domingo, 16 de diciembre de 2012

EL PERIODISMO QUE HIZO MORELOS EN OAXACA HACE 2 SIGLOS


Presentación del estuche y el folleto interior.

LA PRENSA INSURGENTE OAXAQUEÑA 1812-1813





El 25 de noviembre de 2012 se cumplieron 200 años de la caída de la antigua ciudad de Oaxaca, conocida entonces como Antequera, en manos de José María Morelos. Fue uno de esos raros acontecimientos que modifican el transcurso de la historia, no sin drama. La lucha insurgente se desarrolló con balas y con ideas. Las ideas se expresaron a través de la prensa de la época. De las balas no queda nada. Pero del ejercicio de publicar nos quedan estas joyas recogidas aquí en un estuche que sirve de "portada" y "caja del tiempo" de la nueva edición hecha en archivos pdf.
Sólo los historiadores pudieron darse cuenta de su importancia hoy en día, en que el panorama político local luce francamente desconsolador y paniaguado.

Con esta efeméride la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, a través de su Instituto de Investigaciones en Humanidades, publicó esta Segunda Edición de la prensa en un formato propio para la época contemporánea. De ella trata esta larga entrada.

Fue presentada al público el lunes 26 de noviembre de 2012, en la sede del IIH-UABJO de avenida Independencia 901, a las 7 pm, con la participación del coordinador de la edición, el historiador Carlos Sánchez Silva y el Maestro en Historia y experto en particular de la historia de Oaxaca, José Francisco Ruiz Cervantes, también coordinador general de la licenciatura en Humanidades de la misma universidad, más el redactor de este blog, que presenté un ensayo correspondiente que aquí reproducimos íntegramente acompañado de algunas ilustraciones que pertenecen a la edición.

Sud. Continuación del Despertador de Michoacán. Correo Americano del Sur. 1813. La prensa insurgente oaxaqueña cuentan con una presentación escrita por Carlos Sánchez Silva, que ofrece todo el contexto histórico de la llegada de Morelos al frente del ejército insurgente a estas tierras. En próxima entrada trataré de subirla, ya que el archivo actual por alguna razón técnica que desconozco me lo impide.

NOTA. Ya pude hacerlo, tras largas horas de combate con esta tecnología. Aparece en la entrada titulada "La prensa insurgente oaxaqueña se reedita dos siglos después". Invito al lector a que se interese por ese texto para redondear esta etapa histórica de Oaxaca.

La Prensa Insurgente Oaxaqueña.
IMPRENTA DIGITAL Y PERIODISMO DE PLOMO

Opiniones  de un impresor y periodista.

Por Claudio Sánchez Islas.

I.

Soy testigo de la feliz cita de dos tecnologías editoriales cuya génesis me emociona. Resulta de lo más interesante para mí como impresor haberle agregado este eslabón a la antigua cadena de colegas de la imprenta y el periodismo oaxaqueños. En este estuche hay encerrados mucho más que ideas políticas en guerra hace 200 años. Si bien los comentarios que aquí diré no son más brillantes que los contenidos históricos, me consuela que puedan cuando menos aportar amenidad y contrastes entre el hoy el ayer tanto en el periodismo como en la imprenta locales y como la tecnología mueve en curioso vaivén ambos oficios. Agradezco a Carlos Sánchez Silva, al Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO, a la Fundación Cultural Rodolfo Morales y al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica que me hayan designado la tarea de hacer esta nueva edición de los trabajos y los días de Morelos en Oaxaca alrededor de una imprenta. 

Echemos un vistazo por el diseño contemporáneo que resulta ahora ser el anfitrión del Sud y del Correo Americano del Sur. Luego nos iremos hacia la malquerida imprentita que hizo la primera edición de estos contenidos. Sostengo que “malquerida” porque tanto Morelos como sus periodistas sólo vieron en ella su modestia aunque acabaron por ataviarla con el pomposo y sospechoso título de “Imprenta Nacional del Sur”...

 Como verán consta de una caja en la que se introdujo una cartera que tiene a su vez dos carteritas. En la de la izquierda se guarda el folleto que contiene el ensayo explicativo de esta edición conmemorativa. En la derecha hay un sobre de aires barrocos que guarda un cd, el artilugio actual que justifica todo lo demás. Este disco ofrece al lector los contenidos de ambos periódicos insurgentes editados digitalmente, lo que significa que se necesitará forzosamente un dispositivo electrónico para consultarlos. 

