Fue presentado en la ciudad de Oaxaca por su autor, el prestigiado académico de la UNAM Carlos González Lobo, Fabricio Lázaro y Prometeo Sánchez Islas –todos arquitectos–, en la Casa de la Ciudad el 8 de julio, en esta ciudad de Oaxaca, con un auditorio lleno a reventar.
De izquierda a derecha: Prometeo Sánchez, Fabricio Lázaro, Ramón Aguirre y González Lobo.
El libro fue impreso en Carteles Editores y lleva cientos de fotografías para conducir paso a paso al interesado en hacer sus bóvedas de ladrillo, adobe, o ambas a la vez. Es un procedimiento constructivo más económico que la loza de cemento y mucho más bello. Los elogios para este Manual no se hicieron esperar. Para que el lector sepa los contenidos, reproducimos su Índice y enseguida los textos introductorios que avalan tan buen libro. Para ornato ponemos imágenes tomadas durante la presentación y luego la comida celebratoria que se realizó en la Fonda San Diego, del Mercado de La Merced, entre moles, tlayudas y mezcales y donde la famosa Lila Downs estuvo con el autor y sus amigos celebrando esta novedad editorial, pues ella decidió usar este sistema de bóvedas en su domicilio.
Va pues el:
El autor y el Dr. González Lobo
Hay todo un fundamento teórico y filosófico acerca de hacer este tipo de bóvedas. Por la trascendencia que tiene, reproducimos con la venia del autor los textos que acompañan al libro, que un mes mas tarde se presentó en Francia y Alemania:
Prólogo
Profesor
Hubert Guillaud, CRAterre
Responsable
de la cátedra UNESCO Arquitectura de Tierra
La
forma de cúpula (o domo) como cubierta de un espacio circular es
probablemente mucho más antigua de lo que podemos suponer, a la luz
de los estudios sobre la arquitectura “sabia”. Las
investigaciones antropológicas sobre hábitat popular,
específicamente sobre construcciones nómadas, han puesto en
evidencia que esta forma de cubierta en bóveda pudo haber derivado
de una primigenia forma cónica, la cual evolucionó hacia la forma
ovoide y posteriormente semicircular. Hacemos aquí referencia a
estructuras de madera (ramas de árbol conectadas entre sí en la
cima y apoyadas en el piso): cabañas circulares recubiertas de
vegetales o entramados de ramas recubiertos de tierra (Maïni, 2003;
2016, 3). Este tipo de hábitat se remontaría a las épocas
neolíticas en distintas regiones del mundo. De esta manera, el
espacio circular y la « forma » de cúpula han sido desde tiempos
inmemoriales una expresión constructiva recurrente en los espacios
habitados y constituye una herencia milenaria transmitida por la
memoria colectiva.
La
capacidad de los constructores para realizar las primeras bóvedas y
cúpulas en piedra o en adobe se remonta a la antigüedad.
