lunes, 28 de noviembre de 2016

Nacer y renacer en la Triqui. Historia de vida de Juan Domingo Pérez Castillo

Salió a la publicación un relato biográfico de un personaje significativo en la historia contemporánea del pueblo triqui: don Juan Domingo Pérez Castillo.
El autor de este volumen es Carlos Moreno Derbez, hombre que ha vivido muchos años en Oaxaca y conoce mucho de su territorio y pueblos.
Para conseguir un ejemplar del mismo, le rogamos ponerse en contacto con el autor en el mail siguiente: morenoable@gmail.com
Su portada es la siguiente:


Enseguida reproducimos al texto introductorio que hace el autor. Con él podemos entender mejor de qué trata este libro, por qué se publica y quién es don Juan Domingo. Va pues este interesante texto.

Palabras Iniciales


El libro Nacer y Renacer en la triqui, se dedica a las mujeres y los hombres del pueblo triqui que han luchado por la paz de su región






La historia personal de Juan Domingo Pérez
Me une una amistad con Juan Domingo desde hace más de 25 años. Cuando lo conocí, su liderazgo en el Movimiento de Unificación de la Lucha Triqui (mult) tenía, como hoy, una gran vigencia y su voz, dentro de la dirección colectiva de ese organismo, ha pesado con fuerza pronunciándose por la determinación reiterada de lograr lo que se propusieron desde hace más de 40 años para su región, para su pueblo.
La idea de desterrar el cacicazgo, la explotación y la violación a los derechos humanos, siempre estuvo acompañada de la integración, la unidad y la lucha por medios pacíficos. Así se lo planteó el grupo originario de esta organización, con la integración de las primeras definiciones con lo que habían denominado “el Club”. Quienes se propusieron desde entonces que el territorio triqui se unifique bajo la condición de un solo distrito y que se le reintegre a San Juan Copala su categoría de municipio, como un acto de justicia que el Estado mexicano tiene en deuda con este pueblo.
El primer contacto con Juan Domingo fue gracias a la intervención de Ismael Villar Borja, “el tío”, amigo común entrañable. A partir de entonces hemos platicado de los problemas de algunos barrios, contactando con líderes naturales para tratar la problemática territorial y de la tenencia de la tierra, llevando a cabo algunos trabajos que permitieron arreglos entre agencias que tenían indefinición en los linderos, entre otros asuntos. En todas las discusiones era inevitable que surgieran imágenes de la región, con la luz fresca y brillante sobre las impresionantes montañas, y la referencia a la tristeza de sus mujeres y hombres. Tristeza por una cotidianidad dolida por la pobreza, la presencia de la muerte y los tiempos que se perdían en los rencores no resueltos, producto de las influencias de las fuerzas del poder regional y estatal.1
En los encuentros también fueron saliendo tramos de su historia personal, siempre ligada a la lucha por la unificación de su pueblo; que buscaba desde entonces su reconstitución desde la recuperación del tejido social, su historia, su memoria y su cultura. Cuando platicaba esos relatos seguramente vio que mi mirada se hacía cada vez más grande y que mis gestos eran de asombro por su capacidad de sobrevivencia; de simpatía por la valentía de sus definiciones o de preocupación por la coyuntura actual de la situación que ha estado viviendo.
Cuando le pregunté que si ya había escrito tal cantidad de anécdotas y de reflexiones sobre su lucha personal, me comentó que no lo había hecho pero que era conveniente escribirlo para constatar que la dirección colectiva del mult siempre luchó por la vía política; y que al formar el partido de Unidad Popular (pup) con Beto Pazos, el mensaje sería más claro todavía. Así desde el mult se integra un partido para que, de esta forma, se entienda que el mensaje de la lucha es por una vía en donde la violencia no tiene cabida.
Con la confianza de la amistad, me propuso realizar este trabajo con la idea de dejar en claro que la lucha de los triquis, de los que están honestamente interesados en otro tipo de vida para ese pueblo, necesitan conocer de viva voz de uno de sus protagonistas la manera en que se fue construyendo el trabajo y se alcanzaron avances para la región. “Quiero dejar mi libro para que los jóvenes vean cómo se dio nuestra lucha y sepan que los triquis no somos violentos, sino que luchamos siempre por nuestra autonomía y nos hemos defendido de los caciques y de los malos gobiernos.”