La versión digital que hoy presentamos por supuesto ofrece todas las ventajas de un “pdf”, tecnología que tiene como finalidad “democratizar” los contenidos haciéndolos fácilmente consultables en prácticamente cualquier “gadget”. El “pdf” de hoy es lo que el papel a 1812: económico en costos y susceptible de reproducirlo masivamente, de  conservarlo o de transmitirlo esquivando la censura. Por si alguien tuviera dudas de la eficacia tecnológica similar de la prensa insurgente anotaré que en la lejana Tehuantepec fue capturado un clérigo insurgente llamado Domingo Garfias. Su casa fue revisada de arriba a abajo y ¿qué se le halló?: “Desde el número 1 hasta el 39, salvo el 25 y 26, del Correo Americano del Sur, el manifiesto de Morelos de Oaxaca de 23 de diciembre de 1812”... (Machuca, 2011. p. 213) entre otros varios, y hasta reconoció ser suscriptor del periódico dirigido por Carlos Ma. De Bustamante.

Volvamos a los elementos de diseño de hoy. La idea original es de Carlos Sánchez Silva, coordinador también de la presente edición. Nuestra diseñadora gráfica Rocío Gómez le agregó otros elementos basados en la sencilla idea de hacer que este estuche parezca una pieza manufacturada en la época, tomando la apariencia de un textil sencillo y popular para entonces, con un color amortiguado por el paso de los años. Para el título se reprodujeron las formas originales de la letras, por eso se ven chuequitas. En otro color pusimos el subtítulo “La prensa insurgente oaxaqueña” usando un tipo de letra totalmente contemporáneo. Dejamos en el estuche una “ventana” que no solamente servirá para facilitar la extracción de la cartera sino que anticipa un intrigante retrato de Morelos.



La intriga no termina cuando se ha sacado la cartera, sino que apenas comienza pues de inmediato los ojos tropiezan con un título sorpresivo: “Jamoncillo y cocada de leche.”... Una poderosa flecha roja desciende sobre el albo paliacate del Generalísimo y parece señalarle la paternidad de la “receta original”... El Siervo de la Nación luce vestido como presbítero, pero calzado con botas militares. Una mesa de curato rústico sirve de base a su puño que descansa sobre un libro “blanco” que acaba de ser escrito pues la pluma todavía está dentro del tintero justamente detrás. Este hombre muy moreno y rechoncho que mira hacia el horizonte con decisión pero también con serenidad, estrecha en su pecho un manojo de hojas sueltas que, quiero creer, contienen sus “Sentimientos de la Nación”. El tamaño de estas hojas sueltas será el mismo que tendrán sus periódicos insurgentes Sud y el Correo Americano del Sur: un octavo. Una cortina  sepia con vivos en oro con estilizadas flores de liz parecen satisfacer el rol de manto protector que le ha predestinado la Generala de las insurgentes, la Virgen de Guadalupe... Por encima de todo este marketing histórico y romántico aparece el logo de la empresa dulcera “De la Calle Real”, asentada en Morelia, Michoacán, que ha tenido el acierto de diseñar y comercializar no solamente esta caja, sino los virreynales dulces conmemorativos que la componían. Digo que la “componían” como una sospecha bien fundada, pues para cuando el doctor Carlos Sánchez la llevó a Carteles Editores, ya estaba vacía y tengo testigos que así lo pueden confirmar. De modo que aunque no pudimos conocer de primera mano el sabor y el aroma de aquellos postres que fueron la delicia de los padres de la patria, lo cual seguramente hubiera hecho mejor este impreso, reconocemos que la “magia” del diseño gráfico hechizó al historiador oaxaqueño y le hizo concebir esta idea inédita sin ruborizarse. Al pie de la portada alargada de esta caja, aparece la figura de uno de esos dulcesillos en que vemos de perfil a Morelos, ahora con la casaca de general victorioso. A su costado consta el rigor del fabricante: “Contiene cinco piezas. Contenido Neto 300 gr” 

De aquella misma caja de jamoncillos tomamos una ilustración también inédita y muy interesante: el árbol genealógico de don José María Morelos y Pavón. Ya la hallará quien se atreva a conocer esta edición. Otra sorpresa será entender a qué pudieron haberse referido los insurgentes cuando describieron a Oaxaca como “basta, hermosa y opulenta”... Para ilustrar esta nobilísima descripción recurrimos al paisajista José María Velasco. Le agregamos el retrato que el impresor italiano Claudio Linati le hizo a Morelos vestido como chinaco, recogiendo de oídas su fisonomía muchos años después de haber sido fusilado el patricio.