Inicialmente, estas fueron las formas más comunes de cobertura de
edificios sagrados, principalmente sepulturas. Las tumbas tholoï, de
planta circular, fueron descubiertas en la isla de Chipre en el sitio
arqueológico de Khirokitia, fechadas en el V milenio antes de
nuestra era. Estas tumbas, ¿habrían sido recubiertas con cúpulas
en voladizos, o con techos de forma cónica de paja sobre estructura
de madera o tal vez con techos planos? Las tres hipótesis, todas
posibles, han sido largamente confrontadas por los arqueólogos. La
hipótesis de cúpula es actualmente la más aceptada, al menos por
las construcciones de planta circular (Le Brun, 1989), sin embargo,
permanece en debate en el caso de los tholos. En Micenas, antigua
Grecia, la tumba del rey Atreo (inicios del s. XIV antes de nuestra
era) está cubierta de un domo de piedra en voladizos sucesivos que
le otorga una forma cónica. Los estudios del arqueológo francés
Roland Besenval (1984) sobre los antiguos modos de construcción en
bóveda y cúpula han puesto en evidencia la evolución de estos
sistemas de cubierta en las civilizaciones del Antiguo Oriente. Los
actuales territorios de Irán e Iraq y las regiones del Asia central,
en numerosos sitios, son testimonio de ello. Estas cubiertas en
bóvedas y cúpulas fueron construidas, durante siglos, en adobe. En
efecto, Besenval sitúa la aparición de las primeras cúpulas en el
norte de Iraq, en el sitio de Tell Arpachiyah, sobre un tholos de
planta circular, parcialmente enterrado. Sus muros de 25 cm de ancho,
fueron construidos en adobe con un aparejo en voladizos sucesivos
desde el nivel del piso y conservados hasta una altura de 85 cm
(Ibid, vol. 2, Pl. 102). Las cubiertas en bóveda fueron más
ampliamente adoptadas en el transcurso del tercer milenio antes de
nuestra era. Generalmente, se trata de bóvedas de cañón formadas
por arcos consecutivos construidos con ladrillos radiales (como en el
sitio de Tell Asmar en Iraq meridional, Ibid, Pl. 62 et 65). Por otra
parte, en Egipto, en la ribera oeste del Nilo a la altura de Luxor,
podemos observar aún los famosos graneros de Ramses II, cubiertos de
bóvedas de adobe de varios tramos edificados según el método de
las bóvedas nubianas (sucesión de arcos inclinados de adobe
apoyados sobre muros perimetrales). En Irán, en la época elamita
(1200 años antes de nuestra era), el palacio hypogea (tumbas) del
famoso sitio de Tchoga Zanbil, donde culmina uno de los más bellos
zigurat del espacio mesopotámico, demuestra un manejo perfecto de
las bóvedas con cimbra, de cañón y de ladrillo cocido, las cuales
substituyeron paulatinamente a los adobes. En la era romana, las
bóvedas de ladrillo cocido fueron comunmente utilizadas para la
edificación de termas y otras obras hidráulicas. En Europa
occidental, al término de la era medieval, la arquitectura de las
iglesias romanas desarrolló las cubiertas a base de bóvedas de
cañón en piedra. En Italia, a partir del Renacimiento, se
valorizaron las cubiertas en bóvedas sobre las naves y en cúpula
sobre los coros de las iglesias y catedrales, con obras de
arquitectos reconocidos (Giotto, Arnolfo di Campo, Francesco
Talenti). Estas edificaciones en piedra fueron mayormente construidas
sobre cimbras o encofrados. Filippo Brunelleschi diseñó el domo de
la Catedral Santa Maria del Fiore de Florencia para que fuese
edificado con doble casco de ladrillo cocido sobre una base (o
tambor) octogonal, reduciendo así al máximo el uso de andamios. Los
sistemas constructivos de ladrillo cocido se desarrollaron
notablemente en la arquitectura islámica, más alla de la Hégira
(año 622), con la contrucción de las mezquitas y de los edificios
con iwanes. En España, las influencias del Islam introdujeron el
ladrillo cocido recién a partir de la época almohade, en la segunda
mitad del siglo XII. Desde ese entonces, este se impuso en la
arquitectura árabe hasta el siglo XV, particularmente en las zonas
de influencia de Sevilla y Zaragoza (Aruguas, 2003, 283). Recordemos
también que en la arquitectura popular, las cubiertas en bóvedas y
cúpulas permanecen asociadas a ciertas tradiciones destacadas como
los trulli, en la región italiana de Apulia, hábitat cubierto por
domos de piedra laja en voladizos sucesivos, de forma cónica. Estas
mismas cúpulas, en su versión con ladrillo cocido, son igualmente
notables en Siria (Bendakir, 2008), en el hábitat de la región de
Alepo. Hagamos referencia además a las viviendas situadas a
proximidad de Asuán, en Egipto, cubiertas por bóvedas nubianas y a
las tumbas del cementerio cristiano copto de Al-Bagawat (III – VII
siglos antes de nuestra era), en el oasis de Kharga, con sus domos
sobre pechinas, los cuales inspiraron directamente la obra
arquitectural de Hassan Fathy para el reconocido pueblo de New Gourna
(1970) y numerosos proyectos de villas, escuelas, mercados y demás
edificios públicos (Steele, 1988).
