domingo, 16 de diciembre de 2012

La Prensa Insurgente Oaxaqueña se reedita dos siglos después

Portada de la edición en pdf de Sud y Correo Americano del Sur

La lucha insurgente 

por la independencia “absoluta” 


y los periódicos oaxaqueños 
Sud y Correo Americano del Sur

Carlos Sánchez Silva
Instituto de Investigaciones en 
Humanidades de la UABJO


¿Pues por que á la América, no le ha de 
ser lícita su reconquista y santa libertad?
¿Quién ha visto el testamento de Adán, en 
que mande que la América sea esclava de
España? Pero ya se pasaron los instantes, 
y el dolor me lo arranca de los labios: la 
soberanía reside en el pueblo: este proclama
al Rey, y cuando el Rey es opresor iniquo, 
lo puede quitar y proclamar a otro. 
¿Y quien duda que el pueblo Americano 
ha sido el mas cruelmente oprimido 
por lo menos en la ley de gracia? Luego
puede proclamar otro que lo vea con caridad, 
y aun puede constituir otro gobierno que no 
sea monárquico.

José María Morelos, Oaxaca, 
1º de febrero de 1813

I. Introducción
Roberto Breña, en su artículo titulado “Pensamiento político e ideología en la emancipación americana. Fray Servando Teresa de Mier y la independencia absoluta de la Nueva España”, afirma que resulta imposible entender las ideas de este personaje sobre la guerra de independencia en las posesiones españolas “si no se conoce con cierto detalle el contexto peninsular, tanto en términos históricos, como político-ideológicos” que le tocó vivir. Precisando que, en este tenor, la experiencia europea de fray Servando es un elemento clave para evaluar el cuerpo principal de las ideas que alimentaron el discurso insurgente.
Con estas premisas en mente, considero que tampoco se puede entender a la prensa insurgente en la etapa bélica del periodo 1810-1813, en general, y de modo particular el papel que jugaron los periódicos Sud y el Correo Americano del Sur, si no se hacen referencias a las ideas de fray Servando Teresa de Mier, uno de los personajes más destacados para analizar las principales ideas de la Revolución de Independencia en la Nueva España.
En este tenor, el presente ensayo es un acercamiento a la prensa insurgente en el periodo que corre de 1810 a 1813, con especial énfasis en dos de sus periódicos más importantes: Sud y el Correo Americano del Sur. Para tal fin, el ensayo se compone de tres partes: en primer lugar, analizo el contexto en que surgen y sus principales características; en segunda instancia, sin dejar de señalar algunas rupturas, pongo un acento especial en las continuidades del pensamiento independentista a través de la prensa insurgente en el periodo que corre de 1810 a 1813. Finalmente, el ensayo cierra con un breve epílogo que evalúa las principales ideas analizadas.

II. La prensa insurgente y el surgimiento del Sud 
y del Correo Americano del Sur

Para comenzar, esbozaré algunas ideas que permitan entender la ubicación del Sud y del Correo Americano del Sur dentro de la historia de la prensa insurgente. Los antecedentes para que surgiera este periódico están asociados al primero que fundó Miguel Hidalgo y Costilla bajo el nombre de El Despertador Americano en 1810, después de la toma de la ciudad de Guadalajara, en el Occidente de la Nueva España. Este periódico se imprimió en los talleres de la Casa de los Perros, propiedad de Fructo Romero y fue confeccionado por Francisco Severo Maldonado. Aunque la historiografía tradicional destaca las prendas de Maldonado como insurgente, investigaciones recientes han llamado la atención que más bien “fué obligado á escribir [El Despertador Americano] por los rebeldes, cuando ocupó esta ciudad el Cura Hidalgo, gefe de la insurrección”. Posteriormente sacó a la luz pública otro periódico, bajo el nombre de El Telégrafo de Guadalajara [1811], que también se imprimió en los talleres de la Casa de los Perros, y donde de manera categórica renegaba de todo lo que había dicho en El Despertador Americano, manifestando su lealtad a las autoridades virreinales y al monarca español. Aunque es preciso señalar que en el mismo indulto se decía que sus ideas en este periódico realista las expresaba por “oferta voluntaria”, lo que deja abierta la posibilidad que fue más bien el precio pagado por obtener el perdón real. Lo cierto es que no quedan del todo claras cuáles eran las verdaderas ideas políticas de Maldonado, ya que posteriormente sacó otros tres periódicos: El Mentor Provisional y El Mentor de la Nueva Galicia [ambos de 1813] y El Espectador del Régimen Constitucional en el Reyno de la Nueva Galicia [1820], con el objeto de defender las ideas de la Constitución gaditana de 1812. Este controvertido personaje está a la espera de un estudio particular que desentrañe sus “ires y venires” en la gesta insurgente.