Debo aclarar que no es una edición facsimilar, sino literalmente un “ebook”, un periódico virtual. La tipografía del mismo es muy clara, sencilla de leer y está acorde a la estética de la tipografía original de la imprentita “nacional” del Padre José María Idiáquez Arrona (1782-1833), pues usa el mismo tipo de letra llamada “humanista”, en sus estilos “romana” o vertical y “cursiva” o itálica. A pesar de haber pasado dos siglos de haberse impreso con letras de plomo, la forma de sus actuales letras digitales resultan ser las mismas. ¿Por qué? Aunque no lo crean esto se lo debemos a la filosofía de Steve Jobs, el fundador de “Apple”... Cuando inventó la “Mac”, sus ingenieros desarrollaron un algoritmo que era capaz de producir e imprimir curvas de modo casi infinito. Jobs, que había quedado fascinado con un curso completo de tipografía en la preparatoria de Reeds, exigió que su sistema operativo ofreciera “las mejores” fuentes tipográficas electrónicas (Isaacson, 2011. p.175). Por “mejores” se refería a las clásicas de la imprenta diseñadas originalmente en el remoto Renacimiento del siglo XVI, que a su vez retomaron la estética de las letras inventadas por el imperio romano. Para diferenciarse del estilo medieval de las letras góticas de Gutenberg, sospechosas de protestantismo, le pusieron como nombre genérico “romana humanista”... Volviendo a nuestra época, Steve Jobs, en los ochentas del siglo pasado, impuso en su vanguardista compañía la idea de que su misión “era formar el sentido estético de los demás”, basado en que (Isaacson, 2011. p. 339) existe realmente una “estética ideal y universal que la gente debía aprender” al adquirir las computadoras de su marca, es decir, tendría el consumidor a la mano letras clásicas, antes que estrictamente cibernéticas. De esta forma pues, nuestro actual mundo digital retomó la forma clásica de las letras porque cumplen estos ideales: son funcionales, son bellas y son universales... Así la “Mac”, las PC y el software de diseño hecho por la californiana empresa Adobe, inventora del PDF, fundamentan su estilo innovador volviendo al modelo clásico que cuenta con cinco siglos de antigüedad, por lo menos. 

II.
Para expresar la modernidad ideológica que significaba la “independencia absoluta” de España y el nacimiento de una patria americana, el general Morelos recurre a la prensa, esa vanguardia de pensamiento que modificará para bien el panorama nacional, sospecha. Para él un periódico será más contundente que los fusiles, por ello decide sacrificar balas y darle lingotes de plomo y estaño al único impresor local capaz de fundir letras de imprenta. Tal fundidor y quizás diseñador de tipos de imprenta es un clérigo llamado José María Idiáquez, criollo oaxaqueño de alguna alcurnia que ya antes ha publicado prensa contrainsurgente, salida de la medieval pluma del obispo de Antequera. El sacerdote y tipógrafo Idiáquez tiene una nueva responsabilidad para salvar su pellejo: multiplicar la velocidad de producción de impresos revolucionarios y una vez que he visto y leído lo que hizo no me queda sino reconocer que lo hizo bastante bien, dadas las circunstancias. 

Pero en la “Presentación” del primer número del Correo Americano del Sur uno lee este párrafo envenenado con dos o tres gotas de ironía: “Mas al fin, entre las incalculables ventajas que la mano bienhechora de la providencia nos concede en la ocupación de la vasta, hermosa y opulenta provincia de Oaxaca, contamos dichosamente la de una oficina tipográfica, que si no es de las más estimables en su especie nos facilita como quiera la publicación de nuestros escritos”...

