado por Traffano, hace de este tomo una lectura siempre ágil, sintética y contundente. Veamos más fotos que lo integran.
Jamiltepec, 1955. © Anónimo CDI-FNL.
Jamiltepec es una población grande, metida varios kilómetros tierra adentro. Aún hoy el visitante puede ver cómo sus mujeres mayores visten de manera similar a estas jóvenes. Así las encuentra uno en su mercado, que es muy importante y bullicioso. Quedan muy pocas construcciones con este estilo de pilastras gruesas para soportar los constantes temblores de tierra y el techo de vigas, teja o tejamanil. El ambiente es sofocante por caluroso para quien no está habituado al clima y hoy la carretera costera y la abundancia de "suburbans" logran el dinamismo económico de esta ciudad, la única que conozco que tiene dos altísimas columnas frente al pórtico de su iglesia, donde reposan un reloj de sol en una y uno de luna en otra. Vestigios novohispanos que han sobrevivido al caótico "progreso" de tan amplia ciudad.
En la foto superior, las jóvenes asisten a un curso de corte y confección con la protagonista del momento: una máquina de coser Singer. En el México de los cincuentas se estimulaba a las mujeres a que confeccionaran su propia ropa familiar. Les ahorraba dinero y les permitía estar a la moda, si se deseaba, pues abundaban en periódicos y revistas la publicación de "patrones", los cuales vemos aquí sobre la mesa de corte. Por supuesto, sólo las "niñas" iban a estas clases...
Maestros recibiendo semillas de hortaliza. Escuela
"Redención de la Raza",
San Agustín Loxicha, Pochutla, mayo de 1929. AHSEP.
...Mientras que los niños recibíamos clases de cómo sembrar huertos escolares, domésticos, sencillos. Esto me tocó a mí y al parecer quien con más entusiasmo recibió dichas clases fue mi madre, que nos dotó de una "parcela" de 1x2 metros en la casa paterna a cada uno de sus hijos y nos puso a sembrar rábanos, cebollas y zanahorias. El experimento me entusiasmó entonces, pues veíamos el progreso de las plantitas, la aparición de parásitos, el uso de abono a base de estiércol revuelto con excremento de vacas (mi tío tenía establo) y un camión de "yocuela" o arena muy fina que dejan los ríos en sus orillas cuando baja su caudal. Tuvimos que ponerle un límite a cada parcelita, pues no faltó el "Caín", un hermano gandalla que "invadía" la parcela ajena, mejor trabajada y con frutos más visibles.
Era parte de la instrucción escolar de entonces. Aquí en esta interesantísima foto vemos como los maestros, vestidos impecablemente de blanco aunque con extrema modestia, posan ante el fotógrafo inspector, que les ha llevado miles de semillas para que ellos las enseñen a cultivar a sus alumnos y al mismo tiempo enriquezcan su dieta pobre. La redención de la raza puede ser también espiritual, pero necesariamente deberá comenzar con una panza mejor comida.
Los alumnos en la clase de educación física. Escuela
"Redención de la Raza", San Agustín Loxicha, Pochutla,
mayo de 1929. AHSEP.