Los periódicos que le sucedieron entre este año y 1813 fueron: El Ilustrador Nacional, [abril-mayo de 1811]; El Ilustrador Americano, [mayo de 1812-abril de 1813]; Semanario Patriótico Americano, [19 de julio de 1812-17 de enero de 1813]; Gazeta del Gobierno Americano en el Departamento del Norte, [23-30 de septiembre de 1812]; El Despertador de Michoacán, [probablemente julio de 1812/enero de 1813].1

En el caso particular del Sud y del Correo Americano del Sur su trascendencia radica en el hecho que se convirtieron en los órganos de expresión más importantes de lo que se conoce como “la tercera y cuarta campaña” de Morelos y cuyas prendas más relevantes son: la toma de la ciudad de Oaxaca a fines de noviembre de 1812 y del puerto de Acapulco en agosto de 1813. Los antecedentes inmediatos de estas publicaciones se encuentran asociados a la campaña político-militar de José María Morelos y Pavón para difundir su lucha y sus ideas políticas por medio de la prensa escrita en el sur novohispano. Precisamente, uno de estos periódicos fue El Despertador de Michoacán; lamentablemente hasta la fecha no se conoce un solo ejemplar de este periódico y solo tenemos referencias de él, por conducto de su sucesor inmediato: Sud, que se erigió como el continuador del anterior y así lo manifiesta en el primer número que se conoce, textualmente lo manifestaba con estas palabras: “Continuación del despertador de Michoacan”.2

A la vez, Sud, ya fue publicado en tierras oaxaqueñas y, hasta fechas recientes, únicamente se conocían los ejemplares número 51, del 25 de enero de 1813, y el 53, que ha pasado a la posteridad sin fecha. Recientemente, y gracias a las indagaciones de los colegas Moisés Guzmán Pérez y Juan Pascoe, se ubicó el número 52, que se encuentra físicamente en la Biblioteca Nacional de Chile en la sección Biblioteca Americana José Toribio Medina de este país sudamericano. Lamentablemente la copia que los colegas Guzmán y Pascoe me remitieron vía electrónica le faltaban algunas páginas del original. Ante esta situación, recurrí a los buenos oficios del doctor Mark Overmyer Velázquez, quien se encontraba en Santiago de Chile en una estancia sabática y gracias a su apoyo pude tener la copia completa de este número, misma que aparece publicada en esta edición digital. Así las cosas, bien podemos decir que con este hallazgo se complementa la totalidad de los periódicos insurgentes impresos en tierras oaxaqueñas. Evidencias que nos permiten deducir que la fase oaxaqueña de este periódico se puede ubicar temporalmente entre el 25 de enero de 1813 –fecha en que salió el número 51– y principios de febrero de este mismo año. De hecho, desconocemos la fecha exacta en que vio la luz pública por primera vez y si el número 51 fue en realidad el primero de esta publicación periódica y que simplemente cambió de nombre pero continuó con la numeración en que se dio por terminado que se llamara Despertador de Michoacán, quién lo escribió y las razones de que cambiara de nombre por el de Correo Americano del Sur.3