Los medios masivos de comunicación (prensa, folletos y libros) de hace 200 años estaban todos en manos del gobierno español y sus burócratas a ambos lados del mar. Las imprentas permanecían bajo el dominio del clero realista. El papel y las herramientas no eran comunes ni podían comercializarse libremente. Ya existía, por ejemplo, la famosa Gaceta de México y también el Diario de México, que salía los 365 días del año, pero no sin haber pasado antes por la censura. Su tiraje era de 800 ejemplares diarios. Cuando más llegó a tener 8 páginas tamaño medio oficio, es decir, 16 cm de ancho por 22 cm de alto (aproximadamente), impresas sólo con tinta negra por ambas caras. Carecía de ilustraciones y costaba 2 reales. 

El Sud y el Correo Americano del Sur mantuvieron estas características: tamaño equivalente al actual medio oficio, impresión en tinta negra sobre papel muy poroso, el costo era de 2 reales, salían una vez por semana y prometía limitarse a una hojita doblada formando 4 páginas. El tipógrafo historiador de la imprenta oaxaqueña Juan Pascoe escribió que en total el Correo Americano del Sur llegó a constar de 328 páginas. El tiraje estimó que fue de 500 piezas cada edición. 

Es precísamente para contrarrestar el uso de lo que hoy llamaríamos “medios masivos de comunicación” novohispanos del obispo de Antequera Antonio Bergosa y Jordán, dueño de la mayoría de púlpitos y superior jerárquico del poseedor de la única imprenta local, que Morelos le pide a Antonio de Herrera primero y después a Carlos María de Bustamante que publiquen un periódico afín a la causa insurgente que combata los “...miserables folletos en que con títulos espaciosos (...) enmascaran el error, el artificio y la calumnia, he aquí los canales infectos por donde a merced de la impresión se derrama en torrentes el veneno que a despecho de la ilustración aislada multiplica lastimosamente las víctimas del engaño”.  

Aquí opinaré como diseñador e impresor. Es un acierto que Carlos Sánchez haya insertado dos páginas facsimilares de estos periódicos impresos en Oaxaca, pues observándolos podemos ver que aunque refunfuñando de la modestia de la imprenta oaxaqueña, Herrera y Bustamante le dieron a sus periódicos el mismo diseño gráfico que tenían publicaciones impresas de mayor prosapia como el “Diario de México”, “El Juguetillo” y la misma “Gaceta de México”, periódico oficial del régimen colonial.

Así que esto contradice, en mi opinión, el primer desencuentro de los periodistas insurgentes con la imprentita de Idiáquez, dado que pudieron hacer con ella un periódico tal como lo hacían en la ciudad de México. Otra cosa que me provoca sospechas es que en una carta dirigida a Ignacio Rayón (15 de marzo de 1813) el Generalísimo se lamenta como plañidera que no se han podido reimprimir en Oaxaca “la carta del Americano que explica la Excomunión” (...) “por ser muy corta la imprenta”(1)... “Yo [le] remito ocho de los malos de Oaxaca”, le escribe a manera de justificación...

¿Por qué estaban “malos” esos impresos? ¿A qué se refiere con la “cortedad” de la imprenta de Idiáquez?

El historiador de la tipografía novohispana Juan Pascoe publicó recientemente su extenso estudio titulado “José María Idiáquez. Impresor en el Oratorio de la Congregación de San Felipe Neri de Oaxaca”. Nos pinta en él un panorama inmejorable del rol de este clérigo y su imprenta de polines destartalados. Con mucha paciencia observa letra por letra y concluye que son los relingos de viejas imprentas ¡que han estado imprimiendo en México-Tenochtitlan y Puebla desde finales del siglo XVI! Sin embargo no se pregunta por qué tendría imprenta Idiáquez. Me atrevo a sugerir que se debía a sus deberes como clérigo del Oratorio. Estos no hacían vida contemplativa. Su misión era auxiliar espiritual y materialmente a los presos y a los enfermos en los hospitales de beneficencia. Para ello, como el mismo Pascoe lo asienta, Idiáquez tenía hechos compromisos económicos y ¿de dónde salía el dinero? ¡De su imprenta! Quizás ello explique la existencia de billetes de lotería que imprimía regularmente, pues le había sido otorgada la licencia de realizar sorteos para hacerse de los abultados fondos que demandaba el ejercicio de su presbiterado. Supongo que por lo mismo adquirió –o heredó– de terceras manos la “oficina tipográfica” y se empeñó en aprender el oficio en su totalidad y a su vez enseñárselos él mismo a sus pícaros aprendices –unas “fichitas”–. Así pues Idiáquez y su imprenta debieron tener un papel más que central en todo este período histórico, además no podemos dejar de lado un hecho que debió conocer Idiáquez: las Cortes de Cádiz, expresión del levantamiento del pueblo español contra el rey “Pepe Botella”, sesionaban en el templo del Oratorio de la Congregación de San Felipe Neri de dicho puerto andaluz. De allí salió la primera constitución liberal española que inspirará la emancipación posterior de muchas naciones de América, iniciando el derrumbe del imperio colonial hispano. (2) También hay que reconocer que Idiáquez y su taller sí alcanzó a hacer impresos con gran decoro aunque sin rebasar los límites de su tecnología disponible. Al observar sus diversos trabajos me queda claro que para nada la “oficina tipográfica” montada en el Oratorio pudo haber sido una actividad secundaria o deficitaria para el tiempo que la ocupó y subsidió el generalísimo.