Fue entonces que nos dimos a la tarea de sentarnos en la casa de la cultura Triqui, que ocupan desde hace más de 30 años, con su hija Bety y con la compañera Emelia Ortíz, luchadora de los derechos de la mujer, a organizar el registro y llevar a cabo las grabaciones. Y así, disfrutando de la tortilla enchilada, a (chala’ya), alimento para ocasiones de ritual como Todos Santos, entre frutas de la región, pepitas, cacahuates, y refrescos, pasaban las horas llenas de buen humor y de sorpresas para todos. Ver que la memoria y el claro sentido de su preocupación por la vida pesaban más que la presencia de la muerte prematura, con la que se ha querido marcar a Juan Domingo desde su nacimiento.
La preocupación de dejar un registro de su vida y que esta fuera recordada con el sentido de unidad del pueblo triqui, y de la lucha sostenida para lograrlo, se dio poco tiempo después de la recuperación del tercer atentado contra su persona de muerte que sufrió afuera de la Casa de la Cultura Triqui, suceso que de nueva cuenta pudo remontar. La diferencia es que ahora, en lugar de cicatrices lleva la ojiva de la bala calibre 22 en la base del cráneo. Parece simbólico que el signo de la muerte violenta esté presente en su cerebro, no obstante la determinación de su conciencia por abrazar la vida y su afinidad por superar las situaciones de violencia para dar paz a su pueblo, son más fuertes que ese pedazo de plomo.
La historia de Juan Domingo tiene la característica de ser un tramo de vida dentro del largo proceso histórico de configuración de su pueblo. La visión que tiene de este largo periodo lo alienta a mantener la determinación de su lucha. Los contextos de la trayectoria de este pueblo está acotado y definido de manera profusa con la amplia bibliografía que se ha venido integrando desde los años sesenta sobre el tema: con la etnografía que encargó Alfonso Caso a Pablo Velázquez; Antropólogo purépecha, el profesor zapoteco Jacobo Montes, pasando por César Huerta, Jaime Nieto, y lo más reciente escrito profusamente por Francisco López Bárcenas, por mencionar solo algunos.
La parte de la historia triqui con la que coincide la vida de Juan Domingo es uno de los principales parteaguas contemporáneos de lo que la región era, y en lo que los jóvenes y gentes de lucha aspiran. Con ello plantea que nunca pensó que el lugar en el que le había correspondido nacer, y sobrevivir, tuviera tanta importancia y a su vez él mismo estuviera tan determinado para comprometerse con su cambio. Y es aquí en donde se pone énfasis en la reflexión de lo que significa compartir la vida con un pedazo de la historia de su pueblo. Se trata de dejar asentado que el proceso de conciencia tiene una emergencia que busca de mil maneras consolidarse; y cambiar lo que evidentemente perjudica y lastima la vida de la gente con la que se comparte continuamente.
Evidentemente la lucha ha sido ardua y, desde los odios nacidos, viendo las atrocidades de los caciques de la región (o la conducta del gobierno del estado y del gobierno federal buscando la desarticulación de la anhelada unidad), se hicieron ensayos de diversos tipos en donde no estaban muy distantes de asumir la resistencia armada, para de esta manera transformar esa condición de vida. Sin embargo, se optó por la lucha política, conducto que hasta ahora se mantiene con la transparente disciplina y convencimiento de que ese es el camino correcto.2
Esta preocupación es la que se pretende transmitir con la mirada que Juan Domingo sostiene sobre su pueblo, partiendo de su trayectoria y de su contribución a la lucha Triqui. Así lo señala López Bárcenas (2009, pág. 128): “Como agente municipal, Juan Domingo propuso a los barrios luchar por la paz en la región y la gente lo apoyó…”
Divulgar la manera en la que se vivió el proceso más cercano de arranque de la transformación y de cambio del pueblo triqui es un acto de persistencia permanente, con la dosis de sufrimiento que ello conlleva. No solo por estar en medio de la violencia, sino por sufrir la ausencia de la familia, compartiendo corto tiempo con ella y estar en una condición de zozobra permanente. De esta manera la memoria del cambio, con el punto de vista particular pero compartida con muchos, implica más generosidad que la pretensión de ponerse asimismo en posición privilegiada.
Los que conocemos a Juan Domingo nos sorprende su buen humor, la confianza con la que andaba en las calles, y la disponibilidad para mantener su vida con la modestia con la que siempre ha vivido. Tal vez ese ha sido su principal error: el exceso de confianza. Porque era común encontrarlo en la calle caminando y abordarlo para decirle insistentemente que no anduviera de esa manera, a lo que contestaba que no pasaba nada y que si pasaba, pues tendría que pasar, mostrando la franca sonrisa de siempre.