De lo que sí estamos seguros es que cuando Morelos tomó la decisión de venir a Oaxaca tenía presente que una de las batallas más importantes que debería sostener no sería con las armas, sino a nivel ideológico-político con la élite religiosa y política oaxaqueña, comandada por su beligerante obispo Antonio Bergoza y Jordán, fiel partidario de la monarquía española. Por este motivo y con el objetivo de ganar adeptos para su causa, Morelos sabía perfectamente lo fundamental que era precisar el tema de la excomunión. Desde el primer número que se conoce de Sud, el grueso de este ejemplar está compuesto por el diálogo entre el señor despertador y un oaxaqueño: en su parte medular sostienen las siguientes ideas: de entrada, que los oaxaqueños no se deben espantar con los insurgentes, y más bien que ellos son sus liberadores, ya que “…el gobierno de España por espacio de 293 años nos ha tenido privados del uso de nuestras potencias, y hasta de los sentidos corporales… y como el Sr. Obispo [Bergoza y Jordán] y muchos eclesiásticos nos tenían aterrados con censuras, hasta que V. como otro Teodoro, las desvarató á cañonazos, diciendonos, que Dios no nos quiere tristes, ni sumergidos en escrupulos infundados…”; en segundo lugar, que los oaxaqueños deben despertar, y cuestionar si es verdad que “…el obispo de Oaxaca puede poner censura á toda la nacion en quien reside la soberania, y por consiguiente a las personas que la representan…”; como tercer argumento, el oaxaqueño le pide encarecidamente al señor despertador que difunda las nuevas ideas con libros y publicaciones sencillas que las puedan entender “los pobres ignorantes”; en cuarto lugar, que es una de las grandes mentiras señalar que los pueblos originarios de América para lograr la salvación cristiana, renunciaron a sus riquezas naturales, “…y nuestros reyes de España añadieron mas en sus leyes diciendo que hasta el cabo de cincuenta siglos no habíamos de ajustar la edad para salir de menores…” Reforzando esta idea con la alusión de que esto no solo es bien sabido por quienes se mantienen beligerantes ante el poder español, sino por un mismo europeo como lo es el padre “Feyjó”, quien en sus diversos escritos ha pregonado que los españoles cambiaron la fe en la religión por la “fe en el oro”.

El diálogo, por lo que toca al oaxaqueño, cierra con una acusación en contra del obispo y curas, “…que aunque debian dar su alma por sus obejas; y lo han hecho al rebes, dando las obejas para su comodidad y las de sus paisanos, por fin son sacerdotes, y á estos Dios los juzgue y a nosotros nos libre de sus perjuicios”. Concluye señalando que se retira para ir a conseguir alguna gaceta “…que indique excomunion contra Pepe Botella; porque este hombre es malo: y siendo los americanos buenos, como lo son, no es regular que á estos, y no a aquel se les ponga excomuniones”. El diálogo culmina con estas palabras por parte del Despertador: “vaya V. amigo no hay que volverse á dormir: con los criollos chaquetas, porque estos son peores que los gachupines”.4

Como lo indicamos líneas arriba, el número 52 carece de fecha y en su portada sólo se lee: Sud. Continuación del despertador de Michoacán. Sin embargo, en la última página aparece una fecha y lugar que a letra dice: “Quartel general en Oaxaca, febrero 1 de 1813.- José María Morelos…” En cuanto al contenido del número 52, aunque Miquel i Vergés ha insistido que este periódico lo único que hizo fue repetir ideas que ya se venían desarrollando en otros periódicos insurgentes y que, en suma, fue poco original.5 Por el análisis que hemos desarrollado de este periódico, podemos apuntar que al menos hubo un intento de adaptar las ideas a la realidad oaxaqueña. Y, más aún: con el hallazgo de este “perdido” número 52 la percepción que se puede tener de este órgano insurgente varía sustancialmente.

Aunque cuantitativamente este ejemplar sólo contiene dos textos, cualitativamente son cruciales para entender una faceta importante de la insurgencia en los inicios del año de 1813. El primer texto se trata del Memorial que las autoridades del cabildo de Tlaxcala dirigieron a Morelos para evaluar los casi 300 años de coloniaje.6 Este texto en particular ya había sido publicado por otros autores y se cita de manera particular dentro de la correspondencia de Morelos con Ignacio Rayón.7 No así la contestación de Morelos, que hasta donde llegan mis conocimientos actuales, es inédita y se publica por primera vez en esta edición digital.
El primer texto es sumamente revelador debido a la relación particular que los tlaxcaltecas tuvieron con el régimen colonial. De entrada, en su parecer señalan que si bien es cierto que sus “primeros padres” se aliaron con los españoles fue porque estos los “engañaron” diciendo que el dominio era temporal y así pasaron cerca de 100 años y no se volvió al verdadero reino; luego, precisan que la dominación española siguió por otros 193 años. Ante este panorama desolador, los tlaxcaltecas se suman a la rebelión de Morelos, enfatizando que esta decisión no se juzgue como traición: “…solo la respuesta esperamos, para que no perdamos tiempo en disponer nuestras cosas que á pesar del mundo entero, y á costa de nuestras vidas se vencerán a estos crueles enemigos, villanos traidores nuestros, sin que nos quepa dolencia de estas sanguijuelas del infierno”.8