Pero volvamos a los suspiros lastimeros de Morelos, que le hace confesar a su subordinado “lo corta” de la imprenta oaxaqueña, no obstante que tuvo en Herrera y Bustamante dos pesos pesados como no ha visto igual la prensa local. 

Morelos designó a José María de Herrera –también sacerdote– que se encargara de la edición del Sud. Este hombre sabía que la imprenta habría que explotarla para la causa. Había ido a Estados Unidos donde compró una imprenta, tipos y 50 resmas de papel. Una resma de papel equivale a 4 kilogramos de producto, así que 50 resmas eran unos 200 kilos, suficiente para imprimir miles de hojas. Embarcó todo pero nunca llegó nada. Se supone que el barco naufragó al partir de Nueva Orleáns... Como sea, nos revela que el papel que España se negaba a vender en su colonia se podría conseguir con los vecinos norteamericanos. El papel siempre fue un problema mayor hasta fines del siglo XIX, cuando se instala la primera papelera mexicana. 

Sólo como dato curioso les recordaré que Hidalgo publicaba 2000 ejemplares de su “Despertador Americano”, que solía constar de entre 2 y 8 páginas y se agotaba pese a su alto precio de 25 centavos. Fue una suerte de “trend topic” del siglo XIX...

El historiador Moisés Guzmán Pérez sostuvo en su conferencia del 27 de enero de 2012 en la B. Burgoa, que tanto el Sud como el Correo tuvieron un “bajo impacto” como periódicos insurgentes en la ciudad. No se vendían. No se leían, dijo... Yo difiero de ese juicio, si bien no tengo –como él tampoco– los pelos de la burra en la mano para contradecirlo. Sin embargo sí sé lo siguiente: La prensa de combate circula vigorosamente siempre, si bien no deja dinero por concepto de venta directa al consumidor. El Sud y el Correo, satanizados desde púlpitos y escritorios como lectura sacrílega, debieron haber gozado del consumo masivo clandestino, debieron haberse beneficiado de la hipocresía local y, sobre todo, debieron haber ampliado la base de apoyo de las nuevas ideas independentistas.

¿Corta la imprenta?.... ¿A qué se referiría el Generalísimo? ¿A su capacidad material o humana? ¿A su maquinaria, tinta o recursos financieros? ¿A la tecnología? Me atrevo a opinar que se refería al papel, nada más. Tipos no pudieron haberle faltado porque compró cientos. La tinta la fabricaban con sebo y hollín de panadería... ¿Periodistas?, ya dije que tuvo a los mejores. ¿Era “corta” por la falta de impacto en sus lectores? Sus periódicos tenía alas... Morelos había escrito a los tlaxcaltecas que la América es “un continente feraz, rico y abundante de todo. No tenemos necesidad de otras naciones para subsistir.”... excepto por el papel. Sin papel no hay imprenta ni prensa.

