El autor de este volumen es Carlos Moreno Derbez, hombre que ha vivido muchos años en Oaxaca y conoce mucho de su territorio y pueblos.
Para conseguir un ejemplar del mismo, le rogamos ponerse en contacto con el autor en el mail siguiente: morenoable@gmail.com
Su portada es la siguiente:
Enseguida reproducimos al texto introductorio que hace el autor. Con él podemos entender mejor de qué trata este libro, por qué se publica y quién es don Juan Domingo. Va pues este interesante texto.
Palabras
Iniciales
El
libro Nacer y Renacer en la triqui, se dedica a las mujeres y los
hombres del pueblo triqui que han luchado por la paz de su región
La
historia personal de Juan Domingo Pérez
Me
une una amistad con Juan Domingo desde hace más de 25 años. Cuando
lo conocí, su liderazgo en el Movimiento de Unificación de la Lucha
Triqui (mult)
tenía, como hoy, una gran vigencia y su voz, dentro de la dirección
colectiva de ese organismo, ha pesado con fuerza pronunciándose por
la determinación reiterada de lograr lo que se propusieron desde
hace más de 40 años para su región, para su pueblo.
La
idea de desterrar el cacicazgo, la explotación y la violación a los
derechos humanos, siempre estuvo acompañada de la integración, la
unidad y la lucha por medios pacíficos. Así se lo planteó el grupo
originario de esta organización, con la integración de las primeras
definiciones con lo que habían denominado “el Club”. Quienes se
propusieron desde entonces que el territorio triqui se unifique bajo
la condición de un solo distrito y que se le reintegre a San Juan
Copala su categoría de municipio, como un acto de justicia que el
Estado mexicano tiene en deuda con este pueblo.
El
primer contacto con Juan Domingo fue gracias a la intervención de
Ismael Villar Borja, “el tío”, amigo común entrañable. A
partir de entonces hemos platicado de los problemas de algunos
barrios, contactando con líderes naturales para tratar la
problemática territorial y de la tenencia de la tierra, llevando a
cabo algunos trabajos que permitieron arreglos entre agencias que
tenían indefinición en los linderos, entre otros asuntos. En todas
las discusiones era inevitable que surgieran imágenes de la región,
con la luz fresca y brillante sobre las impresionantes montañas, y
la referencia a la tristeza de sus mujeres y hombres. Tristeza por
una cotidianidad dolida por la pobreza, la presencia de la muerte y
los tiempos que se perdían en los rencores no resueltos, producto de
las influencias de las fuerzas del poder regional y estatal.1
En
los encuentros también fueron saliendo tramos de su historia
personal, siempre ligada a la lucha por la unificación de su pueblo;
que buscaba desde entonces su reconstitución desde la recuperación
del tejido social, su historia, su memoria y su cultura. Cuando
platicaba esos relatos seguramente vio que mi mirada se hacía cada
vez más grande y que mis gestos eran de asombro por su capacidad de
sobrevivencia; de simpatía por la valentía de sus definiciones o de
preocupación por la coyuntura actual de la situación que ha estado
viviendo.
Cuando
le pregunté que si ya había escrito tal cantidad de anécdotas y de
reflexiones sobre su lucha personal, me comentó que no lo había
hecho pero que era conveniente escribirlo para constatar que la
dirección colectiva del mult
siempre luchó por la vía política; y que al formar el partido de
Unidad Popular (pup)
con Beto Pazos, el mensaje sería más claro todavía. Así desde el
mult
se integra un partido para que, de esta forma, se entienda que el
mensaje de la lucha es por una vía en donde la violencia no tiene
cabida.
Con
la confianza de la amistad, me propuso realizar este trabajo con la
idea de dejar en claro que la lucha de los triquis, de los que están
honestamente interesados en otro tipo de vida para ese pueblo,
necesitan conocer de viva voz de uno de sus protagonistas la manera
en que se fue construyendo el trabajo y se alcanzaron avances para la
región. “Quiero dejar mi libro para que los jóvenes vean cómo se
dio nuestra lucha y sepan que los triquis no somos violentos, sino
que luchamos siempre por nuestra autonomía y nos hemos defendido de
los caciques y de los malos gobiernos.”