Morelos, en su respuesta, apunta que al

…oir hablar á unos hombres –se trataba de los representantes tlaxcaltecas José Alexandro Molina y Manuel de la Trinidad Fernández– á las dos de la mañana, esto es á los dos años y dos meses de levantados todos, sentí un inexplicable alegría, porque en tanto tiempo de sueño los juzgaba muertos. Y para satisfacer á la poca duda que me quedo, les respondí lo siguiente.9

A la vez que celebra tal adhesión, expresa los siguientes argumentos. Les dice que le da un gusto enorme que hayan levantado el velo que por 293 años han padecido y que así hubieran seguido “…hasta la consumación de los siglos, si la Emperatriz de este Reyno Maria Sma. de Guadalupe no hubiera intercedido al Señor de los Exércitos por sus protegidos los indianos”.10 Pero Morelos lleva más lejos su argumento al señalar que los males no solo los sufren los tlaxcaltecas en lo particular, sino todo el reino novohispano y que bajo el amparo de la religión creen que nos vinieron a civilizar. Nada más falso:

Nada debemos a los Españoles, pues aun la religión católica que tanto decantan habernos traido, fue puro accidente, y fuera de sus intenciones. Jamás pensaron en la salvación de nuestras almas: y si como eran cristianos cuando su conquista, hubieran sido Sarracenos, ó Mahometanos siempre hubieran hecho la conquista, y la religión que profesaban nos hubieran comunicado.11
Para rematar su argumento con esta idea: que el tema central de la insurgencia ya no reside en si Fernando VII pueda o no regresar al trono:

¿Pues por que á la America, no le ha de ser lícita su reconquista y santa libertad? […] ¿Quién ha visto el testamento de Adan, en que mande que la América sea esclava de España? Pero ya se pasaron los instantes, y el dolor me lo arranca de los labios: la soberanía reside en el pueblo: este proclama al Rey, y cuando el Rey es opresor iniquo, lo puede quitar y proclamar a otro. ¿Y quien duda que el pueblo Americano ha sido el mas cruelmente oprimido por lo menos en la ley de gracia? Luego puede proclamar otro que lo vea con caridad, y aun puede constituir otro gobierno que no sea monarquico.12

En suma, Morelos en su contestación conmina a los tlaxcaltecas para que se sumen a la lucha por la “independencia absoluta”, que la coyuntura es otra y no la que vivieron las huestes de Hidalgo cuando se lanzaron a la guerra el 16 de septiembre de 1810. El futuro está de lado de la nación americana y en esta nueva etapa de la lucha insurgente los tlaxcaltecas deben mostrar que están de lado de sus hermanos y empuñar las armas, ya que “…sois hijos de una Nacion libre, de un continente feraz, rico y abundante de todo. No tenemos necesidad de otras naciones para subsistir. Tenemos lo necesario para ocurrir a Roma por las gracias é indulgencias. Ya estamos en otros tiempos…”13

Al igual que el número 52, también el 53 carece de fecha. Ahora bien, por lo que toca a su contenido: está centrado en glosar una oda que apareció publicada por la oficina de Arizpe en la Ciudad de México, referente a elogiar al poder virreinal y particularmente a Félix María Calleja. Señalan que a la redacción de este periódico le apena ensuciar sus páginas con la mentada oda, “...pero no podemos dexar de hacerlo, para que el mundo entienda hasta que punto llega la adulación de un hombre, que a guisa de perro ladra de hambre, y a merced de sus coplas pide pan a sus bienhechores, sin detenerlos en hacerlos dioses...”
Posteriormente, van incrustando notas de pie de página que resultan sintomáticas de la posición de este periódico sobre los falsos aduladores de la dominación española: por ejemplo, en la nota de pie “a”, que corresponde al título de “Oda de un ingenio poblano” se cita lo siguiente: “(a)No solo en chichicapa hay burros grandes. ¿Que? ¿será signo de los poblanos ser aduladores? ¿Que responda a esta duda el canónigo Beristain”.

Luego, la oda decía textualmente:

Guerra injusta, porque era contra un Dios (r)
Que decreta los bienes y los males;
Mas como Dios escucha las querellas
de los mortales.

La nota (r) de la oda hace la siguiente precisión:

La guerra no es contra Dios; es por la causa de Dios; es porque se nos iba a entregar a los franceses, enemigos de Dios... sí... tu lo has dicho... Dios escucha las querellas de los mortales, y escucha nuestros clamores; movióse a compasión, y decreto en su santuario la ruina de nuestros opresores; con sus armas hemos triunfado de ellos; y su sufrimiento no ha servido sino para tornar contra la cabeza de nuestros enemigos la copa de su furor.