El papel escaso y caro fue una constante preocupación para la causa revolucionaria, pero cuando se requirió no dudó Morelos en destinarle las resmas de papel que hicieran falta como debió haber ocurrido con la mítica edición del número 52 del Sud, inédito por casi doscientos años hasta que una pesquiza de Carlos Sánchez lo halló en la Biblioteca Nacional de Chile.  Esta edición electrónica lo contiene íntegro. Tras leer tan vigorosa proclama acaba uno siendo fan incondicional de Morelos. Dueño de una oratoria eficaz, el viejo alumno de teología del “zorro” Miguel Hidalgo construye una pieza magistral que el lector leerá sin poder contener su emoción. Son parte del ajuar de joyas del pensamiento que tiene este estuche. No diré más sino aquello que viene a favor de mi argumento. Escasos de papel, se supone que habían establecido publicar cada edición constando solamente de 4 paginitas una vez por semana. Para esta incendiaria carta a los tlaxcaltecas triplicaron el número de páginas, triplicaron los costos y multiplicaron por tres el trabajo de los tipógrafos y requirieron tres veces más de tipos de imprenta. Quizás duplicaron el número de ejemplares... ¿Dónde quedó que “era corta” la imprenta Nacional del Sur? El esfuerzo debió haber puesto a trabajar a marchas forzadas tanto a Idiáquez como a Herrera y quizás a Bustamante, pero valió la pena. Por eso este número 52 resultó tan raro, sospecho.

Este párrafo que leeré enseguida, que es a la vez una muestra del estilo de periodismo insurgente tanto por su retórica como por su contenido, creo que viene a favor de mi argumento. En el inédito número 52 de Sud, Morelos escribe lo siguiente:

“Yo no puedo ver con indiferencia las cicatrices y lugares que ocupaban las orejas de los naturales del pueblo de Tilantongo y otros de la Mixteca mandadas cortar por los inhumanos gachupines; yo los he visto en Oaxaca: están vivos aunque sin orejas, y vosotros los podéis ver. ¡A las armas, Tlaxcaltecas, que esta es una justa venganza! Nuestra guerra es justa y obligatoria. 



III.

Doscientos años después de la aparición del Sud y del Correo Americano del Sur, hemos visto cómo la tecnología ha impuesto al periodismo nuevas dinámicas. Si coincidimos en que el periodismo es una herramienta en cualquier tiempo para denunciar los abusos de poder y las injusticias –por lo menos– entonces comprenderemos cómo hoy en día nuestro celular equipado con videocámara se ha convertido en casi lo mismo que la modesta “imprentita” del Correo Americano del Sur al denunciar un estado de cosas injusto, multiplicando la voz, haciéndola escuchar lejos.

Si observamos algo que es indignantemente cruel y lo grabamos y lo publicamos en You Tube  desatamos una revuelta. La “imprentita de Idiáquez” la llevamos ahora cada uno en el celular... Recordemos los casos de las Ladies de Polanco, el odioso señor Sacal, el gober precioso, “el pendientito” de Ulises y Echeverría y observemos que aquellos ejercicios de denuncia (técnicamente pobres) incendiaron los pastos de nuestra indignación. No abundemos en las revueltas de los países árabes como Egipto y Libia que, si viviera Morelos, diría que un día “despertaron” de su esclavitud pero con twits y mensajes de texto que pasaban de celular en celular... Toda revolución, toda revuelta o rebelión, en todo momento enfrenta un problema mayor: sus lectores. Se vuelve un problema crucial para ella saber si entendieron, si reaccionaron o si se mostraron indiferentes. Por eso toda revuelta necesita tanto soldados como periodistas. Los primeros vencen; los segundos convencen. Los milicianos enfrentan peligros de vida o muerte; a los periodistas los mata la indiferencia. No otro fue el papel del Sud y el Correo Americano del Sur, con todo y sus errores de imprenta, su “cortedad” y sus renglones feitos... La prensa y sus ideas, van de la mano con la tecnología de que disponen en ese momento. 

IV.


Finalmente hay un hito que nos distingue de las sociedades antiguas: la libertad de imprenta. Reconocida en aquella constitución liberal de 1812, si bien no duró sino sólo 30 días en vigor, su semilla se sembró de manera tan profunda que aún nos sigue ofreciendo sus vigorosos frutos. Así pues, a partir de la aparición del Sud y del Correo..., los oaxaqueños debemos conmemorar otro feliz acontecimiento: el nacimiento de la opinión pública oaxaqueña de la mano de la prensa insurgente. Con sus altas y bajas, ires y venires, la prensa de combate y la oficialista llegaron para quedarse con los peros y las ventajas de la tecnología a su alcance.  Periodismo y tecnología, rebelión política y revolución tecnológica van de la mano.  