Asimismo,
la cultura constructiva de bóvedas y cúpulas, de piedra y de adobe,
tiene más de 5000 años de antiguedad y aún trasciende en el
tiempo. En la arquitectura pública oficial, estos tipos de
cubiertas, gruesas y pesadas, que demandan gran cantidad de mano de
obra, han sido progresivamente descartadas para privilegiar técnicas
más ligeras, como el ladrillo cocido. Por ello, en la arquitectura
popular, son las culturas constructivas de la bóveda catalana o
mexicana las que se han impuesto. Cabe mencionar también técnicas
más recientes e innovadoras desarrolladas por constructores
reconocidos del siglo XX como Eladio Dieste en Uruguay. Sus bóvedas
gaussas, sus bóvedas de doble curvatura autoportantes en cerámica
armada, sus paredes delgadas de superficies regladas. Así como la
obra de Eduardo Torroja en España, o de Félix Candela en México,
con sus paraboloides hiperbólicos. El trabajo del arquitecto Ramón
Aguirre Morales se inscribe dentro de esta corriente que reúne
sabiduría popular y conocimiento académico, tradición e inovación.
Con audacia y creatividad, busca revitalizar el lenguaje
arquitectónico de las cubiertas de bóvedas y cúpulas de adobe o de
ladrillo cocido con otros fines, hoy en día inducidos por la
necesidad de un desarrollo local y sostenible frente a la
globalización de la industria de la construcción.
El
libro que propone Ramón Aguirre Morales expresa tanto el deseo de
mantener una trayectoria cultural heredada de México –y más
ampliamente de América Latina– como la voluntad de revalorizar
conocimientos y aptitudes que forman parte de la cultura y de la
memoria popular, amenazadas por la presión de la industria de la
construcción. A través de su labor, dirigida tanto hacia la
vivienda como a los edificios de la esfera pública, busca ofrecer
respuestas constructivas accesibles y de simple fabricación para el
beneficio del mayor número de personas. El “pensamiento
constructivo” de Ramón Aguirre Morales indaga más allá de las
cuestiones de relación entre materia, material, espacio, estructura
y forma, y lidia con los retos y desafíos de nuestras sociedades
enfrentando los peligros que amenazan nuestro planeta Tierra. Al
revalorizar los sistemas constructivos en bóvedas y cúpulas sin
cimbra, conjugando retos estructurales y formales en un lenguaje
simple y claro, Ramón Aguirre Morales nos recuerda también la
escala del espacio auto-construido de la vivienda. Anda de la mano
con los artesanos de la arquitectura y valorizan juntos la cualidades
propias de los materiales locales, el adobe y el ladrillo cocido, sin
manierismos estructurales ni estéticos. Su visión generosa se
entrega como una ofrenda de todas la herramientas y claves
transmisibles, contribuyendo al despertar imprescindible de una
misión social, ambiental, económica y cultural para una
arquitectura humanista.
Grenoble,
27 de abril de 2016
Bibliografía
Le
Brun (éd.), Alain, 1989. Fouilles récentes à Khyrokitia (Chypre)
1983-1986. Etudes Recherches sur les civilisations. Mémpoire n° 81.
Paris: ADPF. 288 pp. XIV planches, 71 figures. By Trevor Watkins.
Maïni,
Serge, 2003, 2016. Building with arches, vaults and domes. Training
manual for architects and engineers. Auroville.
Besenval,
Roland, 1984. Technologie de la voûte dans l’Orient Ancien. Paris.
Editions Recherche sur les civilisations, synthèse n° 15, Tome 1,
196 p. et tome 2, 224 planches.
Aruguas,
Philippe, 2003. Brique et architecture dans l’Espagne Médiévale
(XII° - XV° siècle). Madrid. Bibliothèque de la Casa de
Velásquez. Vol. 25.