El siguiente pasaje de la Oda dice así:

Calleja es hoy el padre de los Dioses...
Huyan de nuestro suelo hados fatales,
Y será, si es que emprende destruirlos, 
El Dios Tonante. (s)

En la nota (s) de la oda se realiza este comentario:

“¿Conque Calleja es el Padre de los Dioses, y con D grande... y lo mismo Castro Torreño? ...Vil adulador, blasfemo o infame! ¿Quien te ha sugerido esa especie en el exceso de la crapula? Calleja es el Dios Tonante? ¿Sera quando mas el Dios Tonante, ó el genio del mal…”

Sobre este tópico precisan:

[...] pero día vendrá en que con mas razon que el emperador Claudio diga al morir... ya me voy volviendo Dios; pero Dios infernal, pues la espada vengadora de la sangre de los americanos cortará la cabeza; y lo despachará entre los infernales, á que ocupe el asiento de fuego que el mismo se ha preparado con sus delitos.14

Como lo indiqué líneas arriba, desconozco los detalles del por qué Sud llegó a su fin como órgano insurgente. En su lugar nació el Correo Americano del Sur [25 de febrero-25 de noviembre de 1813], del cual llegaron a publicarse 39 números, y 5 extraordinarios en este orden: el primero entre el 12 y el 15 de marzo; el segundo el 27 de julio; el tercero el 21 de agosto; el cuarto el 4 de septiembre y el quinto el 28 de diciembre, con la aparición del quinto extraordinario termina su existencia. Su periodicidad era semanal, apareciendo cada jueves, su extensión era de un pliego y se vendía al precio de dos reales en las casas de la aduana y estanco de la ciudad de Antequera.

Sud y el Correo Americano del Sur se imprimieron en la ciudad de Oaxaca en lo que se conoce como la Imprenta Nacional del Sur,15 ambos bajo la batuta del padre José María Idiáquez, personaje que ha sido considerado por Juan Pascoe como el último impresor de la etapa virreinal y, a la vez, el primero de los años independientes en tierras oaxaqueñas, debido a que sus trabajos editoriales continuaron en la década de los años veinte del siglo XIX.16 La dirección inicial del Correo Americano del Sur estuvo a cargo del doctor José Manuel de Herrera, partidario de los realistas pero que se sumó a las huestes comandados por Morelos, una vez que éste tomó la ciudad de Cuautla, en lo que se ha denominado como la “segunda campaña” de este jefe insurgente; posteriormente, este periódico pasó a manos del oaxaqueño Carlos María de Bustamante.
Si bien el primer número del Correo Americano del Sur apareció el jueves 25 de febrero de 1813, lo precedió un prospecto dirigido “AL PUBLICO”, donde se esclarecen los lineamientos de la publicación. De entrada señalan que su labor será recibida con aplauso y fijan el papel tan importante que la imprenta deberá tener para difundir los avatares propios de la guerra de independencia.

Va corriendo el año tercero de nuestra gloriosa revolución, quando apenas nos lisongeamos de haber conseguido el auxilio de la imprenta, este precioso auxilio, quiza de mayor necesidad que las bocas de fuego, para batir el formidable coloso que nos oprime, y cimentar sobre sus ruinas el grandioso edificio de nuestra amada libertad.
Sobre el papel del impresor Idiáquez y la finalidad de este periódico precisaban:

Mas al fin entre las incalculables ventajas que la mano bienhechora de la providencia nos concede en la ocupación de la basta, hermosa y opulenta provincia de Oaxaca, contamos dichosamente la de una oficina tipográfica, que si no es de las mas estimables en su especie; nos facilitará como quiera la publicación de nuestros escritos, para contrarestar á los esfuerzos de la impostura, de vencer las preocupaciones de la ignorancia, y substituir las luces de la sabiduría, que demostrando a la faz del mundo la justicia de nuestra causa; hagan honor á sus generosos partidarios, confundan la presunción altanera de nuestros perseguidores, y exálten hasta la heroicidad los sentimientos de patriotismo.