Debo dejar constancia que, desde el punto de vista metodológico, el trabajo de la doctora María Teresa Valdivia3 para este tipo de registros, fue muy importante. Esta referencia fue comentada varias veces con Juan Domingo. Yo me encargaba de editar las múltiples versiones de la transcripción de las grabaciones que Bety, una de sus hijas, algunas veces sus hermanos y Emelia hacían de ellas, algunas veces con regaños debido a que entregaban un texto poco comprensivo luego de transcribir las notas.
Esta situación me costó mucho trabajo remontar debido a la cantidad de préstamos lingüísticos que Juan Domingo le transfiere con gran generosidad y sin ninguna limitación de su triqui al español. Finalmente entendí que, de acuerdo con sus palabras, lo que se escribiera debía ser comprendido por cualquier persona y que el mensaje de paz debía quedar claro.
También es necesario comentar que las partes, no capítulos, que se presentan en el índice, hacen referencia a momentos importantes o trascendentes que marcaron la vida de Juan Domingo y que dan cuenta también de sus principales contextos pero sobre todo de sus contribuciones a la unidad y paz de su pueblo. Es importante mencionar que no están manejados en una secuencia cronológica y que seguramente se encontrarán periodos traslapados o “brincos” temporales.
Este trabajo tiene contribuciones interesantes de muchos amigos compañeros e instituciones.
Merece especial reconocimiento Carolina Verduzco, quien compartió de diversas maneras el proceso aquí relatado por Juan Domingo y que hizo una interesante introducción a este trabajo, así como por sus duras y valiosas observaciones al manuscrito.
A. Jaime Nieto, compañero de la carrera de Antropología en la Escuela Nacional de Antopología e Historia (enah), de quien desconocía la importante contribución que realizó junto a Aurora Castillo; compañera de la enah, esposa y compañera de vida, fallecida tempranamente. Ambos entregaron varios de sus jóvenes años a la causa del pueblo triqui desde lo que fue la Comisión del Río Balsas. Nunca es tarde para ofrecer a Aurora y Jaime mi reconocimiento y amistad.
También un reconocimiento a Estaurófila Genoveva Solano, Fila para todos los cuates, con quien he podido compartir varios momentos del indigenismo de participación y de quien desconocía también su valiente incursión al trabajo con los triquis en momentos difíciles, pero muy creativos y propositivos.
A Guadalupe Vázquez Chávez valiente y contundente trabajadora comprometida de por vida con los triquis, y quien conoció en la región a su compañero, al invaluable e indigenista comprometido también Juan José Benítez. Recientemente fallecido por una fulminante enfermedad, Benítez merece reconocimiento por su excepcional trato con las organizaciones indígenas y campesinas durante más de 25 años, independientemente del perfil y postura que les caracteriza.
También se agradece a Alberto Vargas Pérez su testimonio que sin duda viene a complementar las interesantes referencias propuestas por quienes generosamente accedieron a escribir recatando memoria.
es importante agradecer al Arquitecto Armando de la Fuente Morales de la a.c. cecrea, por su invaluable apoyo para hacer posible esta publicación y por las lecturas y comentarios al trabajo y a sus importantes sugerencias. A Emelia Ortíz quien leyó y releyó las partes del texto e hizo importantes contribuciones: a Ceci, mi compañera, por la lectura de varios borradores y sus implacables observaciones con sus atinadas sugerencias. A Mara Alfaro agradezco su contribución al estilo y de ordenamiento de las partes que constituyen este proyecto. de igual manera se agradece a la Dirección de Desarrollo Educativo por su apoyo en la realización de la publicación especialmente a Varuch Sócrates López Cruz, Sergio Mauricio Galán Muñoz y Noemí Granados Malagón.
En gran medida este trabajo también es producto de discusiones al seno de las familias de Juan Domingo y la mía, pues siempre hubo alguien de ellos que escuchara los relatos, contribuyera con comentarios y propusiera medidas que fueron acertadas.
Agradezco el permitirme hacer la selección del cómo y en qué manera redactar el texto final. Por ello lo considero un acto de confianza y de decisión que me permitió el ejercicio de un diálogo valioso para acceder a un periodo de lucha de un pueblo indígena específico que, en lo personal, me parece excepcional y cuyas contribuciones y valoración total, todavía están en proceso.