Fue
entonces que nos dimos a la tarea de sentarnos en la casa
de la cultura
Triqui, que ocupan desde hace más de 30 años, con su hija Bety y
con la compañera Emelia Ortíz, luchadora de los derechos de la
mujer, a organizar el registro y llevar a cabo las grabaciones. Y
así, disfrutando de la tortilla enchilada, a (chala’ya),
alimento para ocasiones de ritual como Todos Santos, entre frutas de
la región, pepitas, cacahuates, y refrescos, pasaban las horas
llenas de buen humor y de sorpresas para todos. Ver que la memoria y
el claro sentido de su preocupación por la vida pesaban más que la
presencia de la muerte prematura, con la que se ha querido marcar a
Juan Domingo desde su nacimiento.
La
preocupación de dejar un registro de su vida y que esta fuera
recordada con el sentido de unidad del pueblo triqui, y de la lucha
sostenida para lograrlo, se dio poco tiempo después de la
recuperación del tercer atentado contra su persona de muerte que
sufrió afuera de la Casa de la Cultura Triqui, suceso que de nueva
cuenta pudo remontar. La diferencia es que ahora, en lugar de
cicatrices lleva la ojiva de la bala calibre 22 en la base del
cráneo. Parece simbólico que el signo de la muerte violenta esté
presente en su cerebro, no obstante la determinación de su
conciencia por abrazar la vida y su afinidad por superar las
situaciones de violencia para dar paz a su pueblo, son más fuertes
que ese pedazo de plomo.
La
historia de Juan Domingo tiene la característica de ser un tramo de
vida dentro del largo proceso histórico de configuración de su
pueblo. La visión que tiene de este largo periodo lo alienta a
mantener la determinación de su lucha. Los contextos de la
trayectoria de este pueblo está acotado y definido de manera profusa
con la amplia bibliografía que se ha venido integrando desde los
años sesenta sobre el tema: con la etnografía que encargó Alfonso
Caso a Pablo Velázquez; Antropólogo purépecha, el profesor
zapoteco Jacobo Montes, pasando por César Huerta, Jaime Nieto, y lo
más reciente escrito profusamente por Francisco López Bárcenas,
por mencionar solo algunos.
La
parte de la historia triqui con la que coincide la vida de Juan
Domingo es uno de los principales parteaguas contemporáneos de lo
que la región era, y en lo que los jóvenes y gentes de lucha
aspiran. Con ello plantea que nunca pensó que el lugar en el que le
había correspondido nacer, y sobrevivir, tuviera tanta importancia y
a su vez él mismo estuviera tan determinado para comprometerse con
su cambio. Y es aquí en donde se pone énfasis en la reflexión de
lo que significa compartir la vida con un pedazo de la historia de su
pueblo. Se trata de dejar asentado que el proceso de conciencia tiene
una emergencia que busca de mil maneras consolidarse; y cambiar lo
que evidentemente perjudica y lastima la vida de la gente con la que
se comparte continuamente.
Evidentemente
la lucha ha sido ardua y, desde los odios nacidos, viendo las
atrocidades de los caciques de la región (o la conducta del gobierno
del estado y del gobierno federal buscando la desarticulación de la
anhelada unidad), se hicieron ensayos de diversos tipos en donde no
estaban muy distantes
de asumir la resistencia armada, para de esta manera transformar
esa condición de vida. Sin embargo, se optó por la lucha política,
conducto que hasta ahora se mantiene con la transparente disciplina y
convencimiento de que ese es el camino correcto.2
Esta
preocupación es la que se pretende transmitir con la mirada que Juan
Domingo sostiene sobre su pueblo, partiendo de su trayectoria y de su
contribución a la lucha
Triqui. Así lo señala López Bárcenas (2009, pág. 128):
“Como agente municipal, Juan Domingo propuso a los barrios luchar
por la paz en la región y la gente lo apoyó…”
Divulgar
la manera en la que se vivió el proceso más cercano de arranque de
la transformación y de cambio del pueblo triqui es un acto de
persistencia permanente, con la dosis de sufrimiento que ello
conlleva. No solo por estar en medio de la violencia, sino por sufrir
la ausencia de la familia, compartiendo corto tiempo con ella y estar
en una condición de zozobra permanente. De esta manera la memoria
del cambio, con el punto de vista particular pero compartida con
muchos, implica más generosidad que la pretensión de ponerse
asimismo en posición privilegiada.