En relación a la difusión de lo que llaman “nuestros escritos”, la nota de pie de página original es sintomática, ya que refiere de manera específica los textos que deseaban reimprimir en tierras oaxaqueñas:

Se trata executivamente de reimprimir algunos números de nuestros periódicos: El Ilustrador Americano, y Semanario Patriótico: cuyos exemplares no han podido franquearse con la abundancia, que era menester para la ilustración publica, y honor debido á sus sabios y benemeritos autores.17

Este periódico incluyó dentro de sus páginas diversos temas doctrinales, partes de guerra y reflexiones que llenan los 39 números regulares y los 5 extraordinarios que lo compusieron. La publicación que venimos analizando es tan importante que algunos de los manifiestos, proclamas y detalles de operaciones de guerra que aparecen originalmente en sus páginas, años después sirvieron para nutrir las obras documentales más importantes que sobre la guerra de independencia han visto la luz pública.18 Por ejemplo, se puede seguir paso a paso la toma de la ciudad de Oaxaca por las tropas insurgentes, así como las diversas acciones bélicas en la intendencia en los meses que duró esta publicación. También se incorporan partes militares de diversas regiones de la larga y sinuosa geografía novohispana. Asimismo, se insertaron textos que ya habían sido publicados en otros periódicos insurgentes.
Un tema no esclarecido sobre este periódico es quién lo confeccionó. Sabemos, como lo he indicado líneas arriba, que Morelos nombró como su primer encargado al doctor José Manuel de Herrera, pero a partir del número 14, de fecha 27 de mayo de 1813, lo tomó bajo sus riendas el insurgente oaxaqueño, Carlos María de Bustamante. Al respecto, Miquel i Vergés es de la opinión que quien hizo sus colaboraciones con el seudónimo de “Juan en el Desierto” fue el doctor De Herrera, ya que éste apareció tanto en Sud como en el Correo Americano del Sur, razón que le lleva a concluir que no podía ser Bustamante debido a que él se incorporó hasta el número 14 del Correo.19 Inicialmente el argumento de este autor me pareció convincente, sin embargo, analizando en su conjunto estos dos periódicos, me parece más plausible que el seudónimo en cuestión haya sido utilizado por Bustamante. Por lo demás, el seudónimo de “Juan en el desierto”, no era del todo original, ya que en la prensa española de la época se le utilizaba de la siguiente manera: “el habitador del desierto”.20

Las evidencias que avalan mi hipótesis son las siguientes: cuando Bustamante regresó, después de varios años de ausencia, a su natal Oaxaca, ya tenía una larga y prolongada experiencia periodística. Primero fundó y colaboró en El Diario de México, del cual se hizo cargo como director en 1805. Al promulgarse en la Nueva España la Constitución de Cádiz el 30 de septiembre de 1812, que prescribía la libertad de imprenta, publicó El Juguetillo. Una vez que se suprimió la libertad de imprenta, Bustamante y otros periodistas fueron perseguidos, lo que orilló al insurgente oaxaqueño a huir de la capital virreinal y sumarse a las fuerzas encabezadas por Morelos. Para tal efecto, Bustamante le dirigió, con fecha 13 de enero de 1813 una carta a Morelos precisándole las razones de su adhesión física a la causa insurgente. Resultan sintomáticos los términos con los que Bustamante concluye su carta:

Ya no quiero existir sobre la tierra, y solo quiero sobrevivir á nuestro triunfo, para ocuparlos en entonar al cielo un himno de alabanzas por nuestra libertad, por que visitó á su pueblo, porque le dio un caudillo fuerte, que le alzase el peso de la servidumbre, porque lo revocó de los umbrales de la muerte, para no ser entregado al deismo, al politeismo, fracomasonismo napoleonico, y quizá á la antigua infame idolatria. 21

Además, por la forma en que narraba los hechos bajo el seudónimo de Juan en el desierto, todo indica el carácter jocoso e irreverente de dar las noticias con el cual Bustamante ha sido ubicado. Por ejemplo, en el número 53 de Sud se incluye una “Oda de un ingenio poblano” y se precisa que se incluye en este periódico, pese a que fue dada a conocer en la Ciudad de México, “…pero no podemos dexar de hacerlo, para que el mundo entienda hasta que punto llega la adulacion de un hombre, que á guisa de perro ladra de hambre, y á merced de sus coplas pide pan para sus bien hechores, sin detenerse en hacerlos dioses…” En la nota de pie que aparece bajo la letra “(a)”, escribe: “No solo en chichicapa hay burros grandes”.22
A partir de las ideas anteriores, resulta bastante probable que Bustamante mandara sus colaboraciones cuando residía en la capital mexicana y le eran publicadas desde los tiempos de Sud, donde aparece por primera vez el seudónimo en cuestión y luego lo siguió usando en el Correo Americano del Sur, una vez que se hizo cargo de la dirección de este periódico.23 Aunque también existe la posibilidad de que tanto De Herrera como Bustamante usaran el seudónimo de “Juan en el desierto”.