Otra clase era la de Educación Física, como la que se ve en la foto. Consistía en rutinas grupales de "gimnasia sueca". Nunca supe por qué era "sueca", pero en esta foto vemos que los indígenas zapotecos de San Agustín Loxicha la desarrollan bastante bien. La Revolución mexicana buscaba tener jóvenes de "mente sana en cuerpo sano". Recuerdo el patio de mis primarias Abraham Castellanos y España cubrirse con cientos de niños y todos al conjuro de un silbato y un profesor que lidereaba el ejercicio, meternos a las rutinas de flexionarnos, estirarnos, girarnos, saltar, inhalar, sostener y expulsar. Ahora que lo recuerdo, me hacían sentir bien. Esto me ha llevado a preguntar los orígenes de tan coreográfica rutina de obligada observación escolar, en mi caso hasta la secundaria y para quienes como yo se pregunte lo mismo, les ofrezco este link interesante:
http://historiaefi.blogspot.mx/2008/06/gimnasia-sueca.html
Los alumnos en la clase de educación física. Escuela
"Redención de la Raza", san Agustín Loxicha, Pochutla,
mayo de 1929. AHSEP
Para muestra este botón. Con el gusto por cerrar los libros y correr y brincar, "rompíamos filas" al terminar la gimnasia, ya perfectamente saturados de endorfinas y sudor y felices quizás de verle los frutos a la disciplina de seguir al maestro, repetir los ejercicios, sentir que los músculos se esforzaban y ver que todos hacíamos lo mismo sincronizadamente. Mi esposa me comentó que hace una semana llegó media hora antes de que abriera a una tienda Aurrerá de la colonia Reforma. No le permitieron entrar, pero pudo ver la rutina de los trabajadores antes de que abriera la tienda. Todos hacían una breve tabla de "gimnasia sueca", al compás del gerente. Cuando éste les preguntaba en el clímax de sus estiramientos "¿Cómo nos sentimos hoy?", todos respondían a una voz "¡Magnífico!"...
¿Ya ven a qué me refiero? Los obreros chinos hacen algo similar al ingresar a sus turnos. Los japoneses también. En cambio los niños mexicanos de hoy, lo único que hacen es ejercitar los músculos de sus mandíbulas, pues las madres han hallado como método infalible para tenerlos sosegados embutirles en la boca la comida chatarra que tanto abunda ya no "a la salida" de la escuela, sino desde "la entrada". Son cosas que hoy deberían estar siendo re–visadas, opino.
Pochutla, ca. 1950. CJAP.
Por supuesto que una educación así, diseñada por la postRevolución mexicana, debería rendir frutos como éstos: el triunfo en las justas deportivas donde se exhibe el vigor, la estrategia, el trabajo en equipo, la disciplina y el orgullo. Todo esto vemos en los rostros de estas jóvenes campeonas que posan para la posteridad tan seguras de sí mismas y a la vez tan modernas. A la izquierda, el entrenador sonríe de oreja a oreja compartiendo el esfuerzo. El público participa de un momento glorioso que se hará eterno gracias al trofeo bañado de oro que la capitana sujeta con orgullo y fuerza.
Un dato extra que podemos "leer" en esta fotografía es la composición racial de sus integrantes. Hay dos chicas de claros rasgos asiáticos: la capitana y la joven de pie en el extremo derecho. En la Costa también hubo una migración minúscula de chinos y japoneses.
Señor Francisco Ramos Ortiz, Jefe de la Defensa Social
del distrito de Pochutla, comisionado para la carretera
Oaxaca-Puerto Ángel, quien visitó el pueblo para
conseguir ayuda. Escuela "Redención de la Raza",
San Agustín Loxicha, Pochutla, junio de 1929. AHSEP.
Interesante foto donde aún vemos a estos personajes ataviados como si fuesen el Estado Mayor de un caudillo en la "bola" revolucionaria. Máuseres, cananas, pistolas, sombreros tejanos, "calzones" de manta, sombreros de petate... la lucha armada aún estaba caliente pero eso no impediría que la "revolución" comenzara a hacerse realidad para los pueblos incomunicados de esas serranías, sobre todo sabiendo que ya exportaban café. El progreso promovido, en adelante, necesitaría carreteras...
Camión Fagiol, carro alemán de diesel que cargaba 30 sacos de café.
Sus ruedas eran de madera y no tenía llantas, eran de hule crudo
pegado al rin, muy fuerte pero muy duro, Pochutla, ca 1940. CJAP
Los caminos de herradura no desaparecerían del todo pero deberían ancharse, volverse cómodos para mover cargas de una manera más intensiva, desafiando a la topografía y sin pensar para nada en el "confort". Eso vendría después, quizás, pero estos son los momentos para los hombres rudos y sus máquinas en un momento de demanda del café, lo que estimularía a muchos empresarios no originarios de estas tierras a ser quienes construyeran la infraestructura mínima que requerían. Así se hicieron muchos caminos y llegó la electrificación, como una respuesta al auge que estaba teniendo la Costa y su café.