Los
que conocemos a Juan Domingo nos sorprende su buen humor, la
confianza con la que andaba en las calles, y la disponibilidad para
mantener su vida con la modestia con la que siempre ha vivido. Tal
vez ese ha sido su principal error: el exceso de confianza. Porque
era común encontrarlo en la calle caminando y abordarlo para decirle
insistentemente que no anduviera de esa manera, a lo que contestaba
que no pasaba nada y que si
pasaba, pues tendría que pasar, mostrando la franca sonrisa de
siempre.
Debo
dejar constancia que, desde el punto de vista metodológico, el
trabajo de la doctora María Teresa Valdivia3
para este tipo de registros, fue muy importante. Esta referencia fue
comentada varias veces con Juan Domingo. Yo me encargaba de editar
las múltiples versiones de la transcripción de las grabaciones que
Bety, una de sus hijas, algunas veces sus hermanos y Emelia hacían
de ellas, algunas veces con regaños debido a que entregaban un texto
poco comprensivo luego de transcribir las notas.
Esta
situación me costó mucho trabajo remontar debido a la cantidad de
préstamos lingüísticos que Juan Domingo le transfiere con gran
generosidad y sin ninguna limitación de su triqui al español.
Finalmente entendí que, de acuerdo con sus palabras, lo que se
escribiera debía ser comprendido por cualquier persona y que el
mensaje de paz debía quedar claro.
También
es necesario comentar que las partes, no capítulos, que se presentan
en el índice, hacen referencia a momentos importantes o
trascendentes que marcaron la vida de Juan Domingo y que dan cuenta
también de sus principales contextos pero sobre todo de sus
contribuciones a la unidad y paz de su pueblo. Es importante
mencionar que no están manejados en una secuencia cronológica y que
seguramente se encontrarán periodos traslapados o “brincos”
temporales.
Este
trabajo tiene contribuciones interesantes de muchos amigos
compañeros e instituciones.
Merece
especial reconocimiento Carolina Verduzco, quien compartió de
diversas maneras el proceso aquí relatado por Juan Domingo y que
hizo una interesante introducción a este trabajo, así como por sus
duras y valiosas observaciones al manuscrito.
A.
Jaime Nieto, compañero de la carrera de Antropología en la Escuela
Nacional de Antopología e Historia (enah),
de quien desconocía la importante contribución que realizó junto a
Aurora Castillo; compañera de la enah,
esposa y compañera de vida, fallecida tempranamente. Ambos
entregaron varios de sus jóvenes años a la causa del pueblo triqui
desde lo que fue la Comisión del Río Balsas. Nunca es tarde para
ofrecer a Aurora y Jaime mi reconocimiento y amistad.
También
un reconocimiento a Estaurófila Genoveva Solano, Fila para todos los
cuates, con quien he podido compartir varios momentos del indigenismo
de participación y de quien desconocía también su valiente
incursión al trabajo con los triquis en momentos difíciles, pero
muy creativos y propositivos.
A
Guadalupe Vázquez Chávez valiente y contundente trabajadora
comprometida de por vida con los triquis, y quien conoció en la
región a su compañero, al invaluable e indigenista comprometido
también Juan José Benítez. Recientemente fallecido por una
fulminante enfermedad, Benítez merece reconocimiento por su
excepcional trato con las organizaciones indígenas y campesinas
durante más de 25 años, independientemente del perfil y postura que
les caracteriza.