Bendakir,
Mahmoud, 2008. L’architecture de terre en Syrie. Une tradition de
onze millénaires. Grenoble. Editions CRAterre-ENSAG.
Fathy,
Hassan, 1970. Construire avec le peuple. Histoire d’un village
d’Egypte. Gourna. Paris. Editions Sinbad.
Steele,
James, 1988. Hassan Fathy. Londres, Academy Editions. New York, St.
Martin’s Press.
Se hizo la cola para la firma del libros por el autor.
Introducción
Por Ramón
Aguirre Morales
El
rescate de sistemas constructivos probados, es una demanda que exige
la forma de construcción actual. La intención de este libro es
demostrar las ventajas de uso de las llamadas bóvedas mexicanas, las
cuales forman parte de una tradición que podría arraigarse en
cualquier parte del mundo para satisfacer las necesidades de vivienda
y otros espacios públicos.
Pretendo,
de una manera práctica, la reivindicación el rol que juegan el
adobe y el ladrillo en las cubiertas. Ambos son materiales sumamente
bondadosos, cuyas características se adaptan a cualquier tipo de
construcción y que, lamentablemente por su falta de uso y
conocimiento, casi han desaparecido, aunque, indudablemente,
responden a las necesidades actuales. El conocimiento que he
adquirido y aplicado en la edificación de cubiertas con esta técnica
durante los últimos 25 años me ha permitido comprobar sus ventajas
en cuanto a costos y confort, reduciendo al mínimo el consumo de
energía y, por lo tanto, la contaminación.
La
tendencia mundial de nuestros tiempos se caracteriza por la fuerte
competencia entre las empresas por colocar sus ideas y productos ante
los ojos del mejor postor, a veces sin importar la aplicación de
artimañas que perjudiquen al consumidor y por la carencia de
escrúpulos por obtener más dinero, poder o prestigio. Por otra
parte, la decisión de compartir saberes de la construcción
tradicional en lugar de competir deslealmente, podría ser una
solución para muchos de los problemas que agobian a este planeta,
entre los cuales destaca el de la vivienda.
Las
bóvedas de ladrillo y adobe ofrecen virtudes que están en sintonía
con el contexto social e histórico de México y América Latina, y
son una aportación genuina de nuestra cultura a un mundo que se ha
enriquecido con nuestras tradiciones durante siglos. La arquitectura
regional ha surgido de la vida diaria de un pueblo y de su herencia
cultural: sus creencias, ritos, tecnologías y patrones de
comportamiento, todo lo cual se transmite, como una herencia
genética, en sus expresiones estéticas y en los espacios que el
hombre edifica para su uso. Es por ello que esos espacios se
constituyen en parte fundamental de su rica identidad.
Mi
propio reto, como arquitecto, es cubrir el espacio arquitectónico
con técnicas estructurales simples, mediante la utilización
adecuada y racional de los materiales, tal como explica Dieste, el
genio de la cerámica armada.
El
ladrillo tiene un módulo de elasticidad menor que el hormigón, lo
que es una ventaja y no un inconveniente, porque da a la estructura
una mayor adaptabilidad a las deformaciones. El riesgo del pandeo, si
existiera, puede obviarse usando soluciones como las que empleamos en
las cáscaras gaussas, que incrementan muy poco el peso y el costo.
Los
principios que determinan la concepción de las formas en la
arquitectura, encuentran su origen en las estrechas relaciones entre
la escala, el material y la naturaleza de sus fuerzas y de sus leyes,
con las necesidades específicas de cada sociedad. De ahí surgirán
los actos de construcción que proyecten la propia síntesis hacia
espacios en los que puedan germinar nuevos principios universales,
fáciles de levantar, con equilibrio entre los seres humanos y más
apegados a la naturaleza.
La mesa celebratoria en la Fonda San Diego... En la fila de la derecha, doña Anita Sánchez, el hermano del autor, Paul Cohen y Lila Downs y Alma A. Chávez Rodríguez, diseñadora del libro y esposa del autor... A la izquierda: amigos, Prometeo Sánchez, el autor Ramón Aguirre y su mamá.