III. Continuidades en el pensamiento independentista, 
1810-1813

como he señalado anteriormente, existe una línea de continuidad entre el periódico fundado por Hidalgo en Guadalajara en 1810 y las ideas que recorren las páginas tanto del Sud como del Correo Americano del Sur, y cuya temática, influenciada por las ideas de fray Servando Teresa de Mier, puede ser sintetizada así: los americanos siempre habían sido fieles a Fernando VII, pero los malos gobiernos españoles que le sucedieron desde 1808 han orillado que de la “independencia temporal”, planteada originalmente ante el cautiverio real, ahora la lucha sea por alcanzar la “independencia absoluta”. Las causas y justificaciones son muchas: el “afrancesamiento” de las juntas y de la regencia española; el no considerar en un terreno de igualdad a los americanos en las cortes españolas; el enviar funcionarios “afrancesados” a dirigir los gobiernos americanos, tales como el virrey Venegas y el sanguinario Calleja; el no aceptar que al no haber rey, la soberanía se revierte al pueblo, depositario natural de ella, dando como consecuencia que si los españoles hicieron su juntas para defenderse del avasallamiento francés y darse su gobierno temporal por la coyuntura, el mismo derecho tienen los americanos a formar sus propios gobiernos. Para la prensa insurgente del periodo 1810-1813 el proyecto “moderado” de llevar a la práctica estas ideas de manera pacífica fue el intento que en 1808 encabezó el virrey Iturrigaray. El 2 de agosto de 1812 el Semanario Patriótico Americano pone el dedo en la llaga sobre lo que pretenden los insurgentes. Señala que ante la orfandad en que quedó el reino español por el cautiverio de Fernando VII lo único que se quería era, por conducto del virrey Iturrigaray y sus aliados Primo de Verdad, Ázcarate, Tagle y Talamantes, formar un gobierno propio ante la coyuntura, pero entonces llegaron Gabriel de Yermo y sus caudales y dieron al traste con todo y empezó la confrontación, que ahora ha devenido en guerra.

¿Acaso nos hemos excedido en nuestras pretensiones? ¿Acaso pedimos de lo que se nos debe? ¿A que está reducida en substancia la demanda de la nación? a que se reconozca su soberanía, a que se permita exercerla, instalando un congreso nacional compuesto de diputados de las ciudades, villas y lugares del reyno, es decir que uniformadas las circunstancias de la América a las de España por la ausencia y cautiverio del monarca, la parte libre de sus dominios, quiere usando de su indisputable derecho establecer un gobierno semejante al que la Península eligió en la orfandad a que quedó reducida por la alevosa prisión de Fernando.24

Al respecto, Morelos es más elocuente sobre la influencia de Fray Servando por lo que toca a las ideas que difundió la prensa insurgente en general en esta época y de manera particular en tierras oaxaqueñas. En correspondencia con Ignacio Rayón le escribía, con fecha del 15 de marzo de 1813 desde el Paso del Reparto, lo siguiente:

El número de notas de la carta del Americano que explica la Excomunión, no se ha podido reimprimir en Oaxaca por ser muy corta la imprenta, y lo que es más no me ha quedado un número porque importava repartirles respecto a que la falsa excomunión reinava mucho de esta Probincia. Necesito muchos numeros del expresado, y dos Juegos enteros de todo el ilustrador y semanario, que espero me remita Vm. E. en el primer correo. Yo remito ocho de los malos de Oaxaca.25