Hace 200 años cada edición salía los jueves, costaba 2 reales y se vendía en la Aduana local. Hoy celebro que estas alas nuevas sean digitales. Ellas darán nuevo impulso al Sud y al Correo Americano del Sur. Seguramente les llevarán volando hasta la “iCloud”, donde ya las aguarda el porvenir.  Esta edición digital consta, como la primera edición impresa hace 200 años, de 500 ejemplares. Interesante ¿no?...


26 de noviembre de 2012.
Ciudad de Oaxaca.



NOTAS.
1.Por eso su lastimero comentario sobre la decrépita imprenta de Idiáquez, respecto a aquella “oficina tipográfica”, contó muchas décadas después Ignacio Candiani que en ella sólo se imprimían “novenas y toda clase de obras místicas”... y que la modernidad tipográfica llegó a Oaxaca casi 15 años más tarde que la consumación de la Independencia nacional, de la mano del tipógrafo inglés Guillermo Haff que importó maquinaria y tipos industriales fabricados por la revolución industrial.

2.Lo liberal de la Constitución de Cádiz radica en la abolición del vasallaje, en la enunciación de la libertad y la igualdad de todos los individuos y en la promulgación de sus derechos humanos como la educación y la salud. Una consecuencia directa de aquella constitución y sus ideales es la creación en Oaxaca del Instituto de Ciencias y Artes, contemplado en la constitución local de 1824. Una característica de este nuevo modo de pensar es que para el ingreso de alumnos a ella no se objetará su condición de indio, mestizo, criollo, peninsular o cualquier casta, pues todos son iguales en condición y tienen derecho a la misma educación. De esta manera, Benito Juárez pudo tener acceso a la educación superior.



Fuentes usadas.


Acervos. Boletín de los Archivos y Bibliotecas de Oaxaca. No. 30. Otoño 2006-Primavera 2007. Oaxaca. Francisco José Ruiz Cervantes, director.

Autrey Maza, Lorenza. Ávila Blancas Luis, Christianson de Casas Karen, María del Carmen Pérez Lizaur y Rafael Rodríguez Castañeda. La Profesa. Patrimonio Artístico y Cultural. Secretaría de Desarrollo Urbano y Ec
ología. México, 1988.

Calderón Vega, Alberto. Las Cortes de Cádiz y los derechos humanos en la obra de don Florencio del Castillo Villagra, páginas 117-145, en Memorias. Congreso Internacional de Derecho Cosntitucional. Noviembre 2011. UABJO y Fundación Uabjo A.C. Oaxaca, 2012.

Isaacson, Walter. Steve Jobs. Debate. México, 2011.

García, Clara Guadalupe. El periódico El Imparcial. Primer diario moderno de México (1896-1914). Centro de Estudios Históricos del Porfiriato. México, 2003.

Miquel I. Vergés, J.M. La independencia mexicana y la prensa insurgente. INEHRM- El Colegio de México. México DF 1985.

Navarrete Maya, Laura y Blanca Aguilar Plata. Coords. La prensa en México (1810-1915). Pearson, México, 1998.

Pascoe, Juan. José María Idiáquez. Impresor en el Oratorio de la Congregación de San Felipe Neri de Oaxaca. 1807-1826. Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, UABJO, Biblioteca Burgoa. México 2012.

Sánchez Silva, Carlos. Coord. La guerra de Independencia en Oaxaca. Nuevas perspectivas. IIH-UABJO, Comisón Permanente de la LXI Legislatura local. Oaxaca, 2011.

Sánchez Silva, Carlos. Coord. Sud. Continuación del despertador de Michoacán y Correo Americano del Sur. 1813. La prensa insurgente oaxaqueña. IIH-UABJO, INAOE, Fundación Cultural Rodolfo Morales. Oaxaca, 2012.

1 comentario:

  1. Muy interesante la reflexión de un preiodista e impresor. Gran parte de los historiadores desconocen el proceso de edición de un periódico. El autor, al ser impresor, razona e imagina, como buen historiador que seguramente ha de ser, en torno a aseveraciones hechas por historiadores y hasta por el mismo Morelos.

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