Introducción
Por Prometeo
Alejandro Sánchez Islas
Las
cúpulas nos desafían desde dondequiera que se les mire.
El
primero de ellos es conceptual, puesto que para gestar una de ellas
se requieren habilidades de composición espacial y de trabajo
material, que no son fáciles de manejar por mentes no entrenadas.
Esa es la razón por la que las cubiertas curvas, sean cúpulas o
bóvedas, en cualquiera de sus variantes, representan el clímax de
cada una de las etapas constructivas de la humanidad, así como la
depuración estilística de cada civilización.
El
siguiente reto es funcional, puesto que la curvatura del espacio
arquitectónico, en elevación, induce a los seres humanos a moverse
de forma más orgánica, aun cuando los contornos, sean muros o
columnas, estén constreñidos a un diseño basado en ángulos
rectos. La mejor prueba se encuentra en las mezquitas clásicas, en
las catedrales medievales y en los domos de la arquitectura
contemporánea. Por lo tanto, construir una cúpula implica también
el rediseño de las funciones en la planta arquitectónica, lo que a
su vez se traduce en torcer algunos muros, abrir o cerrar nuevos
vanos (a veces cenitales) y provocar perspectivas interiores
novedosas e impactantes.
El
tercer reto es estructural, ya que las formas y soportes de cada
cubierta curva deben provenir de cálculos específicos o de largos
años de rutinas pragmáticas, ambos difíciles de obtener, pero que
le permiten al diseñador discernir la solución formal en función
de la distribución de las cargas, casi por inspiración divina. Esto
es particularmente satisfactorio para autores como Ramón Aguirre, a
quien sus maestros bovederos le han dicho que no creen que “eso que
han hecho con sus propias manos, se sostenga”.
El
cuarto reto es constructivo y es el más difícil pero al mismo
tiempo el más fácil de todos, cuando se trata de cubiertas basadas
en la tierra, ya sea cruda o cocida. Consiste en hacer acopio de los
materiales regionales, en darles forma a las piezas sueltas del gran
rompecabezas, en saber trazar las guías curvas en un espacio en el
que no hay cimbras, en utilizar las herramientas y los andamios
idóneos, en calcular la época del año más propicia y en capacitar
permanentemente al personal que intervendrá en la edificación. Se
dice que es fácil porque los materiales y herramientas son tan
básicos que se encuentran casi en cualquier rincón del planeta; sin
embargo, la dificultad estriba en convencer a los interesados
–usuarios y autoridades– de que esa es una forma segura de cubrir
los espacios, aun cuando se aplique un mínimo de materiales
industrializados y se utilice mano de obra local, ya que implica la
reeducación sobre los valores propios de cada región, lo cual
genera toda una revolución mental.
El
quinto reto es normativo y eventualmente es de los más difíciles de
sortear, puesto que los reglamentos de construcción por un lado, y
los programas académicos de las universidades, en muchas ocasiones
estorban y hasta se oponen a esta clase de soluciones constructivas,
pues se salen del cartabón funcionalista más ortodoxo, a lo cual
hay que sumar la limitada capacidad de análisis y de decisión de
muchos burócratas y profesores acartonados.
En
el presente libro, Ramón Aguirre aborda, desde su propia visión de
la vida y basado en su experiencia de 25 años, los cinco retos de
construir cubiertas con adobe y con ladrillo, con el fin de ilustrar
a todos los interesados, de cualquier nivel educativo o
socioeconómico, sobre cómo resolver sus necesidades de espacio
aprovechando la tierra circundante. Su convencimiento de que la
Tierra, nuestra gran casa, debe ser preservada, le convence de
difundir estas renovadas “viejas sabidurías” mediante las cuales
se evita el dispendio energético que provocan los materiales más
industrializados y los interminables ciclos de transporte y de
desechos. Él, como todos los constructores basados en sistemas
tradicionales, saben que los productos de tierra algún día
retornarán a su origen y serán reabsorbidos o reciclados, de una
forma muy natural y económica, provocando un casi nulo impacto al
medio ambiente. Es una visión responsable a escala de la
civilización.