En este mismo tenor, El Correo Americano del Sur, en sus números XXVI y XXIX, del 17 de agosto y 9 de septiembre de 1813, respectivamente, va a seguir insistiendo, con base en incluir textualmente la representación de la diputación americana a las Cortes de España, de manera sistemática que la causa principal de haber transitado de la “independencia temporal” a la “independencia absoluta”, con la formación de su propio gobierno, se debe a que las Cortes españolas no quieren conciliación con las provincias de América que se hallan en revolución, y concluyen que todo se decidirá por medio de las armas y que no se puede crear una “nueva soberanía” española sin la concurrencia de las colonias americanas.
En cuanto a las justificaciones para luchar por la “independencia absoluta”, también el Correo Americano del Sur recurre a enfocar el asunto desde el punto de vista histórico y religioso. Por ejemplo, rescata el pasado prehispánico como una etapa brillante, precisando que los españoles, salvo algunos casos excepcionales como fray Bartolomé de las Casas y otros misioneros de su estilo, han cambiado la fe por el oro. Así, los americanos después de casi 300 años de infortunios, tienen el derecho que les da el ser los pueblos originarios de las tierras en que viven. Un ejemplo ilustrará mejor este argumento de combinación entre lo prehispánico y lo español. Sintomáticamente en su edición del 16 de septiembre de 1813 se incluye el Rapto del entusiasmo patriótico de un americano en el feliz aniversario del 16 de septiembre de 1810, en el que se pueden leer estos argumentos:

[…] y apacible chamacuero, haced el cortejo á la matrona América, que ataviada y con ayre magestuoso camina á la montaña dichosa del gran HIDALGO, y el esforzado ALLENDE, y al son del dulce Teponanxlli, del armonioso Tlapahuehuelt, y de la sencilla marimba, canta ufana y desembarazada… Rompieronse para siempre mis cadenas, amaneció el dia de mi deseada libertad[…] Mientras que esto pasa, la Aguila mexicana, esta mensagera de nuestra libertad que preside nuestros exercitos, gira magestuosa por todo el Anahuac para abrigar baxo sus alas a sus queridos hijos…26 

Ahora bien, por lo que toca al asunto religioso, si este periódico reclama permanentemente que los “verdaderos católicos” son los americanos y no los españoles, que han caído en el ateísmo jacobino francés, e insiste en ubicar a la virgen de Guadalupe como la madre y protectora de los ejércitos insurgentes, va a introducir un tema que hasta donde tengo noticia es la primera vez que se plantea en la prensa insurgente del periodo 1810-1813: el tema lo introduce Carlos María de Bustamante al publicar su proclama en su calidad de comandante interino de Zacatlán en el número XVIII de este periódico, correspondiente al 24 de junio de 1813. Por medio de ella, señala que a S. Felipe de Jesús se le debe nombrar el patrón de las tropas insurgentes, precisando que Calleja como virrey prohibió en la Ciudad de México que se le rindieran honores y que en los calendarios se le denominara el protomártir mexicano, “… llevando su odio, y rivalidad hasta con los americanos, que existen en el cielo…”27
En este mismo tenor, no resulta gratuito que el último número de este periódico, que tardó en salir un buen tiempo y fue publicado como Correo Extraordinario del Sur el martes 28 de diciembre de 1813, se centre en describir cómo se celebró en la ciudad de Oaxaca “… la portentosa aparición de nuestra Soberana Patriota María Santísima de Guadalupe” y a quien Bustamante llama: “nuestra divina é invencible Protectora y Generala de las siempre triunfantes armas de América”.28

IV. Epílogo: el largo y sinuoso camino 
hacia la independencia “absoluta” 

Si bien es cierto que existe una línea de continuidad en los principales temas que abordó la prensa insurgente en el periodo 1810-1813, y una buena cantidad de ellos provenían de las ideas de Fray Servando Teresa de Mier, lo cierto es que por el año en que les tocó salir a la luz pública a el Sud como al Correo Americano del Sur, jugaron un papel esencial para insistir con meridiana claridad en la idea de que ya no había retorno y que los americanos estaban listos para pasar de la independencia “temporal” a la independencia “absoluta”, respaldados en una historia lejana y llena de simbolismos prehispánicos e hispanos, y cuyos máximos estandartes eran el águila mexicana, la virgen de Guadalupe y San Felipe de Jesús. Sin embargo, el desenlace final, como sabemos, sería más complicado, costaría muchas vidas y tardaría muchos años más de lo planeado por los primeros insurgentes mexicanos.

Fuentes utilizadas


Acervos
Biblioteca Francisco de Burgoa de la UABJO, ciudad de Oaxaca.
Biblioteca Lerdo de Tejada de la SHCP, Ciudad de México.
Biblioteca Nacional de España, ciudad de Madrid, España.

Hemerografía
El Correo Americano del Sur, Oaxaca, 1813.
El Despertador Americano, Guadalajara, 1810-1811.
El Semanario Patriótico Americano, s.l.e., 1812-1813. 
Sud, Oaxaca, 1813. 

Bibliografía
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Varios autores
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