También
se agradece a Alberto Vargas Pérez su testimonio que sin duda viene
a complementar las interesantes referencias propuestas por quienes
generosamente accedieron a escribir recatando memoria.
es
importante agradecer al Arquitecto Armando de la Fuente Morales de la
a.c.
cecrea,
por su invaluable apoyo para hacer posible esta publicación y por
las lecturas y comentarios al trabajo y a sus importantes
sugerencias. A Emelia Ortíz quien leyó y releyó las partes del
texto e hizo importantes contribuciones: a Ceci, mi compañera, por
la lectura de varios borradores y sus implacables observaciones con
sus atinadas sugerencias. A Mara Alfaro agradezco su contribución al
estilo y de ordenamiento de las partes que constituyen este proyecto.
de
igual manera se agradece a la Dirección de Desarrollo Educativo por
su apoyo en la realización de la publicación especialmente a Varuch
Sócrates López Cruz, Sergio Mauricio Galán Muñoz y Noemí
Granados Malagón.
En
gran medida este trabajo también es producto de discusiones al seno
de las familias de Juan Domingo y la mía, pues siempre hubo alguien
de ellos que escuchara los relatos, contribuyera con comentarios y
propusiera medidas que fueron acertadas.
Agradezco
el permitirme hacer la selección del cómo y en qué manera redactar
el texto final. Por ello lo considero un acto de confianza y de
decisión que me permitió el ejercicio de un diálogo valioso para
acceder a un periodo de lucha de un pueblo indígena específico que,
en lo personal, me parece excepcional y cuyas contribuciones y
valoración total, todavía están en proceso.
Carlos
Moreno Derbez
San
Luis Beltrán, Oaxaca
Y enseguida viene el Índice para que el lector conozca mejor los contenidos de esta publicación:
ÍNDICE
Palabras
iniciales
por
C. M. D.
7
La
historia personal de Juan Domingo Pérez
Prólogo
por
Salomón Nahmad Sittón
13
Presentación
por
Carolina Verduzco
21
Juan
Domingo Pérez, un triqui obsesionado por la
unidad
de su pueblo
Nacer
y renacer
en la Triqui
33
Fragmentos
de mi familia e infancia
36
Como
no agarré carrera de escuela, agarré carrera de lucha
39
Buscando
amor
42
Los
dos tiros que me salvaron la vida. Mi segundo renacimiento
43
Las
raíces de la violencia
47
Historia
de Rafael García, líder ejemplar
52
El
trato agrario interno
54
Entre
la iglesia y el gobierno. Rutas de la autonomía
56
La
relación con el general Cárdenas
57
La
organización en el monte
59
Las
elecciones de 1970
63
La
responsabilidad y el poder
65
El
proyecto de desarrollo comunitario
68
La
muerte que me echaron encima
69
La
reorganización en Huajuapan ante las nuevas elecciones
72
El
sentido del asesinato de Luis Flores
75
De
la elección de 1977 al inicio de la represión abierta
78
El
exilio
80
El
Club, los cimientos del mult
83
La
represión que no cesaba y la desintegración del Club
87
La
formación del mult
89
La
articulación al movimiento popular
91
La
movilización conjunta a principio de los años ochenta
95
El
tercer renacimiento
98
La
continuación de las negociaciones
99
El
cuarto renacimiento
101
Balance
del poder y la organización
103
La
reconstitución de la cultura
105
Testimonios
Testimonio
de Jaime Nieto Rodríguez
109
Testimonio
de Estaurofila Genoveva Solano
113
Testimonio
de María Guadalupe Vázquez Chávez
118
Testimonio
de Alberto Vargas Pérez
124
Corrido
a Juan Domingo Pérez
127
Mare
Advertencia Lirika
Anexo
Fotográfico y Mapas
130
Bibliografía
142
Felicidades por tu publicación estimado Carlos Moreno.
ResponderEliminarRamón Luna Alanis