Atravesando el río Copalita para ir a las fincas a recoger café,
en partes pasaba el agua dentro de la cabina, solo se podía atravesar
"vadeando" y en tiempo de secas, Pochutla, 1947. AJAP.
Campo de aviación de Pochutla, ca 1960. CJAP.
Los riesgos valían la pena y había hombres y mujeres entregándose al esfuerzo de extraerle a tan agreste serranías su "oro verde". Si por tierra las cosas se ponían difíciles se abrían pistas para aviones y avionetas, como se ve en la foto. A través de estos aparatos capitanes pilotos arriesgaban el pellejo a cada rato y usaban estas máquinas para realizar el comercio en toda la franja costera.
Pochutla, 1943. CJAP
Lo mismo llevaban el correo que valores, animales de granja, enfermos, sacerdotes, políticos, funcionarios, medicinas, turistas, investigadores, peones y finqueros. Lo sé porque uno de estos hombres fue muy amigo de mi padre. Se apellidaba el Capitán Jarquín. Creo recordar que su nombre era Héctor y conoció como la palma de su mano las montañas y sus cañadas, pues era la ruta que debía seguir ya que el sobrepeso de sus vuelos le impedía remontar las crestas más altas. Otro piloto de estos tiempos heroicos se apellidaba Esteva y si mal no recuerdo murió trágicamente realizando estas misiones sobre las serranías oaxaqueñas... NOTA. Acabo de hallar el nombre de este piloto en la página 36 del tomo correspondiente a la región Sierra Sur, salido de la pluma de Salvador Sigüenza. Se trata del capitán Sergio Esteva Dávila.
Desembarque de productos, Pochutla, ca. 1950. CJAP
...Y si no fuera ni por tierra ni por aire, entonces por mar. Esta región tiene este "as" bajo la manga y aunque no heredó entonces la infraestructura de un puerto formal, tampoco se quedó de brazos cruzados. Por mar iba y venía la mayor parte de su riqueza comercial. En esta foto donde vemos a un inusual hombre de corbata volverse hacia la cámara, atestiguamos el desembarque de mercancías que han sido traspaliadas de un barco mayor que por su peso no ha podido llegar hasta la playa. El lanchón la hace de carretilla y la gente acude a realizar la descarga. No muy distinta debe haber sido la faena con la antigua "nao de China"... A juzgar por la sonrisa del hombre, ha llegado suficiente mercancía y de tal calidad que seguramente podrá continuar con sus buenos negocios.
Corrida de toros, Pochutla, ca. 1960. CJAP.
Por increíble que parezca, esta foto nos muestra una fiesta donde han ido más allá del simple jaripeo. Alguien la ha hecho de empresario taurino y ha conseguido "mataores" que han arribado con sus mejores trajes de luces a seducir al respetable con su apostura. La res, sin embargo, no parece colaborar mucho... antes bien, le está aguando la fiesta al "diestro" que ha perdido su "capote" en su lomo y le mira como diciéndole "¡óle, valiente!, ¡Aunque me veas toro viejo, soy padre de más de cuatro!"
No constan en el libro de Traffano de quién eran las orejas que quedaron esparcidas en el piso, si del toro o del torero...
Efrén Pérez Silva, fundador de Puerto Escondido en Playa Marinero
con atarraya de ojotone, Juquila, s/f. CFJHP.
Y para cerrar este comentario (que corre ya el riesgo de resultar demasiado extenso) veamos a un personaje histórico al que conocí en persona, ya muy mayor: don Efrén.