El
material del libro está organizado en capítulos que van desde las
condiciones preliminares para construir una bóveda, hasta la
tipificación de superficies en función de su geometría y se
concluye con recomendaciones sobre las herramientas, el
mantenimiento, los criterios estructurales y la capacitación de
constructores. A lo largo del libro se utiliza ampliamente la palabra
bóveda, aunque en ocasiones se refiere a cúpulas, por lo que
solicitamos al lector su comprensión para ese tipo de “volúmenes
de revolución”. También se utiliza la palabra “ladrillo” como
una aplicación genérica de las piezas también llamadas “tabiques”,
que en México son paralelepípedos sólidos de arcilla cocida, de
dimensiones más pequeñas que las utilizadas para levantar muros, y
que por los procedimientos constructivos genéricos que se
describirán, pueden ser entendidos, en ocasiones, como “adobes”
que son las mismas piezas, pero de tierra cruda. Por ello, cuando se
trate de recomendaciones específicas, se aclarará si se trata de
productos de tierra cocida o cruda.
Los
textos de este volumen fueron construidos a partir de entrevistas del
suscrito con el autor, realizadas en la ciudad de Oaxaca, México, a
lo largo del año 2015. Las fotografías pertenecen a las obras
construidas por Ramón y a los talleres en los que él participó. El
apoyo en la realización de los talleres y su documentación estuvo a
cargo de Jazmín Cruz Martha y Concepción Odily Sigüenza Varela. El
diseño editorial gravitó sobre los hombros de Alma Angélica Chávez
Rodríguez.
La
primera edición en español se pudo realizar gracias al
financiamiento aportado por los siguientes generosos patrocinadores:
UABJO, Fundación Amigos de la Hemeroteca Pública “Néstor
Sánchez” de Oaxaca, Transportes Ricabe y Arcilla y Arquitectura
S.C.
A la hora de los brindis Paul Cohen y Lila Downs celebraron al autor...
Arq. Valentina Méndez, haciendo su brindis por el libro "Bóvedas Mexicanas de Adobe y Ladrillo"... ella tuvo el buen tino de sugerir ir a comer como Dios manda al mercado.
Lindisimas tradiciones Méxicanas!
ResponderEliminardonde se puede conseguir, este libro, que me interesa sobremanera, se puede conseguir en forma electrónica, saludos y felicitaciones al arq. Ramon Aguirre
ResponderEliminarPor favor póngase en contacto con el autor pues él se lo podrá vender directamente:
ResponderEliminaraguirre30@msn.com
Gracias.
Hola buenas tardes, con quien me puedo comunicar para saber mas sobre el libro y comprarlo
ResponderEliminarGracias por su interés, puede comprarlo con PayPal en www.carteleseditores.com y se lo enviamos a cualquier parte de la república. Al costo del libro deberá sumarle el del envío. Lo hemos hecho por SEPOMEX, que es el más económico, lentito pero seguro. Cualquier duda quedo a sus ordenes en klovis44@gmail.com
ResponderEliminarSr. Claudio Sánchez.
Somo: una escuela de arte & oficio Manuel ceballos en Santo Domingo República Dominicana,y nos intereza tener comunicación con el catedrático Arq Ramón Aguirre Morales. Ese es el correo de la escuela, escuela. Manuelceballosgmail.com ; deseamos sus obra para adquirir conocimiento técnico de su esperiencia sobre la técnica de construcción de bobeda pues nuestro escuela vas a capacitar a persona sobre la técnica de construcción tapia y adobe le escribo el director de la escuela mi nombre es Eligió Jiménez ceballos tecnología director de la escuela muchas gracias y estamos a sus disposición aquí en Santo Domingo.
ResponderEliminarComo puedo conseguir el libro por favor
ResponderEliminarPor favor escríbanos a klovis44@gmail.com sí lo tenemos en su nueva edición
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