Carlos Moreno Derbez
San Luis Beltrán, Oaxaca

Y enseguida viene el Índice para que el lector conozca mejor los contenidos de esta publicación:


ÍNDICE

Palabras iniciales por C. M. D. 7
La historia personal de Juan Domingo Pérez
Prólogo por Salomón Nahmad Sittón 13
Presentación por Carolina Verduzco 21
Juan Domingo Pérez, un triqui obsesionado por la
unidad de su pueblo

Nacer y renacer en la Triqui 33
Fragmentos de mi familia e infancia 36
Como no agarré carrera de escuela, agarré carrera de lucha 39
Buscando amor 42
Los dos tiros que me salvaron la vida. Mi segundo renacimiento 43
Las raíces de la violencia 47
Historia de Rafael García, líder ejemplar 52
El trato agrario interno 54
Entre la iglesia y el gobierno. Rutas de la autonomía 56
La relación con el general Cárdenas 57
La organización en el monte 59
Las elecciones de 1970 63
La responsabilidad y el poder 65
El proyecto de desarrollo comunitario 68
La muerte que me echaron encima 69
La reorganización en Huajuapan ante las nuevas elecciones 72
El sentido del asesinato de Luis Flores 75
De la elección de 1977 al inicio de la represión abierta 78
El exilio 80
El Club, los cimientos del mult 83
La represión que no cesaba y la desintegración del Club 87
La formación del mult 89
La articulación al movimiento popular 91
La movilización conjunta a principio de los años ochenta 95
El tercer renacimiento 98
La continuación de las negociaciones 99
El cuarto renacimiento 101
Balance del poder y la organización 103
La reconstitución de la cultura 105


Testimonios
Testimonio de Jaime Nieto Rodríguez 109
Testimonio de Estaurofila Genoveva Solano 113
Testimonio de María Guadalupe Vázquez Chávez 118
Testimonio de Alberto Vargas Pérez 124

Corrido a Juan Domingo Pérez 127
Mare Advertencia Lirika

Anexo Fotográfico y Mapas 130
Bibliografía 142




1 comentario:

  1. Felicidades por tu publicación estimado Carlos Moreno.

    Ramón Luna Alanis

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