Tuvo la gloria de descubrir (o inventar) Puerto Escondido. Le escuché explicar la causa del nombre, pues siendo él un pescador de cabotaje conocía bien el litoral por estos rumbos, pero una vez recaló en su playa y la halló dichosa. Días después, no la pudo encontrar pese a sus reiteradas vueltas. Y así estuvo batallando hasta que de nuevo le encontró y ya no se quiso separar de ella. En una entrevista con mi padre –Néstor Sánchez, periodista en cuya revista "Oaxaca en México" vienen fotos de muchas partes del estado en los 50s y60s y entrevistas a muchos de estos personajes– a la que asistí, nos presumía don Efrén que había inventado una casa con muros como ninguna, hechos con material de reciclaje. Ya sé que esto puedo parecer perogrullada actualmente, pero a fines de los años setentas hablar de una casa ecológica con muros utilizando material reciclado sí era una novedad. Había ido recolectando las latas de cerveza que abandonaban los escasos turistas que llegaban y luego había hecho una suerte de tabicones de cemento en donde las latas, ya convertidas a tubos de aluminio, lo atravesaban de lado a lado, haciendo que una vez levantado el muro entrara luz y circulara la brisa marina, sin necesidad de tener ventilador, pues ni energía eléctrica había en los tiempos en que lo inventó. También habló de un tipo de tabicón rellenado con fibra de la cáscara del coco.. Me sonó a chunga en ese entonces, pero ahora he sabido que se le están metiendo fibras plásticas y minerales al cemento, para aligerarlo, hacerlo poroso y darle otras cualidades que le son útiles en determinados usos. En fin, era un hombre pragmático, un pescador sencillo, como aparece en la foto, con bastante ingenio y sobre todo con bastante buen ojo, pues Puerto Escondido tiene playas paradisiacas...
Un par de últimas reflexiones.
El lector podrá notar que en este tomo no aparecen imágenes de negros costeños. Yo creo que se debe a que sus comunidades estaban en sitios de muy difícil acceso y también a que si hoy no se dejan retratar, hace décadas debió haber sido más que imposible. No solamente no hubo fotos de ellos, sino que los negros fueron olvidados por la misma Revolución mexicana...
Este libro de Daniela Traffano, y la colección en su conjunto, me han despertado el optimismo. Me han dejado en claro que en todas nuestras regiones han batallado y muy duro, mujeres y hombres para levantarlas y colocarlas en el sitio donde estaban ayer (me refiero al siglo XX).
Hoy no parece que estemos a su altura. No han sido ellos los que han fallado. Empresarios con esas agallas, ya es muy difícil hallar. Profesores tan identificados con sus alumnos, creo que desaparecieron. La naturaleza ahora ha sido sobre explotada. Ya no nos ofrece riqueza, sino dolor y el esfuerzo parece estar pulverizado y enemistado. Vale la pena ver este pasado, leer el contexto sociohistórico en el que surgió para plantear las necesarias nuevas preguntas que tenemos que plantearnos ahora. Ahora mismo. Tras leer este texto queda claro que aquella gente pensaba, sentía y se entregaba creyendo que estaba "construyendo" una patria en cada rincón del estado, en cada individuo... mientras nosotros, en este momento, parece ser que estamos viendo en desesperante cámara lenta el derrumbe de todo aquel país, sin que haya ánimos para otra cosa más que para la frustración y el hartazgo.
Gracias por publicar esas nostálgicas fotos de mi Pochutla y la costa.
ResponderEliminarDonde puedo conseguir ese libro?
ResponderEliminarLe agradezco de antemano su respuesta.
Estimado lector.
ResponderEliminarEl libro puede estar disponible y quizás a la venta en la oficina del CIESAS, cuyo link es el siguiente:
http://pacificosur.ciesas.edu.mx/
Gracias por su interés.
Muchas gracias por la información, lo trataré de conseguir, ya que me gusta leer información histórica de la región de la costa porque soy de ahí; además, que me gustaría escribir algún libro de esa región en el futuro.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Le recomiendo leer el libro de Basilio Rojas sobre la historia del cafe, y en el desarrollo comercial del Puerto de Mazatlan hacia 1950, es ahi donde se empieza a comercializar el cafe de la zona de Pluma Hidalgo.. saludos
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